lunes, 25 de noviembre de 2024

Lo que importa es quién controlará la TV en 2011

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El ruido es infernal. La barahúnda de argumentos es una artillería que no cesa en ningún momento. Todos tienen algo que decir –apasionado y rotundo– sobre la ley de medios presentada por el Ejecutivo en el Congreso. No es un debate que pueda jactarse de rigor, claridad o ponderación.

<p>Si hubiera un momento de silencio, lo esencial ser&iacute;a perceptible. Lo que est&aacute; en juego es &ndash;poco m&aacute;s o menos&ndash; sencillamente qui&eacute;n estar&aacute; en capacidad de controlar las grandes cadenas de televisi&oacute;n para las elecciones presidenciales de 2011.<br />
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Los grandes protagonistas de esta contienda lo ven con toda claridad, especialmente el Gobierno. Que el plazo, aunque resulte rid&iacute;culo, de un a&ntilde;o para desinvertir &ndash;plazo para aquellos que tendr&iacute;an que desprenderse de activos con el nuevo r&eacute;gimen de la ley&ndash; sea el gran punto de pelea donde parece que se juega todo, as&iacute; lo demuestra.<br />
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En el medio quedan montones de verdades a medias. No es cierto que se trate de reemplazar una ley de la dictadura. Quien se ocupe de leer el texto original de esa ley, y de entender la mara&ntilde;a de decretos y disposiciones que la cambiaron durante m&aacute;s de dos d&eacute;cadas, comprobar&aacute; que nada queda de aquella norma invocada y que en su reemplazo hay un sistema de parches, que sin duda reclama una ley actualizada.<br />
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Una ley que no se haga con la intenci&oacute;n casi exclusiva de golpear a un grupo de medios y menos a&uacute;n con la vocaci&oacute;n de entronizar a amigos del Gobierno en posici&oacute;n de influir sobre la opini&oacute;n p&uacute;blica.<br />
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Una ley que &ndash;por lo menos en el texto original&ndash; tiene muchos puntos rescatables y hasta encomiables. Pero que no puede tener como &oacute;rgano de aplicaci&oacute;n a uno manejado por el Gobierno de turno con poder de vida o muerte sobre la vida &uacute;til de las licencias otorgadas.<br />
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El papel del Gobierno y de sus legisladores alineados es claro: el texto mejor para satisfacer los propios intereses antes del 10 de diciembre, cuando cambiar&aacute; la composici&oacute;n del Parlamento. En cambio, la oposici&oacute;n, m&aacute;s dispersa, est&aacute; atrapada en un dilema de hierro: tiene miedo de ser sospechosa de apoyar en particular a un grupo de medios, o de no ser progresistas o de pretender mantener una ley de la dictadura.<br />
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La mayor&iacute;a preferir&iacute;a un debate m&aacute;s sereno, con tiempos parlamentarios adecuados, y con el verdadero af&aacute;n de tener una buena ley. Pero ignoran el perfil del principal impulsor del proyecto.<br />
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A N&eacute;stor Kirchner le pueden decir que &ldquo;quiere conculcar la libertad de expresi&oacute;n&rdquo;, &ldquo;favorecer el capitalismo de amigos&rdquo; o cualquier otra acusaci&oacute;n que har&iacute;a palidecer a otro dirigente pol&iacute;tico. Pero no a &eacute;l. Es blindado. Su mejor respuesta puede ser: &ldquo;S&iacute;, &iquest;y qu&eacute;?&rdquo;. Su &iacute;ntimo convencimiento &ndash;equivocado, por cierto&ndash; es que las elecciones de junio se perdieron por culpa de la cerrada oposici&oacute;n de la prensa, y en especial de la TV.<br />
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Ese rasgo de la personalidad del santacruce&ntilde;o no termina de ser interpretado por la oposici&oacute;n que pasa de argumentos principistas &ndash;muy loables&ndash; a una confusi&oacute;n sobre lo que est&aacute; en juego. Y en la radicalizaci&oacute;n de la guerra, los que no sepan diferenciarse pueden quedar entre dos fuegos. La m&aacute;s dura campa&ntilde;a opositora al Gobierno es sin duda la campa&ntilde;a publicitaria de Clar&iacute;n, con este<em> leit motiv: </em>&ldquo;La realidad se puede tapar o se puede hacer tapa&rdquo;. Una tibieza exagerada de los opositores tendr&aacute; consecuencias para ellos cualquiera sea el mapa de los medios que quede despu&eacute;s de este debate.<br />
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Tal vez el aspecto m&aacute;s deficitario de la nueva propuesta de ley es que no contempla el implacable avance de la tecnolog&iacute;a transformadora en los &uacute;ltimos lustros. Ahora sabemos que la estrechez del espectro puede ampliarse sustancialmente, entendemos el avance de transmisi&oacute;n satelital, percibimos el potencial de nuevas expresiones de radio y de TV que ha liberado Internet. Junto con el proceso paralelo de fragmentaci&oacute;n de las audiencias, que favorecen el desarrollo de las grandes cadenas de televisi&oacute;n pero tambi&eacute;n de actores que representan diversos intereses de la sociedad.<br />
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Ning&uacute;n preconcepto no actualizado, ning&uacute;n prejuicio debe soslayar la incidencia transformadora que est&aacute; produciendo la reinvenci&oacute;n de los medios.</p>
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<strong>Diversidad tecnol&oacute;gica</strong></p>
<p>Hace pocas semanas, por ejemplo, el 28 de agosto pasado, la C&aacute;mara Federal de Apelaciones &ndash;distrito de Columbia&ndash; fall&oacute; en Estados Unidos a favor de Comcast, contra el l&iacute;mite m&aacute;ximo de 30% en mercado impuesto por la Comisi&oacute;n Federal de Comunicaciones (CFC).<br />
Ese tope afectaba a los operadores directos y el tribunal de alzada lo defini&oacute; como &ldquo;arbitrario y caprichoso&rdquo;. Fuera del negocio, muchos creen que el dictamen puede fomentar monopolios de cables. Otros, como Peter Fader (Wharton<em> interactive media initiative,</em> WIMI), predicen &ldquo;una edad de oro para el servicio y los usuarios, inclusive los inal&aacute;mbricos&rdquo;.</p>

