Crea claramente un monopolio en los grandes torneos de golf, tras un mínimo de competencia.
El PGA Tour indicó que firmó “un acuerdo que combina las actividades comerciales y los derechos” de los Fondos Soberanos Saudíes (PIF) en el golf —incluyendo el LIV— “con las actividades comerciales y los derechos del PGA Tour y el DP World Tour en una nueva entidad con fines lucrativos de propiedad colectiva”.
“El dinero habla”. Con estas palabras explicó Rory McIlroy la decisión a la estupefacta comunidad golfista que no terminaba de asimilar la noticia. McIlroy es la persona de la PGA que durante dos años luchó por contener el éxodo de jugadores que abandonan los circuitos tradicionales para aceptar los millones de petrodólares que ofrece el LIV Golf, una competencia disidente financiada por el Public Investment Fund (PIF), el fondo de riqueza soberana de Arabia Saudita.
Liv había abandonado el elegante mundo del golf desencadenando una seerie de disputas legales y destrozando años de amistades en el circuito. Sin embargo, hasta la semana pasada era el advenedizo que luchaba por conseguir cobertura televisiva en los horarios centrales y acuerdos comerciales importantes. Los mejores jugadores, como McIlroy y Tiger Woods permanecían leales al PGA mientras el mundo del golf soportaba una división tóxica.
Pero la operación anunciada el martes, según la cual el PIF podría poner hasta US$ 3.000 millones en una nueva entidad respaldada por el más grande circuito profesional de golf, elevó al LIV a la cumbre más alta del deporte. La potencia financiera del PIF ( US$ 650.000 millones) había ganado la partida.
No solamente el mundo del golf quedó asombrado. La operación fue uno de los ejemplos más ilustrativos del creciente poder e influencia del PIF bajo las órdenes del príncipe heredero Mohammed bin Salman.
El acuerdo LIV-PGA es la punta del iceberg de un fondo que ha sido reinventado en los últimos ocho años cambiando el paisaje de la riqueza soberana en el Golfo Pérsico y que ha desparramado miles de millones de dólares por todas partes. Ha llegado a personificar las ambiciones de Riyadh, encabezando la iniciativa del príncipe Mohammed de sacudir el viejo orden de la nación y proyectar el reino en la escena mundial. Y está cambiando la forma en que los inversores miran a Arabia Saudita, que con su poder de atracción financiera está atrayendo a algunos que desconfiaban de hacer negocios con Riyadh por su nefasto historial de derechos humanos.
El de los deportes es uno de los 13 sectores estratégicos identificados por el PIF, en parte para ofrecer más opciones de entretenimiento a la población nacional, pero también para defender la marca Arabia Saudita en el extranjero.
En los últimos años ha invertido millones para llevar al país gran cantidad de eventos deportivos, desde el boxeo hasta carreras de Fórmula 1. Pero esta última inversión le da a Arabia Saudita por primera vez un control parcial de un circuito deportivo profesional. El PIF tendrá una importante participación minoritaria en la nueva entidad que va a unificar las operaciones comerciales de la PGA, el DP World Tour Europeo y el LIV.