La misión tiene un presupuesto de US$ 4 millones frente a los US$ 60 millones
que cuesta un viaje organizado por la NASA. El ahorro se logró de varias
maneras. En primer lugar, contratando geniales especialistas rusos, con increíble
experiencia y pocas pretensiones. Luego usando descartes, como el viejo ICBM (misil
balístico intercontinental) que Rusia tuvo que abandonar bajo los términos
del tratado de reducción armamentista. Y en tercer lugar, usando energía
solar en lugar de combustibles tradicionales.
Si todo sale según el plan, el ICBM despegará de las profundidades
del Mar de Barents el martes 21 de junio (que marca el solsticio de verano en
el hemisferio boreal) con una carga salida de la ciencia-ficción: una vela
solar llamada Cosmos 1. La de vela solar es la única clase de nave espacial
que interpreta lo de “nave” como lo hacían en el siglo 16. La
nave no tripulada se deslizará por el espacio con sutiles alas impulsadas
sólo por la presión de fotones, o partículas de luz solar.
La tecnología permite viajes más baratos y más rápidos
al espacio. La financiación, privada, proviene de Cosmos Studios de
Itaca, Nueva York, que produce películas de ciencia-ficción y DVD.
No son los primeros en desarrollar velas solares – ya lo hicieron la NASA,
la European Space Agency, Rusia y Japón – pero sí los
primeros en ponerlas en funcionamiento.
Seis minutos después del lanzamiento, se desprenderá la tercera
etapa del cohete. Es entonces cuando un motor comenzará a funcionar para
impulsar a la nace espacial hacia una órbita casi polar a una altura de
1.300 millas. Luego de 37 minutos en órbita, dos paneles solares (no confundir
con velas solares: los paneles producen la electricidad que moverá las
velas) se desplegarán para girar hacia el sol.
Al cuarto día, los controladores tratarán de desplegar ocho velas
triangulares de 49 pies de largo para conformar un mecanismo similar a un molino
de viento. Si funciona, la Cosmos 1 será tan brillante que podrá
divisarse a simple vista. (el seguimiento puede hacerse desde http://planetary.org/solarsail/watch.)
Los interrogantes son muchos. El material de las velas se puede torcer y enredar.
Se puede atascar. Los rusos probaron varias maneras de desplegar las velas. Si
la fuerza es escasa, las velas se atascan. Si hay demasiada, se rasgan. El método
de desplegado que acordaron nunca ha sido probado en el espacio.
Si las velas se despliegan, el Cosmos 1 navegará alimentado por los rayos
del sol. Los cálculos muestran que en el vacío del espacio la luz
solar puede acelerar la nave a 195 millas por hora después de un día,
y a 10.000 millas por hora después de 100. Es poco probable que la nave
dure tanto. Sus velas – con un espesor de 0,003 milímetros –
se degradarán, y se calcula que caerá a la tierra convertida en
una bola de fuego después de un mes.
Al no depender del combustible pesado e ineficiente que alimenta un cohete, las
velas solares son la mejor esperanza para las misiones espaciales de muy larga
distancia, explican los conocedores. Tan maniobrables como las de naves acuáticas,
las velas solares pueden virar, lo cual en teoría significa que podrían
“entrar a puerto” en cualquier planeta.
Una vela solar – tal vez ayudada con un impulso adicional de luz láser
enviado desde una estación especial en la órbita de la tierra o
de la luna – podría llegar a Plutón en dos o tres años.
Y es la única ruta factible a las estrellas. Los cohetes tradicionales
no pueden llevar el combustible suficiente para un viaje interestelar.
La misión tiene un presupuesto de US$ 4 millones frente a los US$ 60 millones
que cuesta un viaje organizado por la NASA. El ahorro se logró de varias
maneras. En primer lugar, contratando geniales especialistas rusos, con increíble
experiencia y pocas pretensiones. Luego usando descartes, como el viejo ICBM (misil
balístico intercontinental) que Rusia tuvo que abandonar bajo los términos
del tratado de reducción armamentista. Y en tercer lugar, usando energía
solar en lugar de combustibles tradicionales.
Si todo sale según el plan, el ICBM despegará de las profundidades
del Mar de Barents el martes 21 de junio (que marca el solsticio de verano en
el hemisferio boreal) con una carga salida de la ciencia-ficción: una vela
solar llamada Cosmos 1. La de vela solar es la única clase de nave espacial
que interpreta lo de “nave” como lo hacían en el siglo 16. La
nave no tripulada se deslizará por el espacio con sutiles alas impulsadas
sólo por la presión de fotones, o partículas de luz solar.
La tecnología permite viajes más baratos y más rápidos
al espacio. La financiación, privada, proviene de Cosmos Studios de
Itaca, Nueva York, que produce películas de ciencia-ficción y DVD.
No son los primeros en desarrollar velas solares – ya lo hicieron la NASA,
la European Space Agency, Rusia y Japón – pero sí los
primeros en ponerlas en funcionamiento.
Seis minutos después del lanzamiento, se desprenderá la tercera
etapa del cohete. Es entonces cuando un motor comenzará a funcionar para
impulsar a la nace espacial hacia una órbita casi polar a una altura de
1.300 millas. Luego de 37 minutos en órbita, dos paneles solares (no confundir
con velas solares: los paneles producen la electricidad que moverá las
velas) se desplegarán para girar hacia el sol.
Al cuarto día, los controladores tratarán de desplegar ocho velas
triangulares de 49 pies de largo para conformar un mecanismo similar a un molino
de viento. Si funciona, la Cosmos 1 será tan brillante que podrá
divisarse a simple vista. (el seguimiento puede hacerse desde http://planetary.org/solarsail/watch.)
Los interrogantes son muchos. El material de las velas se puede torcer y enredar.
Se puede atascar. Los rusos probaron varias maneras de desplegar las velas. Si
la fuerza es escasa, las velas se atascan. Si hay demasiada, se rasgan. El método
de desplegado que acordaron nunca ha sido probado en el espacio.
Si las velas se despliegan, el Cosmos 1 navegará alimentado por los rayos
del sol. Los cálculos muestran que en el vacío del espacio la luz
solar puede acelerar la nave a 195 millas por hora después de un día,
y a 10.000 millas por hora después de 100. Es poco probable que la nave
dure tanto. Sus velas – con un espesor de 0,003 milímetros –
se degradarán, y se calcula que caerá a la tierra convertida en
una bola de fuego después de un mes.
Al no depender del combustible pesado e ineficiente que alimenta un cohete, las
velas solares son la mejor esperanza para las misiones espaciales de muy larga
distancia, explican los conocedores. Tan maniobrables como las de naves acuáticas,
las velas solares pueden virar, lo cual en teoría significa que podrían
“entrar a puerto” en cualquier planeta.
Una vela solar – tal vez ayudada con un impulso adicional de luz láser
enviado desde una estación especial en la órbita de la tierra o
de la luna – podría llegar a Plutón en dos o tres años.
Y es la única ruta factible a las estrellas. Los cohetes tradicionales
no pueden llevar el combustible suficiente para un viaje interestelar.