La única diferencia entre aquel pasado y hoy es la velocidad con que se nos viene encima el futuro.
Eso dice el profesor Greg Maryniak, vicepresidente de innovación en la Singularity University, quien advierte que hay dos grandes problemas que deberían ser objeto de profundo análisis ahora: la energía y los robots. ¿Los robots y la inteligencia artificial eliminarán empleos en casi todas las áreas?
Con la tasa de desempleo en Estados Unidos cayendo a 5,3%, la más baja en 7 años, los legisladores están respirando tranquilos. En verdad, con el avance del boom tecnológico hay motivos para el optimismo. La manufactura está regresando a las costas norteamericanas con robots haciendo el trabajo de los obreros chinos: las automotrices norteamericanas producirán masivamente vehículos eléctricos que se manejarán en forma autónoma; las empresas de tecnología desarrollarán dispositivos médicos y mejorarán la salud y aumentarán la longevidad.; tendremos energía limpia ilimitada e impresión en 3D para las necesidades diarias. El costo de todas esas cosas se desplomará y será posible cubrir las necesidades básicas de todos los seres humanos. Estamos hablando de avances tecnológicos que están ocurriendo hoy pero que darán sus frutos en la década de 2020.
Entonces los legisladores tendrán un problema nuevo: la desaparición de empleos humanos. No solo habrá menos empleos para la gente que hace trabajo manual, también los trabajadores del conocimiento serán reemplazados por computadoras. Casi todas las industrias y profesiones sentirán el impacto y eso creará una serie de problemas sociales, porque la mayoría de la gente no se va a poder adaptar a un cambio tan dramático.
Si podemos desarrollar las estructuras económicas necesarias para distribuir la prosperidad que estamos creando, la mayoría de las personas ya no tendrán que trabajar para sostenerse. Tendrán tiempo libre para emprender otras actividades. El problema es que sin empleos no tendrán la dignidad, el compromiso social y la sensación de plenitud que proviene del trabajo. La libertad y la búsqueda de felicidad que garantiza la constitución no se lograrán a través del trabajo. Habrá que buscar otros medios. Es imperativo, entonces, que entendamos los cambios que están ocurriendo y encontremos modos de suavizar los impactos.
Pérdida masiva de empleos
La élite tecnológica que está liderando esta revolución asegurará que no hay nada de qué preocuparse porque crearemos nuevos empleos como ocurrió en los siglos anteriores cuando se produjo la transición de la economía agraria a la industrial. Marc Andreessen ha llamado a esta idea de un futuro sin empleos una “falacia ludita” refiriéndose a los temores de que las máquinas eliminarían empleos humanos. Esos temores resultaron infundados porque creamos nuevos y mejores empleos y estuvimos mucho mejor.
Cierto, estamos viviendo una vida mejor. Pero lo que está faltando en estos argumentos es el marco de tiempo en el cual se produjeron las transiciones. La revolución industrial se fue desarrollando a lo largo de varios siglos. Las revoluciones tecnológicas de hoy están ocurriendo en años. Seguramente vamos a crear algunos empleos intelectualmente exigentes, pero no podremos recapacitar a los trabajadores que pierden su empleo hoy. Ellos sufrirán el mismo desempleo y desesperación que sus ancestros. Son ellos los que deberían preocuparnos.
La primera gran ola de desempleo será causada por los autos con autonomía de manejo. Seguramente traerán enormes beneficios eliminando accidentes y congestión de tránsito, haciendo más productivo el tiempo de traslado y reduciendo el uso de energía. Pero van a eliminar millones de puestos de trabajos a taxistas, camioneros y transportistas en general. Los autos robóticos totalmente automatizados ya no están en el ámbito de la ciencia ficción. También hay camiones que se manejan solos en las autopistas y tractores que se manejan solos en las granjas.
Uber acaba de echar a docenas de ingenieros de la Carnegie Mellon University para construir sus propios autos robots. Seguramente comenzará a reemplazar a los conductores humanos en cuanto su tecnología esté lista. Y entonces desaparecerá el conductor.
La manufactura también se va a transformar. Desde hace muchos años los robots vienen realizando operaciones quirúrgicas, ordeñe de vacas, reconocimientos militares y ensamble de productos. Pero no eran lo suficientemente hábiles como para hacer el tipo de trabajo que hacen los humanos al instalar placas de circuitos integrados. La última generación de robots industriales de la suiza ABB y la norteamericana Rethink Robotics pueden hacer eso. Yumi, el robot de ABB, puede hasta enhebrar una aguja. Cuesta US$ 40.000.
Con los avances en inteligencia artificial, cualquier empleo que requiera el análisis de información puede hacerse mejor con computadoras. Esto incluye los puestos de los físicos, abogados, contadores y brokers de bolsa. Seguiremos necesitando algunos humanos para interactuar con los que prefieren contacto humano, pero el grueso del trabajo desaparecerá.
Las máquinas necesitan poca ayuda humana.
Este futuro sin empleo seguramente va a crear problemas sociales, pero esa podría ser una oportunidad para que la humanidad reaccione. ¿Por qué tenemos que trabajar 40, 50 y hasta 60 horas por semana? Así como estábamos mejor dejando atrás la dura vida agraria y los trabajos repetitivos en la fábrica, también podríamos estar mejor sin el mecánico trabajo de la oficina. ¿Y si pudiéramos trabajar 10 o 15 horas por semana desde cualquier lugar y tener el resto del tiempo para esparcimiento, trabajo social o adquisición de conocimiento?
Porque sí habrá un aumento de los negocios del turismo y la recreación y allí se crearán algunos empleos.
Hay tantas cosas para entusiasmarse como para temer. Si somos lo suficientemente inteligentes como para desarrollar tecnologías que solucionan los problemas de las enfermedades, el hambre, la energía y la educación seguramente podremos también encontrar soluciones para los problemas sociales. Pero debemos comenzar por comprender hacia dónde vamos y prepararnos para los cambios. Debemos ir más allá de la “falacia ludita” y pasar a una conversación profunda sobre el nuevo futuro.