El neologismo completo original es “web logs” (bitácoras en la Red) y define un novedoso ejercicio en el derecho a la libertad de opinión, crítica y denuncia. Pero lo que hacen cada vez más compañías es todo lo contrario: blogs institucionales, comerciales, marketineros, etc.
Un pequeño grupo de firmas ha empezado a tomar gente para que redacte, en forma atractiva, sobre temas de actualidad (empresaria) que apten la atención de compradores, clientes, empleados, socios y hasta competidores. Este tipo de mano de obra se reclua generalmente entre redactores y ediotres de contenidos en la web. Su fuerte no es el idioma, sino la experiencia en el nuevo medio. También se contratan “prenseros” independientes.
En el fondo, el uso comercial del blog responde a un contexto de moda entre intelectuales que operan para empresas de medios. Su tesis es tan pegadiza como carente de sustento: “hoy se diluye la diferencia entre comunicadores y lectores, oyentes o espectadores, pues éstos se ponen su altura”. Un imposible fáctic, claro, porque las relaciones de esta clase son piramidales, no llanas.
Por supuesto, quienes usan o promueven el blog comercial apelan a un leguaje típico del marketing. Sostienen, entonces, que el canal permite acercarse al consumidor, crear vínculos de lealtad y confianza mutua, distintos a la venta tradicional, donde lo que cuenta es precio y calidad. Pero, al cabo, el blog también vende algo y no justamente expresiones líricas.
El neologismo completo original es “web logs” (bitácoras en la Red) y define un novedoso ejercicio en el derecho a la libertad de opinión, crítica y denuncia. Pero lo que hacen cada vez más compañías es todo lo contrario: blogs institucionales, comerciales, marketineros, etc.
Un pequeño grupo de firmas ha empezado a tomar gente para que redacte, en forma atractiva, sobre temas de actualidad (empresaria) que apten la atención de compradores, clientes, empleados, socios y hasta competidores. Este tipo de mano de obra se reclua generalmente entre redactores y ediotres de contenidos en la web. Su fuerte no es el idioma, sino la experiencia en el nuevo medio. También se contratan “prenseros” independientes.
En el fondo, el uso comercial del blog responde a un contexto de moda entre intelectuales que operan para empresas de medios. Su tesis es tan pegadiza como carente de sustento: “hoy se diluye la diferencia entre comunicadores y lectores, oyentes o espectadores, pues éstos se ponen su altura”. Un imposible fáctic, claro, porque las relaciones de esta clase son piramidales, no llanas.
Por supuesto, quienes usan o promueven el blog comercial apelan a un leguaje típico del marketing. Sostienen, entonces, que el canal permite acercarse al consumidor, crear vínculos de lealtad y confianza mutua, distintos a la venta tradicional, donde lo que cuenta es precio y calidad. Pero, al cabo, el blog también vende algo y no justamente expresiones líricas.