<p><em>Por Martín Carranza Torres (*)</em></p>
<p>Salvando las distancias temporales y la expresión comparativa, el líder y creador del sitio WikiLeaks ha despertado, con su accionar, los bajos instintos de los medios de prensa y de las personalidades más influyentes del mundo.</p>
<p>Las posiciones han estado claras. De la hoguera al estrellato, sin matices. Pero, ¿es Assange el Mata Hari del siglo en curso?, ¿es WikiLeaks una ramera dispuesta a todo para continuar una vida de celebrities? <br />
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La génesis del sitio que ha puesto en jaque al gobierno estadounidense y ha desatado un vendaval de críticas a escala mundial no amerita, si la desglosamos, mayor análisis: Wiki proviene del hawaiano “rápido” y Leak del inglés “filtración”. Sin embargo, el conflicto pareciera ir mucho más allá de una filtración de datos o el espionaje cibernético que estaría atentando contra los cánones sensibles de la diplomacia. El problema real pareciera anclarse en la privacidad y las libertades individuales. <br />
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Nadie discute el robo porque es decididamente un delito. Pero parados sobre estos dos puntos cabría preguntarse si queremos un Estado que garantice las libertades individuales y empresariales o un Estado que supervise y avance sobre estas libertades. La creación de un grupo especial, por parte del presidente Obama, para hacer frente a fugas de documentos diplomáticos indicaría que EE.UU. va camino a la segunda opción. <br />
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En ese sentido, entonces, habrá que estar alertas sobre los pasos que seguirán los gobiernos en América latina. Es bueno recordar que en muchos países de la región los Estados son jueces y parte y tienden a exacerbar su rol protagónico y accionar sobre la libertad de expresión. Y lo ocurrido podría, con la excusa de proteger la intimidad de las personas afectadas, reavivar la idea de un Estado intervencionista y fiscalizador de los contenidos que circulan por la web.<br />
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WikiLeaks es un portal que publica informes anónimos y documentos secretos con contenido sensible sobre política, corporaciones y religión. Y no es la primera vez que este sitio, fundado en 2006 por el australiano Julian Assange, pone en jaque al mundo con sus escandalosas revelaciones.</p>
<p>En abril de 2010 colgaron un video que muestra a soldados norteamericanos, en Irak, asesinando a 11 personas, entre ellas, dos periodistas de la agencia Reuters. En julio de este mismo año se revelaron 92 mil documentos de la guerra de Afganistán. Y, en el mes de octubre, una fuga del Departamento de Defensa de EE.UU. facilitó dar a luz 391.831 documentos sobre la Guerra de Irak que muestran el uso sistemático de torturas y las cifras reales de los muertos civiles y militares.<br />
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<p>Los múltiples documentos que revelan intimidades de las embajadas de EE.UU. en todo el globo, y que se extendería a bancos y corporaciones, arrojan un gran número de interrogantes sobre las libertades individuales, la confidencialidad de las empresas y el rol del Estado. Y abre, su vez, un plano de discusión impensado. <br />
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Si el incidente sirve para que los particulares defiendan su intimidad, privacidad y libertad de expresión, el escándalo no habrá sido en vano; si, por el contrario, el resultado fuera que millones de personas, incluyendo empresarios, periodistas, profesionales y particulares piden a los gobiernos que dicten normas que limiten el tráfico de contenidos en Internet, estaríamos produciendo un retroceso institucional que, en lugar de impulsarnos al futuro, nos estaríamos acercando nuevamente a los tiempos de Mata Hari. <br />
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De acuerdo a varios de sus biógrafos, Margaretha Geertruida Zelle fue el fusible “expiatorio ante la opinión pública por los fracasos de Francia en el frente de guerra”. Acusada de espionaje, de ser una agente doble para Alemania y de haber sido la causa de la muerte de miles de soldados, fue declarada culpable sin pruebas concluyentes y basadas en hipótesis no probadas. Los cables publicados en el sitio del sueco Assange parecieran destinados a correr la misma suerte.</p>
<p>La mujer estaba dispuesta a todo. Fue ejecutada por el pelotón de fusilamiento el 15 de octubre de 1917. No así Julián Assange aunque parece no estar dispuesto a deponer sus principios. ¿Terminará en el paredón, en la hoguera o en la gloria?</p>
<p>Links de interés: <a href="http://www.carranzatorres.com.ar ">www.carranzatorres.com.ar </a></p>
<p><em>(*) Martín Carranza Torres es socio de Carranza Torres & Asociados.<br />
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