sábado, 11 de enero de 2025

Tras la utopía de la biblioteca universal

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El problema principal para crear este reservorio del conocimiento global tiene poco que ver con la tecnología. La dificultad surge de la espinosa maraña de temas legales, comerciales y políticos que rodea el negocio editorial. Con o sin Internet, el mundo tal vez no esté listo para este gran proyecto en el que se estancó Google y que ahora aborda Harvard.

<p><span style="color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; ">El ambicioso programa de escaneo de libros de Google se est&aacute; muriendo en los tribunales. Pero ahora hay otro proyecto, liderado por gente de Harvard, para poner</span><em style="color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; margin: 0px; padding: 0px; ">online</em><span style="color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; ">&nbsp;la herencia literaria.&nbsp;</span></p>
<p style="margin: 0px 0px 15px; padding: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; ">As&iacute; lo rese&ntilde;a Nicholas Carr &ndash;ensayista en temas de tecnolog&iacute;a y cultura&ndash;, cuyo libro m&aacute;s reciente es<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">&nbsp;The Shallows: What the Internet Is Doing to Our Brains</em>, en un art&iacute;culo que aqu&iacute; condensamos.<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
En su libro de 1938,&nbsp;<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">World Brain</em>, H.G. Wells imagin&oacute; una &eacute;poca &ndash;no muy distante, cre&iacute;a &eacute;l&ndash; en la que todas las personas del planeta tendr&iacute;an f&aacute;cil acceso a &ldquo;todo lo que se piensa o conoce&rdquo;.<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Los a&ntilde;os 30 eran una d&eacute;cada de mucho avance en microfotograf&iacute;a y Wells supuso que el microfilm ser&iacute;a la tecnolog&iacute;a capaz de poner el cuerpo del conocimiento humano al alcance de todos. Cre&iacute;a que no estaba lejos el d&iacute;a en que un alumno en cualquier parte del mundo pudiera sentarse con un proyector en su propio estudio para examinar, en el momento que le quedara m&aacute;s c&oacute;modo, cualquier libro o cualquier documento.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Era demasiado optimismo. La Segunda Guerra Mundial impuso un comp&aacute;s de espera a sus ilusiones y cuando volvi&oacute; la paz, infinitas limitaciones t&eacute;cnicas hicieron impracticable su plan. El microfilm fue un muy importante medio de almacenaje y preservaci&oacute;n de documentos, pero result&oacute; fr&aacute;gil para sostener todo un sistema de transmisi&oacute;n de conocimiento.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Sin embargo, 75 a&ntilde;os m&aacute;s tarde, la idea de Wells sigue viva. El proyecto de crear un gran almac&eacute;n&nbsp;<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">online</em>&nbsp;con todos los libros que se han publicado en el mundo hasta la fecha tiene hoy un nombre, el que le puso el fil&oacute;sofo Peter Singer: &ldquo;La biblioteca de la utop&iacute;a&rdquo;.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Con Internet ha llegado el sistema de informaci&oacute;n que puede almacenar documentos, transmitirlos y entregar informaci&oacute;n a pedido. Lo &uacute;nico que hay que hacer es digitalizar los m&aacute;s de 100 millones de libros que aparecieron desde que Gutenberg invent&oacute; los tipos m&oacute;viles; luego indexar sus contenidos, agregar algunos metadatos descriptivos y ponerlos&nbsp;<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">online</em>&nbsp;con herramientas para verlos y buscarlos.</p>
<p style="margin: 0px 0px 15px; padding: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; "><strong style="margin: 0px; padding: 0px; ">Problemas no tecnol&oacute;gicos<br />
</strong><br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Google ten&iacute;a la capacidad y el dinero para escanear millones de libros en su base de datos, pero los problemas con que tropez&oacute; no fueron tecnol&oacute;gicos. Trabaj&oacute; en el proyecto durante 10 a&ntilde;os pero su plan se atasc&oacute; en una mara&ntilde;a de obst&aacute;culos legales.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Ahora hay otro proyecto monumental para crear una biblioteca universal.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Esta vez no surge de Silicon Valley sino de la Universidad de Harvard. La&nbsp;<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">Digital Public Library of America&nbsp;</em>(DPLA) tiene ambiciosas metas, grandes nombres y generosos colaboradores. Sin embargo, a pesar de todo eso, su &eacute;xito dista mucho de estar asegurado. Quienes lo llevan adelante est&aacute;n advirtiendo que el problema principal para crear una biblioteca universal tiene poco que ver con la tecnolog&iacute;a. El problema surge de la espinosa mara&ntilde;a de temas legales, comerciales y pol&iacute;ticos que rodea el negocio editorial. Con o sin Internet, el mundo tal vez no est&eacute; listo para la biblioteca de la utop&iacute;a.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
