sábado, 28 de diciembre de 2024

Luz verde para una tecnología casi revolucionaria

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Está comenzando una nueva era en comunicaciones: la de la red mundial inalámbrica sin fisuras. Para 2005, creen varios analistas, quienes viajen seguido se conectarán a redes inalámbricas en cualquier parte del planeta.

Una nueva actitud en el gobierno de Estados Unidos, inspirado en políticas aplicadas ya en Gran Bretaña y Japón, puede generar cambios fundamentales en materia de comunicaciones y dispositivos manuales.

Al cabo de idas y vueltas que habían llevado más de un año, en septiembre último la comisión federal de Comunicaciones (FCC, Federal Communications Comisión) introdujo normas adaptadas a la transmisión de voz y datos vía “radios definidas por software”, RDS (en inglés SDR: software-defined radios). La medida tiende a promover una nueva generación en comunicaciones y, en cierto modo, a cubrir parte del vacío creado en 1999/2000 por el fracaso de la red Iridium.

Más que emisoras convencionales, la modalidad RDS involucra dispositivos fácilmente programables para emitir y captar señales en múltiples frecuencias o formatos. También pueden ampliarse descargando softwares. Esto les ahorrará a los usuarios la compra de equipos específicos para cada aplicación adicional.

Hacia una red planetaria

Por otra parte, los proveedores de servicios accederán a una mayor gama de frecuencias radiales para transmitir datos. Entonces, cuando algunas bandas se saturen, los abonados podrán pasar –sin interrupciones- a frecuencias menos atiborradas.

Tarde o temprano, el sistema RDS implicará una red mundial inalámbrica sin fisuras; es decir, comunicaciones en todas partes y en todo momento. Aunque, por ahora, pocas empresas del sector parezcan dispuestas a incursionar en el nuevo marco; tanto en EE.UU.-Canadá cuanto en Japón y la Unión Europea. Los motivos son casi obvios: sobreoferta de fibra óptica, caso Iridium y frustración de ciertas expectativas respecto de la “III generación” (dispositivos inteligentes).

Pero la modalidad RDS cambia demasiadas cosas como para quedarse mucho tiempo en el limbo. Por ejemplo, antes de esta innovación, sólo las computadoras generaban señales radiales y sintonizaban las emitidas. Ello obligaba a los usuarios a adquirir nuevas unidades si querían incorporar tecnología o servicios. En los dispositivos RDS, por el contrario, es posible descargar programas y extender aplicaciones. Al mismo tiempo, las nuevas normas le facilitarán a la FCC autorizar mejoras en dispositivos manufacturados con permiso oficial.

Mayor flexibilidad

Hasta hace pocos meses, si un fabricante deseaba modificar productos, los prototipos debían ser reclasificados tras una detenida inspección a cargo de la FCC. Por ende, los consumidores interesados en ampliar aplicaciones tenían que comprar nuevo hardware. A partir de las recientes reformas, el software de equipos y dispositivos RDS puede modificarse gestionando un simple permiso. Un mero cambio en el número identificatorio (FCC ID) será, pues, suficiente.

Distribuidores, instaladores y demás terceras partes podrán modificar los softwares de dispositivos en su poder tramitando el permiso de la FCC en nombre del licenciatario respectivo. Ello les permitirá a proveedores de equipos y programas asociarse o aliarse para acelerar el desarrollo o la introducción de tecnologías innovadoras.

No son todas rosas, empero. Obviamente, para los consumidores, teléfonos y otros dispositivos de comunicación portátiles programables a piaccere representan el paraíso. En cambio, los fabricantes de hardware no se ven tan felices. Según apunta Investors Business Daily, la “revolución RDS podría reducir la demanda de equipos, teléfonos, dispositivos y periféricos”.

Cuestión de tiempo

Esa industria precisará tiempo para adaptarse o redimensionarse, admiten autoridades del SDR Forum, una entidad internacional que apoya el desarrollo y el empleo de esta tecnología. Su presidente, Stephen Blunt, advierte que “las transformaciones exigirán considerables inversiones. Los productores de equipos, los proveedores de servicios y los fabricantes de dispositivos manuales deben persuadirse de que esta tecnología renovará y complementará sus modelos de negocios”.

En verdad, la modalidad RDS convencerá al mercado debido, precisamente, a su capacidad de generar redes mucho más flexibles, baratas y accesibles que las conocidas hasta ahora. Además, el sistema le permitirá al usuario individual o corporativo “pagar sobre la marcha”, autonomía y compatibilidad entre dispositivos en escala global. Así, los operadores de redes podrán separar ofertas de servicios sin cargarse de equipos y extenderse fácilmente a franjas o mercados vecinos.

