Sudoeste: delito, corrupción y violencia, tras ocho años bajo Bush

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En Douglas, Arizona meridional, los jóvenes se divierten baleando coches por la calle. Bandas de adolescentes pintados disputan territorios a cuchilladas, garrotazos, puños y ladrillazos. Muchos provienen de California y todos trafican.

<p>Otrora un pueblo dormido, cerca de las fronteras con M&eacute;xico y Nuevo M&eacute;xico, sigue el camino de Bisbee, Nogales, Yuma, El Centro, Brawley o la doble ciudad Col&eacute;xico-Mexicali. Tres de las &uacute;ltimas cuatro ya en California y la cuarta en M&eacute;xico mismo.</p>
<p>Pero el estado de mayor producto bruto &ndash;quinto en el mundo- y M&eacute;xico son claves en esta ola de violencia y delito, a su vez originada en la desastrosa pol&iacute;tica federal hacia la inmigraci&oacute;n ilegal. En efecto, un creciente n&uacute;mero de poblaciones fronterizas en el sudoeste de Estados Unidos atrae pandillas juveniles californianas &ndash;copian el modelo de las maras centroamericanas-, financiadas por el contrabando de personas y droga.</p>
<p>Douglas es un caso piloto. El pueblo (17.000 habitantes) re&uacute;ne viejos caserones y edificios comerciales a la vera de calles anchas, barridas por el polvo que viene de una faja des&eacute;rtica, caliente, donde s&oacute;lo hay chacras desperdigadas. La zona violenta roza los suburbios de Los &Aacute;ngeles v&iacute;a Harbor City al sur y Torrance al este, semilleros de bandas que se desplazan en motocicleta.</p>
<p>Por ejemplo, subiendo por la ruta a Sierra Vista (montes Huachuca), est&aacute; surgiendo un reducto sin ley que se disputan una pandilla angele&ntilde;a, los Crisps (Tostados) y una local, los Bloodlines (Marcas de sangre)l La presa es el control de calles, centros comerciales, droga y trafico de mexicanos.</p>
<p>Las oleadas angele&ntilde;as son m&aacute;s duras que sus rivales pueblerinos y forman parte de un fen&oacute;meno que centrifuga j&oacute;venes violentos, bien armados, en pos nuevos negocios. Uno es el creciente flujo de marihuana, coca&iacute;na y la versi&oacute;n mexicana del &ldquo;paco&rdquo; (un derivado del bazuco colombiano). Otro es el peaje que pagan miles de inmigrantes para penetrar ilegalmente en EE.UU.</p>
<p>Seg&uacute;n investigaciones policiales en el sur de California, el dinero es lo que asocia el contrabando de personal, el tr&aacute;fico de drogas y la violencia de las bandas. Las autoridades lo disimulan, pero hay un factor b&aacute;sico: la criminalizaci&oacute;n de los ilegales &ndash;legada por Bill Clinton y George W.Bush- y del consumo personal de estupefacientes. Como se sabe, esto es selectivo porque en Bel Air nadie marcha preso por tener raviolitos ni hero&iacute;na H-4.</p>
<p>Sin embargo, todo pasa por el dinero. Abunda entre contrabandistas de personas, sus transportistas en territorio norteamericano, los traficantes de droga y los sigilosos banqueros que financian a las maras. En Arizona, el contrabando de mexicanos y estupefacientes es buen negocio. S&oacute;lo en 2007, la gendarmer&iacute;a confisc&oacute; 45 toneladas de marihuana, en poder de 375.000 ilegales &ndash;inclusive chicos menores de diez a&ntilde;os- en el corredor Nogales-Tucson, al oeste del r&iacute;o San Pedro.</p>
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