<p>Internet puede cambiar las cosas. En un planteo original, la defensa en un proceso floritano empleará datos públicos accesibles vía Google para persuadir a los jurados de que los vecinos de su pueblo, Pensacola, se interesan por el sexo más que por la comida o el deporte. El abogado Lawrence Walters mostrará que sus vecinos tienen gustos que no desean admitir.</p>
<p>El propio concepto de “datos públicamente accesibles” es vago. No especifica cuánta gente en general cliquea en temas sexuales, sino cuánta lo hace en determinado lapso. Pero el letrado sostiene que la evidencia basta para probar que el sexo despierta más interés que el pastel de manzana o el béisbol. Por ende, el material que distribuye su cliente no se sale de normas corrientes.</p>
<p>Se ignora cómo le irá. Con vistas al juicio (martes 1°), el fiscal estadual planteará que esos datos no son relevantes, porque su volumen no refleja directa ni indirectamente valores comunitarios. Pero, claro ¿cuáles son esos valores? ¿quiénes los definen? Sea como fuere, la táctica de Walters pone en primer plano el tipo de datos recogidos o difundidos por Google y sus rivales.</p>
<p>“Todo el tiempo, jurados hipócritas condenan lo mismo que ellos miran en privado. Mediante los datos de Google –presume el letrado-, podremos mostrar qué piensa o hace la gente en sus casas, ámbito natural de esos materiales”. La semana pasada, Walters conminó a Google a brindar más datos específicos, inclusive número de búsquedas en ciertos tópicos sexuales efectuadas por residentes de Pensacola.</p>
<p>El abogado representa a Clinton McCowen, que creaba y difundía material presuntamente obsceno vía un sitio Web basado en Florida. Los cargos incluyen uno curioso, “incitación a prostituirse”. Pese al lenguaje, claramente fundamentalista y de pueblo chico, el fiscal se conformaría con probar que el material es obsceno.</p>
<p>La medición de obscenidad depende de un test establecido en un fallo de la Corte Suprema (1973). Lo esencial consiste en determinar si el material es patentemente ofensivo o si sólo choca contra prejuicios ocasionales. Ahí aparece la relativización vía “cánones comunitarios contemporáneos”. Los datos que esgrimirá Walters están disponibles en trends.google.com. Hilando fino, alguien podrá hurgar en otra fuente de “obscenidades”, esta vez universal: los cientos de e-mail que se disparan diariamente ofreciendo dudosos sistemas para que un hombre tenga atributos espectaculares.</p>
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¿Qué es obscenidad? Google podría despejar dudas
Jueces y jurados en Estados Unidos, se supone, deben resolver si algo sexualmente explícito es obsceno apelando a un imponderable: ¿transgrede el material cánones locales? Pero no es sencillo evaluar valores y gustos sociales.