La quinta generación de computadoras está cerca

La investigación permanente comienza a dar sus frutos. Pronto el actual chip de silicio será una antigüedad. La incorporación de ciberbacterias y de luz conferirán al chip una seguridad total y una memoria inimaginable.

8 enero, 2002

International Business Machines (IBM) ha creado un circuito cuyo tamaño es igual al de una molécula de carbono. Su capacidad actual es de apenas una operación, pero se trata del primer procesador lógico cien veces más pequeño que un pelo de la cabeza y, de todos modos, es apenas el comienzo de una nueva etapa.

Los laboratorios del Massachusetts Institute of Technology (MIT), ya transforman bacterias en computadoras orgánicas capaces, de convertirse pronto en minifábricas de drogas, combustibles y plásticos.

Los genes de una bacteria podrá activarse o desactivarse, tal como hoy los transistores de una computadora se prenden o apagan, procesan opciones binarias tipo verdadero/falso o 1-0. Por ende, las ciberbacterias ejecutarán instrucciones de programa.

Para achicar circuitos a menos del tamaño actual (0,13 micrones, 1/800 del cabello humano), los científicos emplean sistemas basados en rayos X “suaves” o radiaciones ultravioletas extremas. Según algunos expertos, los futuros circuitos fabricados por Intel –que lleva invertidos más de US$ 250 millones en trece años- crearán computadoras con un microprocesador a cuyo lado el Pentium III semejará un modelo T.

El objetivo de todas estas investigaciones es abaratar los actuales chips de silicio y aumentar su capacidad. Motorola hizo un descubrimiento gracias a un error. Buscando crear un transistor tan delgado como para grabarlo sobre un chip cristalino, sus investigadores descubrieron la manera de combinar chips de silicio comunes y baratos (usados en semiconductores) con arsénido de galio, material inestable y caro, empleado cuando la velocidad es clave.

Como resultado, la empresa produce circuitos muy veloces con la durabilidad del silicio a una fracción del costo representado por el arsénido de galio: una placa de esta sustancia vale US$ 400, contra 25 a 40 por una del nuevo compuesto. Esos circuitos alimentan ya teléfonos celulares, redes de fibra óptica, lásers médicos y aparatos DVD.

El último descubrimiento: el chip puede almacenar luz

Dos científicos financiados por el Pentágono lograron controlar la luz, cuya velocidad ronda los 360.000 km/seg. Desarrollando investigaciones iniciadas hace varios meses por el italiano Rodolfo Bonifacio (UCA Berkeley), a partir de un descubrimiento de Philip Hemmer (universidad A&M, Rejas), éste y Selim Shahriar (ambos del MIT) lograron bloquear y almacenar luz en un chip de computación.

La historia comienza en Harvard, febrero de 1999, cuando la científica danesa Lene Vestergaard Hau consigue reducir a “apenas” 60 km/hora la velocidad fotónica. Ello permite congelar y encerrar el rayo en una masa gaseosa.

Durante casi dos años, equipos en Berkeley, Milán, Harvard y el MIT se abocaron a la búsqueda de soluciones más radicales y, en el fondo, prácticas. Ya en 2001, Hemmer definió el modelo matemático para “inmovilizar” la luz muy cerca del 0 absoluto: 5 grados Kelvin, es decir –268 grados Celsius. Ahora, ese modelo se materializó en el laboratorio que la Fuerza Aérea opera en Hauscom, Massachussets.

Hasta acá, una apretada síntesis de hechos, todos virtualmente ignorados en Argentina. Ahora bien ¿cómo interpolarlos en el plano práctico? Simplemente como lo hace Bonifacio: “Una vez desarrollado, este chip de luz conferirá completa seguridad y una capacidad de memoria difícil de imaginar. En un plazo razonable, la compresión de datos llevará a la computadora cuántica”.

En otras palabras, la V generación informática puede estar a la vuelta de la esquina. Entre otras cosas, porque la computadora cuántica superará la dicotomía binaria clásica (0 y 1, combinables sólo de a pares) y tornará intercambiables los dos términos. ¿Alguien se imagina programas libres de interminables series 01010101…?

