<p>Tiempo antes, en abril, PlayStation 3 (Sony) y Nintendo fueron objetos de intrusiones masivas. En los tres casos, los expertos detectaron dos colectivos hacker, Anonymous y Luizsec. “Al menos, al-Qaeda tiene propósitos concretos, aunque diabólicos. Estas redes carecen de metas e ideología; son como chicos munidos de tecnología”, señala Keith Stuart, columnista especializado del Guardian. <br />
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¿Por qué se la toman ahora con videojuegos? Aparte de Sony, odiada por sus frecuentes acciones legales contra hackers, resta una hipótesis inevitable: lo hacen porque es fácil. Sucede que ese tipo de redes está dotado de defensas menos eficaces que los sitios de bancos, gobiernos, militares y grandes empresas. Cabe sospechar que algunos ataques busquen crear conciencia sobre necesidad de mejor protección. O sea, promuevan el negocio de la seguridad con medios ilícitos.<br />
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Sin embargo, esta tesis “positiva” suena menos convincente que la de Stuart. El analista sostiene que grupos como los citados encarnan algo peor: una nueva generación de hackers. En extremo jóvenes, si no adolescentes, “no están teñidos de ideologías concretas. Tecnológicamente menos preparados, se hallan en cambio dotados de instrumentos (armas, en verdad) potentes y fáciles de usar”.<br />
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Privados de estructuras, organización o proyectos políticos, añade el experto, “hacen desastres de puro gusto, roban datos para molestar e irritar y se centran en lo más delicado, la substracción de identidades”. Estos jóvenes ciberanarquistas son “fácil carne de cañón para una masa de activistas que emplea la Red con fines nada líricos. Por ejemplo, el colectivo Black Block, origen del movimiento No global, integrado por individualistas” refractarios a jerarquía o autoridad”. Algo así como una al-Qaeda compuesta sólo de Osamas.</p>
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Hackers: una generación anarquista sin ideología
Días atrás, el coloso japonés de videojuegos, Sega, admitió que desde el portal de su filial londinense- un pirata había substraído millones de datos e identidades de usuarios. La compañía es la última víctima de ataques, hasta ahora.