<p>Las presiones de esas redes sociales se contagiaron a los propios medios. Durante semanas, los dueños de esta “patria financiera insular” se vieron confrontados con el clamor de la mayoría musulmana de lengua malaya. En un régimen donde los opositores solían ser detenidos por “provocar disturbios”, existía libertad de palabra en una plaza llamada <em>speakers’ corner </em>(rincón de disertantes), en inglés. O sea, una caricatura del londinense Hyde park.<br />
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Las cosas se pusieron difíciles cuando, en vísperas de estos comicios legislativos, el gobierno cerró ese rincón. De inmediato surgieron por Internet sitios disidentes, auspiciados por lo que en la isla se llama “marcadores fuera del sistema”.<br />
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En efecto, recientes reformas constitucionales y electorales permiten propaganda política vía ciberespacio, o sea <em>blogs</em>, <em>podcasts</em>, <em>videocasts</em>, mensajes instantáneos, plataformas para compartir fotos y aplicaciones típicas de la telefonía móvil. <br />
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Por primera ves, pueden subirse grabaciones de campaña, en tanto “no sean dramatizadas ni estén fuera de contexto”. Al mismo tiempo, los videos tomados en reuniones políticas autorizadas pueden descargarse en la Web sin pasar la censura de una oficina estatal.<br />
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De pronto, “los medios sociales bajaron las barreras de ingreso y florecen discursos alternativos por todas partes, como ocurre en la ola que viven los países árabes”, apunta Mark Cenite (universidad tecnológica Nangyang). “El fenómeno es particularmente significativo en Singapur, porque las trabas a la libre opinión y los riesgos concomitantes eran ubicuas. Por su parte, los medios convencionales están tan sujetos al gobierno –como en China misma-. que no obraban de contrapesos”.<br />
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Durante las anteriores elecciones parlamentarias, 2006, una pequeña cantidad de blogs constituía el principal foro en línea de participación ciudadana. Actos y discursos políticos se hallaban fuera de a ley y los activistas apelaban a sitios de países vecinos (Malasia, Indonesia, Filipinas) para expresarse. En los dos primeros hay importantes minorías chinas.<br />
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“Ahora, las barreras al diálogo político han cedido y el efecto inicial es electrizante”, señala Cenite, “Los críticos al régimen pueden identificarse y apoyarse fácilmente entre sí, sin afrontar riesgos penales”. El cambio dio vuelo a una intensa campaña donde los partidos opositores debían elevar considerablemente sus bancas: sólo dos de 84. En esta ocasión, aspiraban a disputar 82 contra 42 en 2006.<br />
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En general, los analistas ignoraban cuánto de ese impulso se traduciría en escaños. Sucede que el oficialista partido de Acción Política (PAP) controla Singapur desde1959, cuando se separó –junto con Brunei- de la recién nacida Federación Malaya, hoy Malasia. Pero, a diferencia de China, Vietnam, Laos o Tailandia, el régimen insular se juega una cara brava al incorporar Internet a las campañas electorales. Tiene dos ventajas: la influencia política de la minoría étnica china, desproporcional a su tamaño, y el poder financiero de la banca privada anglosajona y japonesa, aliadas seguras del gobierno.<br />
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Singapur: redes sociales y una forzosa apertura
El domingo, esta ciudad estado autoritaria, en manos de una minoría étnica china, penetró en un terreno ignoto: elecciones parlamentarias parcialmente libres. Las forzó la tecnología, vía Facebook o Twitter , actuando como fórceps político.