E-mail: 10.000 millones de mensajes por día

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Mañana, miércoles 7, habrá un paro de e-mails en Liverpool, Inglaterra, a instancias del propio municipio. Pero, desde ayer, esta iniciativa ha originado toda una campaña de apoyo o emulación en los Países Bajos, Italia, Francia y Alemania.

Un solo dato basta para explicar esto: a mediados de año, se subían
a Internet unos 10.000 millones de mensajes por e-mail… diarios. Buena parte
de ellos, indeseables.

¿Para qué un paro? "Para que la gente tome conciencia de
un fenómeno peligroso, aunque subrepticio", sostiene David Henshaw,
dirección de administración comunal en la ciudad de los Beatles.
No está solo. Dave Ferris Research, una consultora estadounidense,
estima que el personal del sector privado pierde cerca de 90 minutos diarios
abriendo y leyendo mensajes electrónicos de todo tipo.

No obstante, el problema para la gestión de las empresas es que "a
50% de los ejecutivos el e-mail les absorbe hasta cuatro horas y media
por jornada". Sólo que, al revés de los empleados, "cuanto
más se asciende en la escala, menos tiempo se pierde con los e-mails"
(esto lo indica una investigación de departamento de Industria y Comercio
británico", difundida por BBC News. En este caso, los promedios
son 20 minutos (personal subalterno), 50 minutos -mandos medios-, 120 minutos
(ejecutivos de línea) y 15 minutos en el nivel CEO.

En Alemania, Italia y Francia, los managers reciben entre setenta y
cien mensajes diarios por la Red. Salvo DFR, los estudios circulantes no ponen
bien en claro si el tiempo se refiere a abrir y leer e-mails solamente,
si se incluyen mensajes en respuesta de correos propios y, sea cual fuera el
parámetro, si se cuenta el tiempo insumido en responder e-mails.

No obstante, la situación es inquietante. Tanto que el Congreso norteamericano
ha creado una comisión de estudios en línea (online project)
para analizar el fenómeno y buscar soluciones. La idea lanzada en Liverpool
no es compatible con los hábitos transatlánticos, pero sí
con los continentales. Por supuesto, el Capitolio no se salva de la saturación:
los senadores reciben unos 80 millones de mensajes anuales.
¿Y los "spams"?

Tanto el panel senatorial como la Federal Communicatios Commission -en
EE.UU.-, la Comisión Europea y las autoridades de Gran Bretaña
tienden a sindicar los "spams" como una fuente clave de saturación
global en materia de e-mails. El término fue acuñado, justamente,
en Inglaterra durante la II guerra mundial para alimentos indeseables, pero
inevitables debido al racionamiento (como las K rations norteamericanas).

Cualquiera que opere una PC, máxime si trabaja en una intranet corporativa
o grupal, sabe que los servicios de correo gratuito se llenan, día a
día, de propuestas estilo "salga de sus deudas en una semana",
"haga que las mujeres (o los hombres o lo que fuere) caigan a sus pies",
etc., a menudo ya dirigidas a una casilla personal. Los spams, pues,
hacer perder tiempo; si no se bloquean, acaban desbordando la capacidad de almacenamiento.

Sin duda, la invasión de spams – enviados a millones de casillas
desde sitios que cambian a cada rato, para burlar bloqueos- es por el momento
imparable. Como ocurre con e-mails no deseados, existen filtros de eficacia
relativa. De hecho, hay firmas estilo Brightmail, que tercerizan ese
servicio (en su caso, para Earthlink, MSN y AT&T Worldnet)
y, además, muchas compañías desarrollan sus propios "blindajes".
Pero los "spammers" -difusores de mensajes.

Avisos y ofertas indeseables- se multiplican más que los hamsters.
Según Brightmail, el volumen detectado de spams se ha triplicado
en nueve meses; o sea, de octubre de 2001 a junio de 2002. En cuanto a los correos
electrónicos, DFR estima que aumentan a razón de 50% anual. La
diferencia se explica porque los spams constituyen 12 a 15% del tráfico
total de e-mail. Los filtros de esa firma registran un ritmo de 140.000
"ataques" por día y cada uno involucra miles, si no millones,
de mensajes. En esta dimensión, resultan mucho peores que los e-mail
convencionales.

