Chocan Bruselas y París por el salvataje de Alstom

Tiende a agravarse un conflicto entre Francia y la Comisión Europea, por el rescate de Alstom. Antes del martes próximo, Bruselas deberá resolver el futuro del tambaleante grupo de ingeniería y, quizá, de la Unión.

18 septiembre, 2003

A dos días de estallada la pugna entre París y la CE (poder ejecutivo de la Unión Europea), ésta le ha dado a Mario Monti –responsable de la competencia- facultades extraordinarias y un breve plazo. Al mismo tiempo, advirtió al gobierno francés no tomar una participación por US$ 7.900 millones para gestionar el salvamento de Alstom.

Todo esto puede llevar a un violento choque frontal, el primero de esta escala, entre la UE y la soberanía de uno de sus miembros fundadores. Justamente, el mismo que –el lunes 15- calificaba de “huecas fórmulas matemáticas” al compromiso de estabilidad fiscal (Maastricht, 1994) y el límite de 3% del PBI impuesto a los déficit nacionales.

Tras prolongados y borrascosos debates, la CE le otorgó al comisionado Monti mandato para hacerle respetar a París la veda sobre Alstom. Por supuesto, la eventual participación del estado francés equivale a un subsidio encubierto y, por ende, una distorsión de las reglas de juego en el sector europea donde opera la empresa.

Anoche, Alstom pidió a la Bolsa de París suspender la cotización de sus papeles, porque el “diktat” de Bruselas estaba pulverizándolos. Además de la veda, la CE iniciará investigaciones sobre asistencia estatal francesa por un total de US$ 3.580 millones a la firma. Alstom emplea 110.000 personas y, si no recibe otra inyección (alrededor de US$ 665 millones) antes del 30, entrará en colapso financiero.

Monti dispone hasta el martes para llegar a una transacción con Francia. Si no se logra, podrá prohibirle taxativamente a París cualquier aporte, inversión o asistencia al grupo. Sólo precisará la firma de otro italiano, Romano Prodi, presidente de la CE.

En París, el ministerio de Hacienda buscaba febrilmente alguna fórmula de compromiso “para salvar una empresa, líder europea en materia de tecnología, proyectos y construcciones”. Pero esta madrugada (jueves 18) había pocas esperanzas y se temía lo peor. Entretanto, los bancos siguen insistiendo en que Francia participe directamente en un rescate; de lo contrario, se quedarían al margen de cualquier negociación. Por el contrario, la CE es intransigente porque se juega su política integral contra subsidios, que los ha reducido en el área de € 33.500 millones en 1997 a menos de 20.000 millones en 2002.

“Lo más irónico de esta crisis –señalan analistas británicos y suizos- es que, mientras arriesga una guerra por Alstom, Bruselas sigue gastando alegremente € 43.000 millones anuales en subsidios agrícolas. Francia, firme sostenedora de éstos y ahora contrincante de la CE, está liquidando la ronda Dohá y, con ella, a la propia Organización Mundial de Comercio. Aparte, esta trama de contradicciones y conflictos pesará en la inminente asamblea general del Fondo Monetario y el Banco Mundial”.

El trasfondo del problema es claro. Como lo admitía el francés Pascal Lamy respecto de subsidios agrícolas, “ni Francia ni otras potencias dejarán de proteger sus productores y sus industriales”. Pero, ahora, un rompimiento entre París y Bruselas –similar al ocurrido hace 45 años entre Charles de Gaulle y la OTAN- tendría dos efectos: postergaría la futura constitución de la UE, con ella la ampliación de quince a 25 miembros, y congelaría el pacto de estabilidad fiscal (es decir, la Eurozona).

A dos días de estallada la pugna entre París y la CE (poder ejecutivo de la Unión Europea), ésta le ha dado a Mario Monti –responsable de la competencia- facultades extraordinarias y un breve plazo. Al mismo tiempo, advirtió al gobierno francés no tomar una participación por US$ 7.900 millones para gestionar el salvamento de Alstom.

Todo esto puede llevar a un violento choque frontal, el primero de esta escala, entre la UE y la soberanía de uno de sus miembros fundadores. Justamente, el mismo que –el lunes 15- calificaba de “huecas fórmulas matemáticas” al compromiso de estabilidad fiscal (Maastricht, 1994) y el límite de 3% del PBI impuesto a los déficit nacionales.

Tras prolongados y borrascosos debates, la CE le otorgó al comisionado Monti mandato para hacerle respetar a París la veda sobre Alstom. Por supuesto, la eventual participación del estado francés equivale a un subsidio encubierto y, por ende, una distorsión de las reglas de juego en el sector europea donde opera la empresa.

Anoche, Alstom pidió a la Bolsa de París suspender la cotización de sus papeles, porque el “diktat” de Bruselas estaba pulverizándolos. Además de la veda, la CE iniciará investigaciones sobre asistencia estatal francesa por un total de US$ 3.580 millones a la firma. Alstom emplea 110.000 personas y, si no recibe otra inyección (alrededor de US$ 665 millones) antes del 30, entrará en colapso financiero.

Monti dispone hasta el martes para llegar a una transacción con Francia. Si no se logra, podrá prohibirle taxativamente a París cualquier aporte, inversión o asistencia al grupo. Sólo precisará la firma de otro italiano, Romano Prodi, presidente de la CE.

En París, el ministerio de Hacienda buscaba febrilmente alguna fórmula de compromiso “para salvar una empresa, líder europea en materia de tecnología, proyectos y construcciones”. Pero esta madrugada (jueves 18) había pocas esperanzas y se temía lo peor. Entretanto, los bancos siguen insistiendo en que Francia participe directamente en un rescate; de lo contrario, se quedarían al margen de cualquier negociación. Por el contrario, la CE es intransigente porque se juega su política integral contra subsidios, que los ha reducido en el área de € 33.500 millones en 1997 a menos de 20.000 millones en 2002.

“Lo más irónico de esta crisis –señalan analistas británicos y suizos- es que, mientras arriesga una guerra por Alstom, Bruselas sigue gastando alegremente € 43.000 millones anuales en subsidios agrícolas. Francia, firme sostenedora de éstos y ahora contrincante de la CE, está liquidando la ronda Dohá y, con ella, a la propia Organización Mundial de Comercio. Aparte, esta trama de contradicciones y conflictos pesará en la inminente asamblea general del Fondo Monetario y el Banco Mundial”.

El trasfondo del problema es claro. Como lo admitía el francés Pascal Lamy respecto de subsidios agrícolas, “ni Francia ni otras potencias dejarán de proteger sus productores y sus industriales”. Pero, ahora, un rompimiento entre París y Bruselas –similar al ocurrido hace 45 años entre Charles de Gaulle y la OTAN- tendría dos efectos: postergaría la futura constitución de la UE, con ella la ampliación de quince a 25 miembros, y congelaría el pacto de estabilidad fiscal (es decir, la Eurozona).

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