Las vacunas contra el cáncer, a diferencia de las de otras enfermedades, no se proponen impedir la infermedad sino preparar el sistema inmunológico para combatir tumores que ya comenzaron a crecer. Aunque la idea suena prometedora, muchos experimentos anteriores ya tropezaron en las pruebas clínicas y ninguno ha sido aprobado en Estados Unidos.
La que acaba de fracasar en la prueba clínica, Canvaxin, es una de las más avanzadas en el proceso de testeo. El doctor Donald L. Morton, director del John Wayne Cancer Institute en Santa Mónica, California, trabaja en este proyecto desde los años ’60. En pruebas anteriores Canvaxin parecía mejorar la tasa de sobrevida de personas con melanoma, un cáncer de piel mortal. Pero aquellos tests no habían sido pruebas controladas tomadas al azar, una regla de oro cuando de evalúan drogas nuevas. CancerVax, una empresa de biotecnología basada en Carlsbad, California, realizó dos pruebas fase tres, por lo general la última etapa del proceso de testeo antes de lograr la aprobación.
Pero la semana pasada CancerVax anunció que una comisión independiente que vigilaba esas pruebas recomendó que se interrumpan – cuando aun ni siquiera habían terminado de inscribir a los pacientes — porque no veían posibilidad de que la gente que recibiera la droga fuera a vivir significativamente más que los que recibirían el placebo.
Ejecutivos de CancerVax y Serono, que ya habían hecho los trámites para extender licencias para Canvaxin, expresan optimismo de que la droga funcione mejor en la tercera prueba. Las acciones de CancerVax cayeron casi a la mitad de su valor al conocerse la noticia; las de Serono, cayeron 0,4%.
Las vacunas contra el cáncer, a diferencia de las de otras enfermedades, no se proponen impedir la infermedad sino preparar el sistema inmunológico para combatir tumores que ya comenzaron a crecer. Aunque la idea suena prometedora, muchos experimentos anteriores ya tropezaron en las pruebas clínicas y ninguno ha sido aprobado en Estados Unidos.
La que acaba de fracasar en la prueba clínica, Canvaxin, es una de las más avanzadas en el proceso de testeo. El doctor Donald L. Morton, director del John Wayne Cancer Institute en Santa Mónica, California, trabaja en este proyecto desde los años ’60. En pruebas anteriores Canvaxin parecía mejorar la tasa de sobrevida de personas con melanoma, un cáncer de piel mortal. Pero aquellos tests no habían sido pruebas controladas tomadas al azar, una regla de oro cuando de evalúan drogas nuevas. CancerVax, una empresa de biotecnología basada en Carlsbad, California, realizó dos pruebas fase tres, por lo general la última etapa del proceso de testeo antes de lograr la aprobación.
Pero la semana pasada CancerVax anunció que una comisión independiente que vigilaba esas pruebas recomendó que se interrumpan – cuando aun ni siquiera habían terminado de inscribir a los pacientes — porque no veían posibilidad de que la gente que recibiera la droga fuera a vivir significativamente más que los que recibirían el placebo.
Ejecutivos de CancerVax y Serono, que ya habían hecho los trámites para extender licencias para Canvaxin, expresan optimismo de que la droga funcione mejor en la tercera prueba. Las acciones de CancerVax cayeron casi a la mitad de su valor al conocerse la noticia; las de Serono, cayeron 0,4%.