<p>Aun cuando los padres insisten en la importancia de decir la verdad, ellos mismos suelen torcerla o esconderla para influir en la conducta o las emociones de sus hijos, dicen psicólogos de la Universidad de California San Diego (UCSD) y la Universidad de Toronto en un par de nuevos estudios. Si bien las conclusiones no van a modificar radicalmente la sabiduría convencional, son los primeros trocitos de evidencia empírica que se reúnen sobre la materia, dicen los investigadores.</p>
<p>"Los padres suelen mentir a sus hijos para que se sientan bien, pero lo que nos sorprendió es comprobar hasta qué punto también les mienten para hacerlos comportar o hacer cosas que benefician a los mismos padres, dijo Kang Lee, director del <em>Institute of Child Study </em>de la Universidad de Toronto.</p>
<p>Lee junto a Gail Heyman, profesora de psicología de la UCSD, realizaron estudios con Diem Luu, ex-alumno de la UCSD student. El trabajo aparece publicado en el último número del <em>Journal of Moral Education</em>.</p>
<p>Por supuesto, los padres pueden citar una serie de razones para modificar concientemente su representación de la realidad. Algunas son por inofensivas, como perpetuar el mito de Papá Noel. Otros hechos son representados equivocadamente para proteger a los niños de verdades dolorosas o inventados para esconder información que, creen, es mejor que quede en la oscuridad.</p>
<p>Pero Heyman, Lee y Luu sugieren que con mucha frecuencia los padres recurren a mentirillas para que sus hijos se sientan mejor – como decir que unos garabatos son una obra de arte – o para lograr un resultado buscado, como decir a un bebé travieso que van a llamar a la policía, o que el arroz que no comen se convertirá en gusanos o que “el hombre de la bolsa” se va a llevar a los chicos que no se acuestan a la hora indicada. <br />
<br />
Heyman, madre de tres niños entre 7 y 16 años, comprende la inclinación hacia la distorsión. "No digo que los padres no digan nunca alguna falsedad," dijo. Pero nop debemos olvidar que los niños incorporan muchas de esas primeras señales y lecciones sobre conducta social observando a sus padres.</p>
<p>"Si escuchan a su mamá quejándose de alguna persona y haciendo comentarios sobre su conducta y luego la ven saludar a esa persona con mucha alegría, terminan por lo menos confundidos," dijo Heyman.</p>
<p>En el primer experimento, los psicólogos preguntaron a 127 estudiantes si una lista con descripciones de episodios de mentiras parentales evocaban recuerdos en sus propias experiencias. Casi todos respondieron que recordaban por lo menos una situación, y 79% dijo también que sus padres les habían enseñado que mentir es inaceptable.</p>
<p>Entre el resto muchos dijeron que sus padres les aconsejaron que mentir estaba bien sólo en determinadas circunstancias.</p>
<p>En el segundo experimento, los investigadores presentaron a 127 padres escenarios donde se decían mentiras para lograr algún tipo de resultado. Un ejemplo: “Si jugás con fuego, te vas a hacer pis en la cama”.</p>
<p>Preguntaron a los participantes si habían experimentado situaciones similares.</p>
<p>Si bien todos los padres pregonaban la honestidad, casi todos admitió además que habían faltado a la verdad alguna vez. En su mayoría, dice Heyman, los padres no veían exactamente esos dichos como mentiras y no consideraban lo que podría pasar si sus hijos descubrían la verdad.</p>
<p><br />
</p>
Las mentiras de los padres
¿Alguna vez le ha dicho una pequeña mentira a sus hijos? Si es así, no está sola ni solo. La verdad es que todos los padres mienten. Entre mentiras, les enseñamos que la honestidad es el mejor camino.