domingo, 24 de noviembre de 2024

El misterio de la fábrica de alfileres

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En Knowledge and the Wealth of Nations, David Warsh escribe sobre la revolución intelectual –invisible al ojo del gran público– que transformó la profesión de los economistas entre los ’70 y los ’80. Paul Krugman dice que nunca vio a alguien escribir tan bien como Warsh sobre el “mundo social de la investigación económica”.

Warsh cuenta la historia de una gran contradicci&oacute;n escondida en el coraz&oacute;n de la teor&iacute;a econ&oacute;mica desde 1776, a&ntilde;o en que Adam Smith public&oacute; <em>La riqueza de las naciones</em>, que llama la lucha entre la F&aacute;brica de Alfileres y la Mano Invisible. Por una parte, Smith destacaba los inmensos aumentos de productividad que pod&iacute;an lograrse con la divisi&oacute;n del trabajo, que mostraba en su famoso ejemplo de la f&aacute;brica de alfileres. Por otro lado, fue el primero en reconocer que una econom&iacute;a de mercado puede utilizar el inter&eacute;s personal en pro del bien com&uacute;n, haciendo que una mano invisible gu&iacute;e a cada individuo hacia un fin que no est&aacute; en su intenci&oacute;n.<br />
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Los dos conceptos, son, obviamente, opuestos. La par&aacute;bola de la f&aacute;brica de alfileres dice que la escala da beneficios: m&aacute;s grande la f&aacute;brica, m&aacute;s especializaci&oacute;n, m&aacute;s productividad. Ahora bien, las rentas crecientes crean una natural tendencia hacia el monopolio, porque una gran empresa tiene mayor escala y puede bajar costos m&aacute;s que una peque&ntilde;a. Entonces, en un mundo de renta creciente, las grandes expulsan a las peque&ntilde;as, hasta que cada industria queda bajo el dominio de unos pocos jugadores. <br />
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Pero para que la mano invisible funcione, debe haber muchos competidores en cada rubro que impidan que alguien ejerza poder monop&oacute;lico. Por lo tanto, la idea de que los mercados libres siempre funcionan bien depende del supuesto de la renta decreciente y no creciente. <br />
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Durante m&aacute;s de dos siglos, el pensamiento econ&oacute;mico estuvo dominado por el supuesto de la renta decreciente. <em>La F&aacute;brica de Alfileres</em>, olvidada en la trastienda. &iquest;Por qu&eacute;? Como explica Warsh, no era por ideolog&iacute;a; se trataba de seguir la l&iacute;nea de la menor resistencia matem&aacute;tica. La econom&iacute;a siempre fue una disciplina con aspiraciones cient&iacute;ficas; los economistas buscaban, para representar sus ideas, el rigor y claridad que vienen con n&uacute;meros y ecuaciones. Eso es lo que logran con econom&iacute;as de renta decreciente: un formalismo elegante. Por el contrario, las de renta creciente (F&aacute;brica de Alfileres) son dif&iacute;ciles de representar en forma de modelo matem&aacute;tico. <br />
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Y sin embargo, las rentas crecientes fueron siempre una parte muy conspicua de la realidad. Warsh cita al premio Nobel Kenneth Arrow, quien dijo que las rentas crecientes fueron un r&iacute;o subterr&aacute;neo en el pensamiento econ&oacute;mico: siempre presente, aunque rara vez visto a la luz del d&iacute;a&rdquo;.<br />
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La primera mitad de <em>Knowledge and the Wealth of Nations</em> es una historia del pensamiento econ&oacute;mico desde la perspectiva de ese r&iacute;o subterr&aacute;neo. Muestra c&oacute;mo los grandes economistas optan por excluir la renta creciente de sus an&aacute;lisis, aunque casi siempre entend&iacute;an muy bien que estaban omitiendo una parte importante de la historia. La segunda parte del libro describe c&oacute;mo el r&iacute;o subterr&aacute;neo finalmente aflora a la superficie. <br />
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Dice Krugman: <em>&ldquo;Nunca vi a nadie escribir tan bien sobre el mundo social de la investigaci&oacute;n econ&oacute;mica, un mundo de gente brillante, a menudo exc&eacute;ntrica, que en nada se parece a los aburridos opinadores de traje oscuro que comentan la econom&iacute;a en los programas de televisi&oacute;n. Es un mundo de modales informales y a la vez de intensa competencia de estatus, donde una sola presentaci&oacute;n en seminario puede transformar repentinamente a un joven (hombre o mujer) en una estrella acad&eacute;mica.&rdquo;</em><br />
Desde finales de los &rsquo;70 hasta finales de los &rsquo;80, muchas de esas estrellas giraron hacia la renta creciente. Los economistas hab&iacute;an encontrado, al fin, formas para hablar de la F&aacute;brica de Alfileres con el rigor necesario para convertirla en respetable. Uno a uno, todos los campos de la econom&iacute;a, desde la organizaci&oacute;n industrial y el comercio internacional hasta la econom&iacute;a urbana, se fueron transformando.

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