Obispo Job: novicias que corren graves riesgos

Felix Alaba Adeosin Job, obispo católico de Ibadán, Nigeria, denunció en el Vaticano que muchas novicias africanas terminan en las calles. Eso ocurre tanto en Europa occidental como en Estados Unidos.

20 febrero, 2006

Las revelaciones del purpurado fueron hechas hace un tiempo al propio sínodo episcopal, pero han tenido escasa difusión en los medios. Ahora, dos circunstancias las reactualizan: las caricaturas de Mahoma –que han generado una violenta reacción musulmana, no sin ribetes políticos u oportunistas- y un fallo de la corte de casación italiana, sala III, según el cual la violación de una menor es menos grave si ésta ya no es virgen.

Según la denuncia de Job, “muchas africanas llegan a Occidente para dedicarse a la vida monacal, no logran adaptarse y son víctimas de personajes inescrupulosos, que las convierten en el cuerpo destrozado de Cristo”. En otras palabras, caen en la prostitución.

“Las novicias son arrancadas de sus raíces culturales y transplantadas a Europa o Estados Unidos, no logran asimilarse al clima o las costumbres locales y las echan de los conventos”. Pero el obispo no se limitó a denunciar. También objetó –sigue haciéndolo- la modalidad de reclutar.

“En tiempos de escasez de vocaciones, se aceptan jóvenes en forma indiscriminada. Además, este fenómeno se combina con el de la inmigración a cualquier costo, para escapar de miseria, privaciones y violencia”. Dejando de lado la peculiar y compleja situación de las novicias, fuentes laicas han señalado que la prostitución de jóvenes de ambos sexos es común en el África subsahariana –como resabio de la esclavitud en países musulmanes-, en las largas caravanas que marchan por el desierto rumbo al Mediterráneo y en áreas donde acampan emigrantes ilegales.

Las revelaciones del purpurado fueron hechas hace un tiempo al propio sínodo episcopal, pero han tenido escasa difusión en los medios. Ahora, dos circunstancias las reactualizan: las caricaturas de Mahoma –que han generado una violenta reacción musulmana, no sin ribetes políticos u oportunistas- y un fallo de la corte de casación italiana, sala III, según el cual la violación de una menor es menos grave si ésta ya no es virgen.

Según la denuncia de Job, “muchas africanas llegan a Occidente para dedicarse a la vida monacal, no logran adaptarse y son víctimas de personajes inescrupulosos, que las convierten en el cuerpo destrozado de Cristo”. En otras palabras, caen en la prostitución.

“Las novicias son arrancadas de sus raíces culturales y transplantadas a Europa o Estados Unidos, no logran asimilarse al clima o las costumbres locales y las echan de los conventos”. Pero el obispo no se limitó a denunciar. También objetó –sigue haciéndolo- la modalidad de reclutar.

“En tiempos de escasez de vocaciones, se aceptan jóvenes en forma indiscriminada. Además, este fenómeno se combina con el de la inmigración a cualquier costo, para escapar de miseria, privaciones y violencia”. Dejando de lado la peculiar y compleja situación de las novicias, fuentes laicas han señalado que la prostitución de jóvenes de ambos sexos es común en el África subsahariana –como resabio de la esclavitud en países musulmanes-, en las largas caravanas que marchan por el desierto rumbo al Mediterráneo y en áreas donde acampan emigrantes ilegales.

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