International Business Machines (IBM) ha creado un circuito cuyo tamaño es igual al de una molécula de carbono. Su capacidad actual es de apenas una operación, pero se trata del primer procesador lógico cien veces más pequeño que un pelo de la cabeza y, de todos modos, es apenas el comienzo de una nueva etapa.

Los laboratorios del Massachusetts Institute of Technology (MIT), ya transforman bacterias en computadoras orgánicas capaces, de convertirse pronto en minifábricas de drogas, combustibles y plásticos.

Los genes de una bacteria podrá activarse o desactivarse, tal como hoy los transistores de una computadora se prenden o apagan, procesan opciones binarias tipo verdadero/falso o 1-0. Por ende, las ciberbacterias ejecutarán instrucciones de programa.

Para achicar circuitos a menos del tamaño actual (0,13 micrones, 1/800 del cabello humano), los científicos emplean sistemas basados en rayos X “suaves” o radiaciones ultravioletas extremas. Según algunos expertos, los futuros circuitos fabricados por Intel –que lleva invertidos más de US$ 250 millones en trece años- crearán computadoras con un microprocesador a cuyo lado el Pentium III semejará un modelo T.

El objetivo de todas estas investigaciones es abaratar los actuales chips de silicio y aumentar su capacidad. Motorola hizo un descubrimiento gracias a un error. Buscando crear un transistor tan delgado como para grabarlo sobre un chip cristalino, sus investigadores descubrieron la manera de combinar chips de silicio comunes y baratos (usados en semiconductores) con arsénido de galio, material inestable y caro, empleado cuando la velocidad es clave.

Como resultado, la empresa produce circuitos muy veloces con la durabilidad del silicio a una fracción del costo representado por el arsénido de galio: una placa de esta sustancia vale US$ 400, contra 25 a 40 por una del nuevo compuesto. Esos circuitos alimentan ya teléfonos celulares, redes de fibra óptica, lásers médicos y aparatos DVD.

El último descubrimiento: el chip puede almacenar luz

Dos científicos financiados por el Pentágono lograron controlar la luz, cuya velocidad ronda los 360.000 km/seg. Desarrollando investigaciones iniciadas hace varios meses por el italiano Rodolfo Bonifacio (UCA Berkeley), a partir de un descubrimiento de Philip Hemmer (universidad A&M, Rejas), éste y Selim Shahriar (ambos del MIT) lograron bloquear y almacenar luz en un chip de computación.

La historia comienza en Harvard, febrero de 1999, cuando la científica danesa Lene Vestergaard Hau consigue reducir a “apenas” 60 km/hora la velocidad fotónica. Ello permite congelar y encerrar el rayo en una masa gaseosa.

Durante casi dos años, equipos en Berkeley, Milán, Harvard y el MIT se abocaron a la búsqueda de soluciones más radicales y, en el fondo, prácticas. Ya en 2001, Hemmer definió el modelo matemático para “inmovilizar” la luz muy cerca del 0 absoluto: 5 grados Kelvin, es decir –268 grados Celsius. Ahora, ese modelo se materializó en el laboratorio que la Fuerza Aérea opera en Hauscom, Massachussets.

Hasta acá, una apretada síntesis de hechos, todos virtualmente ignorados en Argentina. Ahora bien ¿cómo interpolarlos en el plano práctico? Simplemente como lo hace Bonifacio: “Una vez desarrollado, este chip de luz conferirá completa seguridad y una capacidad de memoria difícil de imaginar. En un plazo razonable, la compresión de datos llevará a la computadora cuántica”.

En otras palabras, la V generación informática puede estar a la vuelta de la esquina. Entre otras cosas, porque la computadora cuántica superará la dicotomía binaria clásica (0 y 1, combinables sólo de a pares) y tornará intercambiables los dos términos. ¿Alguien se imagina programas libres de interminables series 01010101…?

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