Temor por el fantasma del capitalismo estatal

Ian Bremmer, experto en “riesgos geopolíticos”, sostiene que el modelo empresario subsistente en las economías centrales corre serio peligro. En efecto, compite con un adversario más viejo, tenaz y mutable: la economía estatal o semiestatal.

10 noviembre, 2010

<p>Cuando entra en nuevos mercados, &iquest;encontrar&aacute; el sector privado un terreno propicio a los negocios? Quiz&aacute; no, se&ntilde;ala el fundador del Eurasia Group en End of the free market. A su juicio, &ldquo;la crisis financiera occidental acelera desde 2007 un fen&oacute;meno ya antes marcado como inquietante: el auge del capitalismo de estado y mixto&rdquo;.<br />
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En rigor, existieron desde el siglo XVIII empresas controladas o privilegiadas por gobiernos. En el caso de la compa&ntilde;&iacute;a comercial de Bengala, un emprendimiento ingl&eacute;s en India acab&oacute; estatizado por la corona (1757) y origin&oacute; nada menos que el enorme imperio colonial brit&aacute;nico. En la actualidad, &ldquo;una nueva globalizaci&oacute;n &ndash;v&iacute;a fondos de inversi&oacute;n soberanos y multinacionales- no favorece justamente al sector privado sino a estados como China, Brasil, Rusia o los emiratos del golfo P&eacute;rsico&rdquo; subraya Bremmer. <br />
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Estas nuevas organizaciones son crecientemente relevantes y exitosas. En general, rivalizan con la empresa privada en nuevos &ndash;o viejos- campos de acci&oacute;n, en desmedro del libre mercado, cada vez m&aacute;s limitado a Estados Unidos, Canad&aacute;, Jap&oacute;n, parte de Europa occidental y una serie de para&iacute;sos fiscales donde ni siquiera hay estado. <br />
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Bremmer es conocido por su lista anual de riesgos claves (top risks), sus conferencias sobre el mismo tema en una fundaci&oacute;n privada y Eurasia Group, una consultora ortodoxa pero realista. Su libro, b&aacute;sicamente, destaca el papel del estado o el gobierno, que no son lo mismo. &ldquo;Las alianzas entre sector p&uacute;blico y privado pueden llegar a ser muy poderosas en el corto plazo, pero implican altos riesgos en el largo&rdquo;. Por supuesto, el analista piensa en las empresas.<br />
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En su esquema, como lo explicaba en un seminario de Booz &amp; Co., el &ldquo;neocapitalismo estatal representa equilibrios geopol&iacute;ticos distintos a los convencionales. Durante los &uacute;ltimos cuarenta a&ntilde;os, un tipo particular de globalizaci&oacute;n, cifrado en el sector privado occidental, impulsaba a una econom&iacute;a ya sin convertibilidad oro-d&oacute;lar&rdquo;. Un tr&iacute;o (EE.UU., Europa del oeste, Jap&oacute;n) era hegem&oacute;nico y su h&uuml;br&iacute;s cristaliz&oacute; en el consenso de Washington, 1989.<br />
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Terminando 2010, &ldquo;todo eso ha cambiado, pero tantos a&ntilde;os en una sola direcci&oacute;n son dif&iacute;ciles de dar vuelta. Las empresas occidentales deben competir en un nuevo escenario (el Grupo de los 20), respetar reglas de juego diferentes y admitir que dos sistemas compiten. Por una parte, un mercado libre m&aacute;s o menos regulado, con econom&iacute;a otrora fuertes pero hoy an&eacute;micas. Por la otra, actores en veloz expansi&oacute;n, ajenos al libre mercado y donde el estado es actor, socio o &aacute;rbitro. Entre ellos China, Rusia, Brasil, India, Turqu&iacute;a, Sud&aacute;frica, etc.<br />
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Este doble sistema realmente comenz&oacute; con la aparici&oacute;n de petroleras nacionales, originadas en dos crisis de altos precios, las de 1973/4 y 1979/80. Los nuevos jugadores eran compa&ntilde;&iacute;as estatales o mixtas de econom&iacute;as emergentes que, en la peculiar visi&oacute;n de Bremmer, &ldquo;sacaban ventajas de leyes poco transparentes o reg&iacute;menes pol&iacute;ticos inmaduros para ocupar mercados&rdquo;. Parece extra&ntilde;o ubicar en esa categor&iacute;a a la China de las &ldquo;cuatro petroleras&rdquo; o la Rusia de Gazprom.<br />
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En &uacute;ltimo t&eacute;rmino, &ldquo;llegaron los fondos soberanos ligados a estados feudales de la pen&iacute;nsula ar&aacute;biga. Existentes desde los a&ntilde;os 80, en forma de bancas isl&aacute;micas, tomaron cuerpo y mutaron. En suma, &ldquo;el capitalismo de estado no ser&aacute; factor dominante en la econom&iacute;a mundial, pero tampoco puede ser ignorado&rdquo;. Un hecho basta como muestra: fondos de Kuwait, Qatar, Bahr&eacute;in y la Uni&oacute;n de Emiratos &Aacute;rabes han tomado participaciones considerables en bolsas occidentales, tradicionales motores del mercado libre.<br />
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Este proceso deriva de la crisis sist&eacute;mica estallada en Estados Unidos en 2007, prolongada con la crisis europea de sobreendeudamiento y que amenaza la inminente cumbre de Se&uacute;l. Al respecto, Bremmer aclara un equ&iacute;voco. &ldquo;Muchos analistas hablan de crisis financiera global, pero no la hubo en China, India, Sudam&eacute;rica o el sudeste asi&aacute;tico. Simplemente, porque sus sistemas nunca fueron abiertos ni desregulados&rdquo;.</p>
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