La meta de las compañías de biotecnología que buscan anticuerpos es convertir las células de una persona recuperada – que ya son inmunes al virus – en una droga que sirva al resto de la población. Los anticuerpos pueden encerrar al virus y neutralizarlo. Una dosis aplicada a los pacientes más enfermos podría derrotar la infección y reducir la tasa de muertes. Esas drogas no son vacunas, pero como los anticuerpos duran semanas o meses en la sangre de los sobrevivientes, también podrían actuar como vacuna temporal, por ejemplo, para proteger a los trabajadores de la salud. Si se puede encontrar el anticuerpo adecuado, fabricarlo y envasarlo, podría ser ese el primer tratamiento contra el Covid-19.
Eso significa que la sangre de los sobrevivientes tiene altísima demanda. La Universidad Rockefeller de Nueva York lanzó un email a la población diciendo: “Si usted se ha recuperado del coronavirus, los científicos necesitan su ayuda”. Y ofreció una compensación monetaria a todos los mayores de 18 que se presenten.
Algunos hospitales en Estados Unidos están recolectando sangre de los sobrevivientes para que el plasma que contiene le sea inyectado directamente a los pacientes más graves. El uso de ese “suero convaleciente” fue usado en enero en China con resultados prometedores. Dista mucho de ser una solución ideal porque el suero contiene una gran cantidad de anticuerpos en pequeñas cantidades y entonces noes potente como una droga fabricada. Además, porque la sangre de recuperados es escasa. Además, las transfusiones directas no se pueden hacer en forma masiva.
De todas maneras, la sangre de pacientes que derrotaron al virus es valiosa en la búsqueda de anticuerpos poderosos que se puedan fabricar en forma concentrada.
