Se suponía que Nest iba a ser el pionero que nos conduciría a la revolución del hogar inteligente. Cuando Google puso US$3.200 millones en 2014 para comprarlo, parecía que tenía sentido. Google ya estaba manejando gran parte de nuestras vidas online. El carismático Faddell parecía ser el pionero adecuado dada la experiencia en productos que había adquirido en Apple: Una experiencia que podía aplicar a la visión más abierta de Google.
Pero Nest no fue lo que prometía.
Resultó lento en sacar productos. Y cuando lo hizo, no tuvo éxito. La compañía. La alarma de humo, Nest Protect, tuvo problemas desde el principio que provocaron la desactivación de su rasgo más notable; la posibilidad de agitar la mano bajo el detector para det3ner la alarma. Era algo especialmente atractivo para cocineros que hacen mucho humo, por ejemplo. También tuvo problemas de software y finalmente, la empresa anunció que abandonaba el proyecto Revolv, un hub de casa inteligente que había comprado junto con una firma de electrodomésticos inteligentes en 2014.
Todo esto sirvió para poner de manifiesto los problemas que están teniendo los consumidores con el mercado de la casa inteligente. Suena maravilloso tener termostatos inteligentes, luces, hornos y sistemas de seguridad que anticipen cada uno de nuestros movimientos. Pero la realidad muestra algo menos maravilloso: un mercado fracturado de aparatos que funcionan con algunos pero no todos los sistemas que existen.
Y tal vez lo más revelador sea que a pesar de todos los problemas que tuvo Nest, ninguna otra compañía apareció como alternativa.
De modo que más allá de los primeros adoptantes que siempre existen, los consumidores en este momento están teniendo problemas para sumarse a la o9la del hogar inteligente. Para aquellos que no tienen tiempo para pensar si quieren que la luz hable con la puerta y encontrar una contraseña para todas esas cosas, el hogar inteligente parece ciencia ficción, todavía.
Una encuesta de la consultora Accenture, descubrió a principios de este año que algunas personas habían abandonado sus electrodomésticos inteligentes. A muchos les preocupaba las implicancias de tener aparatos inteligentes con respecto a la seguridad y la privacidad. Dijeron también que les preocupaba un hackeo.
Otros dijeron que el proceso de poner todo eso en marcha es muy complicado. Tener que averiguar si la luz va a funcionar cuando uno toca un interruptor digital es mucho problema, especialmente si uno cuenta con una alternativa más sencilla. A eso hay que sumarle el temor de que cualquier aparato que uno compre puede ser un estorbo en dos años porque la empresa lo discontinúa. Difícil invertir con todos esos temores.
El mercado de la casa inteligente sigue siendo prometedor, pero eso, por definición, significa que es un área con su potencial en el futuro.
Nest y Google comparten la visión de hacer no solo un producto innovador sino una red novedosa que podría soportar una cantidad de aparatos que mejoren nuestra vida. Eso es atractivo pero, por ahora, necesita otro empujoncito.