Davos: ¿se necesitarán estampillas para mandar e-mails?

Empresarios y expertos vinculados a Internet sugieren tarifar el correo electrónico para frenar mensajes basura. Según ellos, bastaría un centavo por e-mail para quebrar un negocio que envía 100.000 “spams” para obtener una sola respuesta.

2 febrero, 2004

Tiempo atrás, la idea solía descartarse por impráctica o
incompatible con la gratuidad natural de la Red. Ahora, vuelven sobre ella grandes
prestadores de servicios por Internet (PSI) como Microsoft, Yahoo! o America Online.
Hace algunos días, ante el Foro Económico Mundial (Davos), Bill
Gates anticipó que -en un par de años- “spams y publicidad
indeseable habrán dejado de ser problemas”.

En otras palabras Microsoft tiene en proyecto un sistema para que se pague
“una suma simbólica” por enviar cada e-mail. Entretanto, Yahoo!
examina un esquema desarrollado a medida por Goodmail, un emprendedor de Silicon
Valley.

De acuerdo con su presidente, Braddock Garlinghouse, “una “estampilla
electrónica obligará a las empresas de e-mails comerciales y spams
a enviar ofertas que puedan interesar a una cantidad suficiente de público.
De lo contrario, a un centavo por mensaje perderán mucho dinero”.
Ni Microsoft ni Yahoo!, empero, se han comprometido a acciones específicas,
en parte porque este tipo de opciones afronta dura oposición entre usuarios.

En verdad, muchos navegantes sospechan que ese centavo inicial pronto empezaría
a aumentar. Entretanto, los principales PSI han reiniciado contactos -suspendidos
el año pasado- tendientes a generar pautas tecnológicas que permitan
discriminar entre remitentes de e-mails legítimos y “spammers”.

De esa manera, quienes envían publicidad u ofertas indeseables deberán
identificarse, so pena de que PSI o usuarios descarten automáticamente
todo mensaje anónimo. Sea como fuere, a los PSI los atrae la posibilidad
de “estampillar” correos electrónicos, como nueva fuente de
ingresos en una plaza saturada y, de paso, para compensar costos de mantener
sus propios servicios.

“Remitir gran volumen de e-mails implica gastos que suelen ser solventados
por los PSI o, eventualmente, por los usuarios”, señalan en EarthLink.
“De cualquier modo, el e-mail entre particulares debe seguir siendo gratuito”.

Diferenciar entre tipos de mensajes es una de las mayores dificultades técnicas
para poner en marcha esquemas de e-mails rentados. Algunos investigadores proponen
complejos mecanismos de estampillado electrónico, por los cuales cada
titular de casilla tarifaría mensajes entrantes. En Davos, Gates aludió
a un sistema que no cobraría correos de amigos, familiares, etc.

Hasta ahora, el modelo elaborado por Goodmail parece el más fácil
de adoptar. Propone que, al principio, sólo estampillen los remitentes
masivos, a razón de un centavo por mensaje. Los fondos recaudados irían
al PSI del recipiente. A su vez, éste los repartiría entre sus
usuarios, sea en forma de reembolsos, sea rebajándoles la tarifa mensual
del servicio.

El sistema funcionaría aun si no participasen todos los PSI ni todos
los remitentes. Un “e-mailero” masivo compraría un bloque de
estampillas -en realidad, un código encriptado-, para insertar en el
cabezal de cada mensaje. Si el proveedor del recipiente participa en el sistema,
desencripta la “estampilla” y la envía a Goodmail. Recién
entonces ésta le cobra un centavo al remitente, descontándole
honorarios por actuar como compensadora de pagos.

Los remitentes no pagan por estampillas no usadas, pero sí por las de
los mensajes. Independientemente de que el receptor abra o no el correo. En
este modelo, los PSI continuarán aceptando e-mail sin estampillas, pero
sometido a filtros de “spams” que -como ocurre con Hotmail- a menudo
también rechazan mensajes legítimos.

Sin duda, estas propuestas requieren amplios cambios en las políticas
de los proveedores, que al presente vedan mensajes indeseables, aunque -en verdad-
tengan escasas posibilidades de bloquearlos. Al respecto, Charles Stiles (America
Online) teme que estos esquemas “afecten a los correos menos peligrosos,
pues los remitentes de chatarra tienen fondos de sobra”.

La mayoría de los esquemas circulantes afronta otro problema: existen
casos legítimos, como cuando el mensaje proveniente de un dominio dice
originarse en otro. Por ejemplo, tarjetas de saludos y similares, que ponen
de remitentes a quienes las envían, aunque el mensaje no pase por su
cuenta de e-mail. En esos casos, será necesario cambiar el software de
correo electrónico para cumplir con las futuras normas.

“Cualquier esquema propuesto afectará aspectos que hacen a la operación
actual”, sostiene Hans Peter Brondmo (Digital Impact), que ha representado
a grandes “e-maileros” en negociaciones atinentes a tecnología
contra “spams”. A su juicio “la clave reside en encontrar sistemas
que exijan el menor grado posible de adaptaciones en los correos electrónicos”.