En 2002 Larry Page, cofundador de Google, decidi&oacute; escanear todos los libros del mundo en su base de datos. Necesitaba, dec&iacute;a, llevar todos los textos a Internet para poder cumplir con su sue&ntilde;o de poner &ldquo;toda la informaci&oacute;n del mundo&rdquo; al alcance de la gente. Ten&iacute;a la tecnolog&iacute;a, la gente y el dinero para hacerlo.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
En 2004 anunci&oacute; su proyecto &ndash;&ldquo;Google&nbsp;<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">Book Search</em>&rdquo;&ndash; como una simple extensi&oacute;n de su servicio tradicional de b&uacute;squedas. Cinco de las bibliotecas m&aacute;s grandes del mundo, en calidad de socias, le permitir&iacute;an digitalizar sus colecciones de libros a cambio de las copias digitalizadas. Comenz&oacute; entonces el escaneo primero y luego la digitalizaci&oacute;n de millones de vol&uacute;menes. No todos eran libros del dominio p&uacute;blico, algunos estaban todav&iacute;a bajo el r&eacute;gimen de propiedad intelectual.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
All&iacute; fue cuando comenzaron los problemas. Diversas asociaciones de editores demandaron a Google por violaci&oacute;n de propiedad intelectual.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Y Google, en lugar de ir a juicio y defender su&nbsp;<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">Book Search</em>&nbsp;explicando que hac&iacute;a un &ldquo;uso justo&rdquo; de material protegido &ndash;argumento con el cual, seg&uacute;n muchos abogados, podr&iacute;a haber ganado&ndash; prefiri&oacute; arreglar con sus adversarios. Acept&oacute; pagar enormes sumas de dinero a autores y editores a cambio del permiso para desarrollar una base de datos &ndash;comercial&ndash; de libros. Seg&uacute;n el acuerdo, Google pod&iacute;a vender a bibliotecas y otras instituciones suscripciones a su base de datos y adem&aacute;s usar el servicio para vender&nbsp;<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">e-books</em>&nbsp;y mostrar publicidad.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Eso agrav&oacute; la controversia. Bibliotecas y universidades se opusieron al acuerdo. Muchos autores pidieron que retiraran sus libros de las listas. La justicia temi&oacute; monopolio. Las editoriales extranjeras pusieron el grito en el cielo. Finalmente el a&ntilde;o pasado un juez federal en Estados Unidos rechaz&oacute; el acuerdo citando una larga lista de objeciones.</p>
<p style="margin: 0px 0px 15px; padding: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; "><strong style="margin: 0px; padding: 0px; ">El proyecto universitario<br />
</strong><br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Robert Darnton no es Larry Page. Distinguido historiador, acad&eacute;mico, autor y Caballero de la Legi&oacute;n de Honor de Francia, ha dicho que quiere abrir &ldquo;casi todo el repositorio disponible de la cultura humana&rdquo;. Sue&ntilde;a, como Page, con una biblioteca universal<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">online</em>&nbsp;&ldquo;que ponga al alcance de todos los ciudadanos el conocimiento del mundo&rdquo;.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
En los a&ntilde;os 90 inici&oacute; dos proyectos para digitalizar trabajos hist&oacute;ricos y acad&eacute;micos y public&oacute; ensayos sobre las posibilidades de los libros electr&oacute;nicos y la ense&ntilde;anza universitaria digital. En 2007, la Universidad de Harvard lo nombr&oacute; director de su sistema de bibliotecas para que desde all&iacute; intentara realizar su sue&ntilde;o. Aunque Harvard hab&iacute;a sido uno de los primeros socios de Google, Darnton pronto se manifest&oacute; un influyente cr&iacute;tico del acuerdo&nbsp;<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">Book Search.&nbsp;</em><br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Dec&iacute;a que &ldquo;Google<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">&nbsp;Book Search</em>&rdquo; era una &ldquo;especulaci&oacute;n comercial&rdquo; que parec&iacute;a destinada a convertirse en una empresa imbatible, tecnol&oacute;gicamente inatacable y legalmente invulnerable que puede aplastar a toda la competencia&rdquo;. Se convertir&iacute;a, seg&uacute;n Darnton, en &ldquo;un nuevo tipo de monopolio, esta vez de acceso a la informaci&oacute;n&rdquo;.