viernes, 27 de diciembre de 2024

¿La forma de la copa afecta el sabor del vino?

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Hoy existen en el mercado nuevos diseños de copas que invitan a disfrutar del vino de manera diferente. Pero, ¿vale realmente invertir en ellas? ¿Afectan realmente la experiencia de beber?

<p>Hace no mucho tiempo ser due&ntilde;o de un juego de vasos de vino era la cumbre de la sofisticaci&oacute;n: la mayor&iacute;a de las personas tomaba sus bebidas alcoh&oacute;licas en vasos de vidrio comunes o, en el caso de asistir a una fiesta, en peque&ntilde;os vasitos de pl&aacute;stico. Pero alguien cambi&oacute; las reglas. Hoy no es suficiente tener copas de vino; la &uacute;ltima tendencia es tener diferentes copas para diferentes clases de vino.</p>
<p>Con los nuevos dise&ntilde;os reaparecen viejos debates. En 1951 Raymond Postgate, que alcanz&oacute; la fama con sus gu&iacute;as del buen comer, escribi&oacute; que los cinco tipos de copas (para tomar jerez, vino tinto, oporto, champagne y vino blanco) no modifican en nada la experiencia de beber. Fue m&aacute;s all&aacute; y dijo que las de jerez est&aacute;n especialmente dise&ntilde;adas para enga&ntilde;ar el ojo del comprador y pensar que all&iacute; hay m&aacute;s cantidad de bebida. En el mismo art&iacute;culo sentencia que hay una sola clase de copa para vinos que vale la pena. &ldquo;Sirve para cualquier vino. Tiene que ser incolora, en forma de tulip&aacute;n, y el borde tiene que estrecharse&rdquo;.</p>
<p>Sin embargo, en Austria Claus Riedel &ndash;novena generaci&oacute;n en su familia en el negocio de las copas de cristal- investig&oacute; los efectos de las formas en el sabor del vino. En 1961 lanz&oacute; una gama de copas que cre&iacute;an superiores porque, por su forma, forzaban a tomar el vino en un &aacute;ngulo que aumentaba su sabor.</p>
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<p>Sigue esta tradición el experto en vinos Will Parker. Al principio él también era un escéptico de las formas pero las copas de Riedel lo convencieron. Dice que la edición especial de cinco diferentes para vino tinto y blanco, a US$ 45, se han vuelto muy populares. En estas épocas de austeridad, Parker piensa que los productos se venden bien porque las personas prefieren darse un gusto en casa en lugar de salir a comer afuera.</p>
<p>La copa para vino blanco o rosado está especialmente diseñada para enfatizar las notas aromáticas de la bebida. Por su forma el líquido se concentra en la mitad de la lengua y no hacia los costados, donde están los receptores más ácidos. Lo que sucede es que, al no concentrarse en el ácido, el consumidor puede deleitarse con otras notas más sutiles. La copa pequeña para vino tinto logra suavizar el tanino y, en su versión más grande, concentrar en la boca los sabores de las frutas rojas.</p>
<p>Los recipientes no cambian el sabor del vino pero sí la percepción que se tiene de él. Parker es un fanático: piensa que las copas de Riedel pueden transformar “profundamente” la percepción del sabor. Para él comprar una buena botella de vino sin la copa correcta es como comprar un buen reproductor de DVD para una pantalla en blanco y negro.</p>
<p>Pero no todos concuerdan. Otros especialistas en la materia admiten que la forma de la copa puede afectar el sabor pero que es una cuestión solamente para puristas del vino y que los consumidores de todos los días no deberían preocuparse demasiado por tener la apropiada.<br />
La conclusión parece ser que el mal vino será siempre un mal vino sin importar en qué se lo beba. Pero a la hora de deleitarse con uno de calidad, la forma apropiada puede mejorar la experiencia.  </p>

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