<p>Comcast es la mayor compañía estadounidense de cable y, obviamente, la más aludida cuando se habla de exceder aquel 30% de límite dispuesto hasta ahora por la CFC. ¿Sería posible que el gigante buscase en el futuro controlar demasiado? De acuerdo con Fader, no hay una historia que convalide ese temor. <br />
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Por cierto, circula una gran cantidad de concurrentes con diversos grados de peso. “Este mercado implica un conjunto de tecnologías y modelos de negocios diferentes. Comcast lo hace más interesante, pero está lejos de ganar la carrera”. Al respecto, entran en juego los canales maestros (<em>gatekeepers</em>) y su porvenir. Dado que este prestador provee de video y banda ancha a una de cada cinco familias en Estados Unidos, opera realmente como canal maestro. Así, sus decisiones sobre programación pueden influir mucho.<br />
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“De una manera u otra –puntualiza el experto de Wharton–, este mercado continúa competitivo. Merced a economías de escala eficaces y una amplia gama de opciones, Comcast ofrece diversos tipos de programación, algo que le sería imposible si fuese uno más entre innumerables jugadores. El público, cabe notar, tiene alternativas que no existían no muchos años atrás”.</p>
<p><strong>Amenaza en el horizonte</strong><br />
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Time Warner, Verizon y Comcast afrontan la misma amenaza en el horizonte: la creciente masa de espectadores que obtiene sus videos de Internet. De ahí que Comcast y TW se hayan asociado para suscribir más usuarios en línea. Ahora bien, ¿están haciendo lo suficiente para promover sus negocios interactivos?<br />
“La iniciativa mencionada, <em>TV everywhere</em> (TV omnipresente), es relativamente novedosa –apunta Fader– y excelente idea. Será ventajosa para los abonados y estimulará competidores, inclusive Hulu o YouTube. De nuevo, no hay peligro de que alguien cope el mercado o les restrinja opciones a los usuarios. Tve es una idea fantástica, pero esta batalla la ganará quien ofrezca el mejor servicio en selecciones, calidad, conveniencia y precios”. Partidario intransigente del negocio privado sin cortapisas, el analista sugiere que “reguladores y abogados se queden fuera y dejen que el mercado prospere”.<br />
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Un segmento de esa gama abarca servicios interactivos por vía inalámbrica. Pero Comcast y otros operadores no parecen muy resueltos a incursionar en ese terreno. ¿Debieran hacerlo? Todas esas empresas tienen divisiones inalámbricas, pero dedicadas más a comunicaciones que a entretenimiento. “Sin embargo –subraya Fader, es una tecnología que tienta con incluir canales satelitales”. Cabe analizar si ese factor no incidirá en la competencia y a favor de cuál sector.<br />
“No necesariamente más datos son mejores datos. Todo depende –presume el especialista de Wharton– de cómo se saque partido de ellos. Comcast y otros grandes proveedores de cable acaban de crear un emprendimiento conjunto, el proyecto Canoa, centrado alrededor de un objeto: generar parámetros y formatos informáticos comunes para todo el país. Esto permitiría estructurar paquetes publicitarios segmentados demográficamente. Es una gran idea pero, hasta el momento, ha sido un fracaso”.<br />
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Volviendo al tema de la propiedad o el control de televisión por cable, era obvio que el Congreso esperaba de la CFC imponer restricciones como las que rechazan Fader y el negocio mismo. Ahora bien ¿existen límites de alguna clase o la creciente diversidad tecnológica los tornará en irrelevantes al poco tiempo?<br />
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La prueba de resistencia remite a si a los usuarios las cosas les van bien como están o si deberán aprestarse para asimilar cambios. El experto espera lo segundo y no ve riesgos en el horizonte. “Todo irá mejor a medida como surjan nuevas tecnologías y más jugadores ingresen al escenario. Sería un error deducir de anteriores perfiles del mercado los que aparezcan en lo sucesivo: no habrá recetas ni precedentes fijos. La CFC y el Congreso estadounidense deberán reconocer esta realidad.</p>

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