<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Su ret&oacute;rica molest&oacute; a muchos, pero otros admitieron que hab&iacute;a motivos para preocuparse. Darnton tem&iacute;a que Google, operando bajo las amplias protecciones comerciales que otorgaba el acuerdo, tendr&iacute;a el poder para cobrar lo que quisiera por las suscripciones a su base de datos. Y as&iacute;, las bibliotecas terminar&iacute;an pagando sumas exorbitantes para acceder a los mismos vol&uacute;menes que le hab&iacute;an dado gratuitamente a Google para que los digitalizara.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Darnton reconoc&iacute;a que los ejecutivos de Google se mostraban llenos de idealismo y buena voluntad, pero no hab&iacute;a garant&iacute;as de que ellos, o sus sucesores, no fueran a convertirse en depredadores en el futuro. Al permitir &ldquo;la comercializaci&oacute;n del contenido de nuestras bibliotecas&rdquo;, dec&iacute;a, el acuerdo &ldquo;convertir&iacute;a la Internet en un instrumento para privatizar conocimiento que pertenece a la esfera p&uacute;blica&rdquo;.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
En cambio &ndash;plantea Darnton&ndash; si bibliotecas y universidades trabajan juntas, financiadas por fundaciones de caridad, construir&aacute;n una verdadera biblioteca p&uacute;blica en Estados Unidos. Su inspiraci&oacute;n no proviene de la tecnolog&iacute;a sino de los fil&oacute;sofos del iluminismo. Cuando las ideas comenzaban a circular impulsadas por tecnolog&iacute;as como la imprenta y el correo, pensadores como Voltaire, Rousseau, y Thomas Jefferson cre&iacute;an ser ciudadanos de una Rep&uacute;blica de las Letras, una meritocracia librepensadora que trascend&iacute;a las fronteras nacionales. &ldquo;Pero la Rep&uacute;blica de las Letras&rdquo;, dice Darnton hoy, &ldquo;era democracia solo en principio, pues estaba dominada por los bien nacidos y los ricos&rdquo;.<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Con Internet se puede corregir esa desigualdad. Al poner&nbsp;<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">online</em>&nbsp;copias digitales de trabajos, dice, se podr&iacute;an abrir las colecciones de las grandes bibliotecas del pa&iacute;s a cualquier persona con acceso a la red. Se podr&iacute;a, entonces, crear la &ldquo;Rep&uacute;blica Digital de las Letras&rdquo;, gratis, abierta y democr&aacute;tica.</p>
<p style="margin: 0px 0px 15px; padding: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; "><strong style="margin: 0px; padding: 0px; ">La puesta en marcha<br />
</strong><br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">Berkman Center for Internet and Society</em>, de la Universidad de Harvard, acept&oacute; con gusto el desaf&iacute;o de Darnton. Anunci&oacute; a fines de 2010 que coordinar&iacute;a un esfuerzo para crear la DPLA y convertir el sue&ntilde;o del iluminismo en una realidad de la era de la informaci&oacute;n. El proyecto consigui&oacute; la financiaci&oacute;n inicial de&nbsp;<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">Alfred P. Sloan Foundation</em>&nbsp;y form&oacute; una junta directiva integrada por muchas luminarias. El centro se puso como meta tener la biblioteca digital en actividad, aunque sea en forma rudimentaria, para abril de 2013.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Cuando la justicia dio el golpe de gracia a Google, Darnton no de&shy;sa&shy;provech&oacute; la ocasi&oacute;n para presentar la DPLA como la mejor oportunidad para que el mundo tenga una biblioteca digital universal. Y, por cierto, consigui&oacute; amplio apoyo.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Pero la decisi&oacute;n de llamarla &ldquo;biblioteca p&uacute;blica&rdquo; tambi&eacute;n levant&oacute; polvareda. Por un lado, la asociaci&oacute;n de bibliotecas estaduales pidi&oacute; que se cambiara el nombre al proyecto. Si bien las bibliotecas de cada uno de los estados de la Uni&oacute;n manifestaban su apoyo a un proyecto &ldquo;para poner el conocimiento cient&iacute;fico y cultural de nuestro pa&iacute;s y del mundo al alcance de todos&rdquo;, les preocupaba que al presentarse como la biblioteca p&uacute;blica del pa&iacute;s, &ldquo;la DPLA pod&iacute;a dar a entender que las bibliotecas p&uacute;blicas pueden ser reemplazadas en m&aacute;s de 16.000 comunidades en Estados Unidos por una biblioteca digital nacional&rdquo;. Esa percepci&oacute;n har&iacute;a m&aacute;s dif&iacute;cil para las bibliotecas locales protegerse de recortes presupuestarios.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