Un solo dato basta para explicar esto: a mediados de año, se subían
a Internet unos 10.000 millones de mensajes por e-mail… diarios. Buena parte
de ellos, indeseables.

¿Para qué un paro? "Para que la gente tome conciencia de
un fenómeno peligroso, aunque subrepticio", sostiene David Henshaw,
dirección de administración comunal en la ciudad de los Beatles.
No está solo. Dave Ferris Research, una consultora estadounidense,
estima que el personal del sector privado pierde cerca de 90 minutos diarios
abriendo y leyendo mensajes electrónicos de todo tipo.

No obstante, el problema para la gestión de las empresas es que "a
50% de los ejecutivos el e-mail les absorbe hasta cuatro horas y media
por jornada". Sólo que, al revés de los empleados, "cuanto
más se asciende en la escala, menos tiempo se pierde con los e-mails"
(esto lo indica una investigación de departamento de Industria y Comercio
británico", difundida por BBC News. En este caso, los promedios
son 20 minutos (personal subalterno), 50 minutos -mandos medios-, 120 minutos
(ejecutivos de línea) y 15 minutos en el nivel CEO.

En Alemania, Italia y Francia, los managers reciben entre setenta y
cien mensajes diarios por la Red. Salvo DFR, los estudios circulantes no ponen
bien en claro si el tiempo se refiere a abrir y leer e-mails solamente,
si se incluyen mensajes en respuesta de correos propios y, sea cual fuera el
parámetro, si se cuenta el tiempo insumido en responder e-mails.

No obstante, la situación es inquietante. Tanto que el Congreso norteamericano
ha creado una comisión de estudios en línea (online project)
para analizar el fenómeno y buscar soluciones. La idea lanzada en Liverpool
no es compatible con los hábitos transatlánticos, pero sí
con los continentales. Por supuesto, el Capitolio no se salva de la saturación:
los senadores reciben unos 80 millones de mensajes anuales.
¿Y los "spams"?

Tanto el panel senatorial como la Federal Communicatios Commission -en
EE.UU.-, la Comisión Europea y las autoridades de Gran Bretaña
tienden a sindicar los "spams" como una fuente clave de saturación
global en materia de e-mails. El término fue acuñado, justamente,
en Inglaterra durante la II guerra mundial para alimentos indeseables, pero
inevitables debido al racionamiento (como las K rations norteamericanas).

Cualquiera que opere una PC, máxime si trabaja en una intranet corporativa
o grupal, sabe que los servicios de correo gratuito se llenan, día a
día, de propuestas estilo "salga de sus deudas en una semana",
"haga que las mujeres (o los hombres o lo que fuere) caigan a sus pies",
etc., a menudo ya dirigidas a una casilla personal. Los spams, pues,
hacer perder tiempo; si no se bloquean, acaban desbordando la capacidad de almacenamiento.

Sin duda, la invasión de spams – enviados a millones de casillas
desde sitios que cambian a cada rato, para burlar bloqueos- es por el momento
imparable. Como ocurre con e-mails no deseados, existen filtros de eficacia
relativa. De hecho, hay firmas estilo Brightmail, que tercerizan ese
servicio (en su caso, para Earthlink, MSN y AT&T Worldnet)
y, además, muchas compañías desarrollan sus propios "blindajes".
Pero los "spammers" -difusores de mensajes.

Avisos y ofertas indeseables- se multiplican más que los hamsters.
Según Brightmail, el volumen detectado de spams se ha triplicado
en nueve meses; o sea, de octubre de 2001 a junio de 2002. En cuanto a los correos
electrónicos, DFR estima que aumentan a razón de 50% anual. La
diferencia se explica porque los spams constituyen 12 a 15% del tráfico
total de e-mail. Los filtros de esa firma registran un ritmo de 140.000
"ataques" por día y cada uno involucra miles, si no millones,
de mensajes. En esta dimensión, resultan mucho peores que los e-mail
convencionales.

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