A pesar de tantas ventajas, la propia FCC y los grupos interesados saben que difundir este tipo de innovaciones requiere un marketing intenso y persistente. Pero ni siquiera los sectores que se sienten afectados niegan que la tecnología RDS acabará siendo la norma en la industria.

Una nueva actitud en el gobierno de Estados Unidos, inspirado en políticas aplicadas ya en Gran Bretaña y Japón, puede generar cambios fundamentales en materia de comunicaciones y dispositivos manuales.

Al cabo de idas y vueltas que habían llevado más de un año, en septiembre último la comisión federal de Comunicaciones (FCC, Federal Communications Comisión) introdujo normas adaptadas a la transmisión de voz y datos vía “radios definidas por software”, RDS (en inglés SDR: software-defined radios). La medida tiende a promover una nueva generación en comunicaciones y, en cierto modo, a cubrir parte del vacío creado en 1999/2000 por el fracaso de la red Iridium.

Más que emisoras convencionales, la modalidad RDS involucra dispositivos fácilmente programables para emitir y captar señales en múltiples frecuencias o formatos. También pueden ampliarse descargando softwares. Esto les ahorrará a los usuarios la compra de equipos específicos para cada aplicación adicional.

Hacia una red planetaria

Por otra parte, los proveedores de servicios accederán a una mayor gama de frecuencias radiales para transmitir datos. Entonces, cuando algunas bandas se saturen, los abonados podrán pasar –sin interrupciones- a frecuencias menos atiborradas.

Tarde o temprano, el sistema RDS implicará una red mundial inalámbrica sin fisuras; es decir, comunicaciones en todas partes y en todo momento. Aunque, por ahora, pocas empresas del sector parezcan dispuestas a incursionar en el nuevo marco; tanto en EE.UU.-Canadá cuanto en Japón y la Unión Europea. Los motivos son casi obvios: sobreoferta de fibra óptica, caso Iridium y frustración de ciertas expectativas respecto de la “III generación” (dispositivos inteligentes).

Pero la modalidad RDS cambia demasiadas cosas como para quedarse mucho tiempo en el limbo. Por ejemplo, antes de esta innovación, sólo las computadoras generaban señales radiales y sintonizaban las emitidas. Ello obligaba a los usuarios a adquirir nuevas unidades si querían incorporar tecnología o servicios. En los dispositivos RDS, por el contrario, es posible descargar programas y extender aplicaciones. Al mismo tiempo, las nuevas normas le facilitarán a la FCC autorizar mejoras en dispositivos manufacturados con permiso oficial.

Mayor flexibilidad

Hasta hace pocos meses, si un fabricante deseaba modificar productos, los prototipos debían ser reclasificados tras una detenida inspección a cargo de la FCC. Por ende, los consumidores interesados en ampliar aplicaciones tenían que comprar nuevo hardware. A partir de las recientes reformas, el software de equipos y dispositivos RDS puede modificarse gestionando un simple permiso. Un mero cambio en el número identificatorio (FCC ID) será, pues, suficiente.

Distribuidores, instaladores y demás terceras partes podrán modificar los softwares de dispositivos en su poder tramitando el permiso de la FCC en nombre del licenciatario respectivo. Ello les permitirá a proveedores de equipos y programas asociarse o aliarse para acelerar el desarrollo o la introducción de tecnologías innovadoras.

No son todas rosas, empero. Obviamente, para los consumidores, teléfonos y otros dispositivos de comunicación portátiles programables a piaccere representan el paraíso. En cambio, los fabricantes de hardware no se ven tan felices. Según apunta Investors Business Daily, la “revolución RDS podría reducir la demanda de equipos, teléfonos, dispositivos y periféricos”.

Cuestión de tiempo

Esa industria precisará tiempo para adaptarse o redimensionarse, admiten autoridades del SDR Forum, una entidad internacional que apoya el desarrollo y el empleo de esta tecnología. Su presidente, Stephen Blunt, advierte que “las transformaciones exigirán considerables inversiones. Los productores de equipos, los proveedores de servicios y los fabricantes de dispositivos manuales deben persuadirse de que esta tecnología renovará y complementará sus modelos de negocios”.

En verdad, la modalidad RDS convencerá al mercado debido, precisamente, a su capacidad de generar redes mucho más flexibles, baratas y accesibles que las conocidas hasta ahora. Además, el sistema le permitirá al usuario individual o corporativo “pagar sobre la marcha”, autonomía y compatibilidad entre dispositivos en escala global. Así, los operadores de redes podrán separar ofertas de servicios sin cargarse de equipos y extenderse fácilmente a franjas o mercados vecinos.

A pesar de tantas ventajas, la propia FCC y los grupos interesados saben que difundir este tipo de innovaciones requiere un marketing intenso y persistente. Pero ni siquiera los sectores que se sienten afectados niegan que la tecnología RDS acabará siendo la norma en la industria.

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