jueves, 9 de enero de 2025

Ambiente: en 2012 vence el protocolo de Kyoto

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“Sería difícil hallar un tema más complejo que el cambio climático, sin duda el desafío mas acuciante que afronta la sociedad mundial. Para muchas empresas y no pocos estados, la transición verde, o sea a economías bajas en emisión de carbono, representa vastas oportunidades dignas de ser aprovechadas lo más rápido posible”.

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<p><img src="../../../../mercado/ro/imagenes/foto_nota_1120_27_1.jpg" alt="" /></p>
<p>As&iacute; comienza un trabajo de Benjamin Warr para la alianza Insead/Wharton. El consiguiente dise&ntilde;o de productos y servicios tiende a &ldquo;satisfacer una creciente demanda, clave para un planeta cuyos recursos no renovables se constri&ntilde;en d&iacute;a a d&iacute;a&rdquo;.Este sector exhibe una din&aacute;mica vinculada a la expansi&oacute;n de mercados con significativo potencial de crear riqueza. Entre un grupo de pa&iacute;ses, por ejemplo, Surcorea quiz&aacute; sea el m&aacute;s comprometido en estas b&uacute;squedas. Se&uacute;l &ldquo;vislumbra la salida del carbono como medio id&oacute;neo para reestructurar una econom&iacute;a que sol&iacute;a ser din&aacute;mica, pero que actualmente arriesga una madurez pr&oacute;xima al estancamiento&rdquo;. Este tipo de actores considera que la <em>transici&oacute;n verde</em> no solo es esencial: tambi&eacute;n representa nuevas fuentes de ventajas competitivas. <br />
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Entonces &ldquo;&iquest;por qu&eacute; cambio clim&aacute;tico o biosfera son asuntos tan espinosos si, cruzando ese Rubic&oacute;n psicol&oacute;gico, el sector privado puede obtener tantas recompensas?&rdquo;. Naturalmente, estas oportunidades comportan riesgos y, para muchos, las reconversiones de un modelo a otro son origen de amenazas o incomodidades para el negocio convencional. <br />
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&ldquo;Para ser francos &ndash;admite el experto&ndash;, las transformaciones pueden ser operativamente molestas o dolorosas. Asimismo, suelen estar sujetas a controles ambientales y costos en perpetua evoluci&oacute;n&rdquo;. Peor a&uacute;n, llegan a constituir verdaderas pesadillas para quienes planean inversiones de largo aliento.<br />
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Por supuesto, &ldquo;obra en este plano un demonio llamado incertidumbre. Los gastos de capital, requeridos para innovar o mejorar resultados en materia de energ&iacute;a y combustibles e infraestructura, solo son viables si se cuenta con proyecciones fiables de costos y beneficios. Si no hay confianza, el capital se abroquela en el corto plazo o en perspectivas m&aacute;s f&aacute;ciles&rdquo;.<br />
En tanto los precios para emisiones de carbono fluct&uacute;en con cada negociaci&oacute;n regulatoria y los marcos sean temporalmente ef&iacute;meros o geogr&aacute;ficamente limitados, la econom&iacute;a carecer&aacute; de capacidad suficiente para adoptar decisiones inversoras. <br />
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Esos factores explican por qu&eacute; alcanzar acuerdos &ndash;en escenarios estables a largo plazo&ndash; para reducir emisiones es tan importante. Mucho &ldquo;se cifra en el &eacute;xito o el fracaso de las reuniones anuales posteriores al ya anacr&oacute;nico protocolo de Kyoto (1992)&rdquo;.</p>
<p><strong>Primero, esperanza</strong><br />
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En 2009, los proleg&oacute;menos a Copenhaguen pudieron resumirse en una palabra, &ldquo;Hopenhagen&rdquo; (<em>hope</em> es esperanza en ingl&eacute;s). La atenci&oacute;n de Gobiernos, medios, empresas y sociedad se centraba en el nivel del encuentro, sin precedentes. Pero, al cabo, fue una frustraci&oacute;n, como lo resum&iacute;a <em>Le Monde </em>en una pregunta: &ldquo;&iquest;vali&oacute; la pena ir?&rdquo;. Canc&uacute;n fue otra desilusi&oacute;n, pero concit&oacute; nuevas esperanzas una vez concluida. &iquest;Por qu&eacute;? <br />
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&ldquo;Veamos primero &ndash;apunta Warr&ndash; por qu&eacute; fracas&oacute; Copenhagen, qu&eacute; fue diferente en Canc&uacute;n y qu&eacute; significaron para el ambiente y la econom&iacute;a en general&rdquo;.<br />
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Dejando a un lado el pobre manejo y decisiones cuestionables, &ldquo;a Copenhagen la perdieron sus propias ambiciones y la prisa. Con el protocolo de Kyoto v&aacute;lido hasta 2012, urg&iacute;a que los mayores emisores de di&oacute;xido y mon&oacute;xido de carbono firmasen un acuerdo vinculante, iniciando un proceso claro para el decenio ulterior. No pudo ser: ese grupo abarcaba pesos pesados como Estados Unidos, China, Rusia, Jap&oacute;n e India&rdquo;.<br />
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Canc&uacute;n (2010) fue muy distinto. Sus expectativas eran bajas. Nadie esperaba un acuerdo &oacute;mnibus y el temario reflejaba esa cautela.<br />
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&ldquo;En lugar de un tratado global vinculante, los negociadores se limitaron a fijar las bases para el acuerdo de este a&ntilde;o en Durban, Sud&aacute;frica. Pero con una diferencia que podr&iacute;a ser fatal: hoy queda apenas un a&ntilde;o para que expire el protocolo de Kyoto. Por ende, las nuevas presiones pol&iacute;ticas y sociales, especialmente en Europa occidental, ser&aacute;n intensas&rdquo;. <br />
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Por supuesto, Canc&uacute;n aport&oacute; algunos avances. Por ejemplo, un &ldquo;fondo verde para el clima&rdquo; (FVC) para financiar reconversiones en &Aacute;frica y Latinoam&eacute;rica. Se orienta a &ldquo;pa&iacute;ses incapaces de aprovechar el mecanismo pro desarrollo limpio (MDL) por falta de industrias emisoras de mon&oacute;xido o di&oacute;xido de carbono, vale decir fuentes de canje por bonos. Toda una iron&iacute;a&rdquo;.</p>

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