Tiempo atrás, la idea solía descartarse por impráctica o
incompatible con la gratuidad natural de la Red. Ahora, vuelven sobre ella grandes
prestadores de servicios por Internet (PSI) como Microsoft, Yahoo! o America Online.
Hace algunos días, ante el Foro Económico Mundial (Davos), Bill
Gates anticipó que -en un par de años- “spams y publicidad
indeseable habrán dejado de ser problemas”.

En otras palabras Microsoft tiene en proyecto un sistema para que se pague
“una suma simbólica” por enviar cada e-mail. Entretanto, Yahoo!
examina un esquema desarrollado a medida por Goodmail, un emprendedor de Silicon
Valley.

De acuerdo con su presidente, Braddock Garlinghouse, “una “estampilla
electrónica obligará a las empresas de e-mails comerciales y spams
a enviar ofertas que puedan interesar a una cantidad suficiente de público.
De lo contrario, a un centavo por mensaje perderán mucho dinero”.
Ni Microsoft ni Yahoo!, empero, se han comprometido a acciones específicas,
en parte porque este tipo de opciones afronta dura oposición entre usuarios.

En verdad, muchos navegantes sospechan que ese centavo inicial pronto empezaría
a aumentar. Entretanto, los principales PSI han reiniciado contactos -suspendidos
el año pasado- tendientes a generar pautas tecnológicas que permitan
discriminar entre remitentes de e-mails legítimos y “spammers”.

De esa manera, quienes envían publicidad u ofertas indeseables deberán
identificarse, so pena de que PSI o usuarios descarten automáticamente
todo mensaje anónimo. Sea como fuere, a los PSI los atrae la posibilidad
de “estampillar” correos electrónicos, como nueva fuente de
ingresos en una plaza saturada y, de paso, para compensar costos de mantener
sus propios servicios.

“Remitir gran volumen de e-mails implica gastos que suelen ser solventados
por los PSI o, eventualmente, por los usuarios”, señalan en EarthLink.
“De cualquier modo, el e-mail entre particulares debe seguir siendo gratuito”.

Diferenciar entre tipos de mensajes es una de las mayores dificultades técnicas
para poner en marcha esquemas de e-mails rentados. Algunos investigadores proponen
complejos mecanismos de estampillado electrónico, por los cuales cada
titular de casilla tarifaría mensajes entrantes. En Davos, Gates aludió
a un sistema que no cobraría correos de amigos, familiares, etc.

Hasta ahora, el modelo elaborado por Goodmail parece el más fácil
de adoptar. Propone que, al principio, sólo estampillen los remitentes
masivos, a razón de un centavo por mensaje. Los fondos recaudados irían
al PSI del recipiente. A su vez, éste los repartiría entre sus
usuarios, sea en forma de reembolsos, sea rebajándoles la tarifa mensual
del servicio.

El sistema funcionaría aun si no participasen todos los PSI ni todos
los remitentes. Un “e-mailero” masivo compraría un bloque de
estampillas -en realidad, un código encriptado-, para insertar en el
cabezal de cada mensaje. Si el proveedor del recipiente participa en el sistema,
desencripta la “estampilla” y la envía a Goodmail. Recién
entonces ésta le cobra un centavo al remitente, descontándole
honorarios por actuar como compensadora de pagos.

Los remitentes no pagan por estampillas no usadas, pero sí por las de
los mensajes. Independientemente de que el receptor abra o no el correo. En
este modelo, los PSI continuarán aceptando e-mail sin estampillas, pero
sometido a filtros de “spams” que -como ocurre con Hotmail- a menudo
también rechazan mensajes legítimos.

Sin duda, estas propuestas requieren amplios cambios en las políticas
de los proveedores, que al presente vedan mensajes indeseables, aunque -en verdad-
tengan escasas posibilidades de bloquearlos. Al respecto, Charles Stiles (America
Online) teme que estos esquemas “afecten a los correos menos peligrosos,
pues los remitentes de chatarra tienen fondos de sobra”.

La mayoría de los esquemas circulantes afronta otro problema: existen
casos legítimos, como cuando el mensaje proveniente de un dominio dice
originarse en otro. Por ejemplo, tarjetas de saludos y similares, que ponen
de remitentes a quienes las envían, aunque el mensaje no pase por su
cuenta de e-mail. En esos casos, será necesario cambiar el software de
correo electrónico para cumplir con las futuras normas.

“Cualquier esquema propuesto afectará aspectos que hacen a la operación
actual”, sostiene Hans Peter Brondmo (Digital Impact), que ha representado
a grandes “e-maileros” en negociaciones atinentes a tecnología
contra “spams”. A su juicio “la clave reside en encontrar sistemas
que exijan el menor grado posible de adaptaciones en los correos electrónicos”.

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