La controversia sobre la nomenclatura indica la presencia de un problema m&aacute;s profundo que acosa a la biblioteca&nbsp;<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">online</em>: su incapacidad para definirse. El proyecto DPLA sigue siendo un misterio en muchos aspectos. Nadie sabe con exactitud c&oacute;mo funcionar&aacute; o qu&eacute; ser&aacute;. Esa vaguedad es deliberada. Cuando el Berkman Center lanz&oacute; la iniciativa, quer&iacute;a que las decisiones fueran tomadas en colaboraci&oacute;n evitando decretos desde arriba que pudieran alienar a las partes interesadas. Pero seg&uacute;n personas allegadas al proyecto, hay importantes desacuerdos en la comisi&oacute;n directiva sobre la misi&oacute;n y el alcance. Muchos aspectos importantes est&aacute;n todav&iacute;a por definirse.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
No hay consenso todav&iacute;a sobre si alojar&aacute; los libros digitalizados en sus propios servidores, o si aportar&aacute; se&ntilde;aladores a colecciones digitales almacenadas en las computadoras de otras bibliotecas y archivos. Tampoco la comisi&oacute;n ha decidido sobre qu&eacute; materiales, adem&aacute;s de libros, se incluir&aacute;n en la biblioteca. Fotograf&iacute;as, im&aacute;genes en movimiento, grabaciones de audio, im&aacute;genes de objetos, posteos de&nbsp;<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">blogs</em>&nbsp;y videos<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">online</em>, todo esto est&aacute; en consideraci&oacute;n. Otro tema abierto es si tratar&aacute; de brindar cualquier tipo de acceso a libros de publicaci&oacute;n reciente, incluyendo&nbsp;<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">e-books</em>&nbsp;populares. Darn&shy;ton cree que la biblioteca digital deber&iacute;a permanecer al margen de trabajos publicados en los &uacute;ltimos cinco o 10 a&ntilde;os, para no entrar en el terreno de editoriales y bibliotecas p&uacute;blicas. Cree que ser&iacute;a un error invadir el mercado comercial actual. Sabe que su postura no coincide con la de otros en el proyecto.</p>
<p style="margin: 0px 0px 15px; padding: 0px; color: rgb(85, 85, 85); font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; line-height: 16px; "><strong style="margin: 0px; padding: 0px; ">La pared de los derechos de autor<br />
</strong><br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Aun si la junta directiva lograra alguna armon&iacute;a de opiniones, la forma definitiva que adoptar&aacute; la DPLA sigue en el misterio. El principal tema que sobrevuela el proyecto es uno que no se puede resolver por decreto ejecutivo, ni siquiera mediante la construcci&oacute;n de un consenso metodol&oacute;gico. Es el mismo tema que acos&oacute; a Google&nbsp;<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">Boook Search</em>&nbsp;y que acecha a cualquier esfuerzo por crear una gran biblioteca&nbsp;<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">online</em>: c&oacute;mo superar las restricciones del pa&iacute;s sobre derechos de autor. Los problemas legales son inmensos.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Algunos acad&eacute;micos creen que las restricciones de propiedad intelectual frustrar&aacute;n cualquier intento de crear una biblioteca&nbsp;<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">online</em>&nbsp;universal a menos que el Congreso cambie la ley actual.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
Expertos en el tema de&nbsp;<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">New York Law School&nbsp;</em>creen que ser&aacute; muy dif&iacute;cil incluir trabajos hu&eacute;rfanos en una base de datos digital sin nueva legislaci&oacute;n, que habr&aacute; que introducir grandes cambios en la ley de propiedad intelectual para crear una biblioteca que pueda incluir trabajos recientes. Es posible que hagan falta muchos a&ntilde;os de presi&oacute;n p&uacute;blica para lograr que los pol&iacute;ticos aporten los remedios necesarios.&nbsp;<br style="margin: 0px; padding: 0px; " />
A pesar de los enormes desaf&iacute;os, la&nbsp;<em style="margin: 0px; padding: 0px; ">Digital Public Library of America&nbsp;</em>tiene un entusiasta cuerpo de voluntarios y algunos generosos colaboradores. Parece probable que el a&ntilde;o pr&oacute;ximo se comience a realizar alg&uacute;n tipo de intercambio de metadatos. Qu&eacute; pasar&aacute; despu&eacute;s de eso no se sabe.</p>

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