<p>“De Moscú provienen todas las civilizaciones del planeta. Los rusos transmitieron su legado a los etruscos, que luego fundaron Roma”. Así afirma el pope Tijon Shevkúnov, director espiritual de Vladyímir Putin, el poder detrás del trono donde se sienta Alyexandr Miedvyédev. Entretanto, Bizancio –incongruente pero correctamente presentada como antecesora de Kíyev- “se dejaba corromper por los bárbaros occidentales” (¿acaso los arios de Adolf Hitler?).</p>
<p>Teorías tan absurdas o más llenan docenas de libros difundidos en Rusia, Ucrania y Bielorrusia, aunque no traducidos aún a otros idiomas. Por ejemplo, “Destrucción del imperio, una lección bizantina”, de Shekúnov, que inspira una serie televisiva revisionista. “Constantinopla causaba la envidia de los bárbaros, que la saquearon con el pretexto de la IV cruzada, en 1204”, lo cual es verdad. No es que “el capitalismo nace en el botín de Bizancio”.</p>
<p>Lo del pope parece una licencia poética al lado de Anatoli Fomyenko, matemático(¿?), autor de “Antigüedad o medioevo” e “Imperio”. Según el primer libro, Jesucristo nació en 1053 y fue crucificado en 1086. Roma era al principio Alejandría de Egipto y después se mudó a Bizancio, mientras una segunda Roma surgía en el Lacio en el siglo XI de lo que hoy se llama era común.</p>
<p>Apelando a la numerología, Fomyenko deduce que Jerusalén y Troya eran la misma ciudad y que la guerra relatada por Homero no fue otra que la IV cruzada (1202/4). Ahora bien ¿quién fundó la Roma II en Italia? Aquí entra a tallar un escritor más prolífico y, si es posible, más delirante: Valyeri Chudínov, un físico que funge en la academia rusa de ciencias.</p>
<p>Reciclado como lingüista, ha publicado 120 textos, dirigió una película (“Lengua de los titanes”) y tiene espacios en TV. Ese idioma, claro, es el ruso, cuya existencia Chudínov remonta a hace 30.000 años, cuando ni siquiera existían los dialectos indoeuropeos originarios y faltaban 25.000 años para que surgiese el hitita.</p>
<p>“Toda Europa y Asia hasta Alaska hablaba ruso. Los etruscos –explica el polígrafo-, por orden de Moscú, fundaron una ciudad sobre el Tíber y la llamaron Mir (paz en eslavo). Pero, como ese pueblo escribía de derecha a izquierda –no es cierto- y por tanto Mir se hizo Rim, Roma en ruso. Otro dislate. Moisés y sus sucesores también hablaban ruso. Recién en el siglo XVIII (seguimos en la era común), los alemanes que llevó consigo a Moscú la emperatriz Catalina II inventaron la historia que se enseña hoy en el mundo. Pero Tijon Shevkúnov oficia las vísperas en eslavo antiguo, una lengua anterior al ruso.</p>
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Rusia y una loca conspiración para rescribir la historia
Universitarios, jerarcas religiosos y la TV controlada por el gobierno están inventando grandiosos mitos sin el menor asidero. Por ejemplo, que en la torre de Babel se hablaba ruso (ni siquiera eslavo antiguo).