Por Olga Brajnovic
Una iniciativa de la Universidad de Berkeley que ha atraído a dos millones de internautas para cooperar en la búsqueda de vida inteligente en el espacio ha sido elegida finalista de los premios de la Institución Smithsonian que se entregarán el próximo día 5.
El proyecto de Berkeley, llamado SETI, por las siglas inglesas de “Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre”, permite a todo el que quiera colaborar en la búsqueda de sonidos del espacio que podrían contener mensajes de los extraterrestres y mandar los datos a la computadora central de Berkeley para que los interprete.
La idea fue lanzada al público el 17 de mayo de 1999 y el equipo que la promueve recibió 200.000 solicitudes de personas que querían participar en menos de 48 horas.
Desde entonces, el número de colaboradores ha crecido hasta superar los dos millones, lo que ha permitido al equipo hacer cálculos que hubieran ocupado 280.000 años de trabajo en una sóla computadora, dicen los científicos que dirigen el estudio.
Los colaboradores en el estudio son internautas de todo el mundo que han descargado en sus PCs un programa que funciona como un protector de pantallas y se enciende cuando el aparato lleva unos minutos inactivo.
En lugar de las fotos de paisajes o los peces de colores nadando por la pantalla, lo que aparecen son unos gráficos que van cambiando de aspecto.
Lo que hace el salva pantallas en realidad es analizar señales de radio del espacio y enviar los resultados al server central de Berkeley a través de internet.
Cada vez que el server central recibe datos analizados, envía al salva pantallas del usuario otra colección de datos para que los analice la próxima vez que se ponga en marcha.
“Gracias a la colaboración de tanta gente de todo el mundo hemos construido un sistema que funciona como la mayor supercomputadora del mundo”, ha dicho Dan Werthimer, uno de los científicos que está al frente del proyecto.
Sin la colaboración de los internautas, el análisis y la clasificación de los sonidos del espacio sería una tarea inabarcable incluso para los sistemas más sofisticados.
Con lo que se ha llamado “Computación distribuida”, los científicos no sólo consiguen terminar en un tiempo récord sus cálculos, sino que además les sale gratis, porque los internautas que colaboran en el experimento lo hacen desinteresadamente.
La técnica es simple: consiste en dividir un macro problema en millones de secciones pequeñas que pueden resolver los computadoras normales desde cualquier parte del planeta.
En el caso del proyecto SETI, los participantes reciben información sobre lo que se está buscando y pueden tener las primicias de la primera conexión con inteligencias extraterrestres si da la casualidad de que el bloque de sonidos llega a su ordenador.
Los internautas que están colaborando con Berkeley tienen que firmar una declaración de intenciones en la que se comprometen a no llamar a la prensa en cuando vean en su pantalla uno de los gráficos que puede indicar un mensaje inteligible.
El compromiso es enviar los datos a Berkeley y esperar hasta que sean contrastados por los especialistas que tendrán que eliminar la posibilidad de que se trata de un mensaje procedente de alguno de los satélites o naves espaciales de fabricación terrestre que andan perdidos por el espacio.
Los sonidos que están analizando las dos millones de computadoras de los colaboradores de SETI los está obteniendo el observatorio espacial de Arecibo en Puerto Rico.
Werthimer explicó que está estudiando la posibilidad de obtener sonidos a través de algún telescopio situado en el hemisferio Sur del planeta para aumentar el radio de alcance de la investigación.
David Anderson, director del proyecto, dijo que la actual fase de la investigación se cerrará en mayo del año 2001, fecha en la que los instrumentos del observatorio de Arecibo habrán barrido tres veces la zona que está a su alcance.
El mantenimiento de la investigación cuesta US$ 400.000 al año y tanto Werthimer como Anderson esperan poder ampliarlo de manera indefinida para seguir analizando sonidos.
El proyecto cuenta por el momento con la ayuda financiera y técnica de la empresa de informática Sun Microsystems y con el dinero de los estudios de cine Paramount, que probablemente quieren estar ahí cuando se descubra si las películas de ciencia ficción que han lanzado a las pantallas a lo largo de su historia tenían o no algo de profético.
En cualquier caso, después de un año con dos millones de computadoras trabajando por un tiempo equivalente a 280.000 años, los científicos no han podido identificar ningún sonido que contenga un mensaje de algún ser inteligente del espacio sideral.
Agencia EFE
Por Olga Brajnovic
Una iniciativa de la Universidad de Berkeley que ha atraído a dos millones de internautas para cooperar en la búsqueda de vida inteligente en el espacio ha sido elegida finalista de los premios de la Institución Smithsonian que se entregarán el próximo día 5.
El proyecto de Berkeley, llamado SETI, por las siglas inglesas de “Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre”, permite a todo el que quiera colaborar en la búsqueda de sonidos del espacio que podrían contener mensajes de los extraterrestres y mandar los datos a la computadora central de Berkeley para que los interprete.
La idea fue lanzada al público el 17 de mayo de 1999 y el equipo que la promueve recibió 200.000 solicitudes de personas que querían participar en menos de 48 horas.
Desde entonces, el número de colaboradores ha crecido hasta superar los dos millones, lo que ha permitido al equipo hacer cálculos que hubieran ocupado 280.000 años de trabajo en una sóla computadora, dicen los científicos que dirigen el estudio.
Los colaboradores en el estudio son internautas de todo el mundo que han descargado en sus PCs un programa que funciona como un protector de pantallas y se enciende cuando el aparato lleva unos minutos inactivo.
En lugar de las fotos de paisajes o los peces de colores nadando por la pantalla, lo que aparecen son unos gráficos que van cambiando de aspecto.
Lo que hace el salva pantallas en realidad es analizar señales de radio del espacio y enviar los resultados al server central de Berkeley a través de internet.
Cada vez que el server central recibe datos analizados, envía al salva pantallas del usuario otra colección de datos para que los analice la próxima vez que se ponga en marcha.
“Gracias a la colaboración de tanta gente de todo el mundo hemos construido un sistema que funciona como la mayor supercomputadora del mundo”, ha dicho Dan Werthimer, uno de los científicos que está al frente del proyecto.
Sin la colaboración de los internautas, el análisis y la clasificación de los sonidos del espacio sería una tarea inabarcable incluso para los sistemas más sofisticados.
Con lo que se ha llamado “Computación distribuida”, los científicos no sólo consiguen terminar en un tiempo récord sus cálculos, sino que además les sale gratis, porque los internautas que colaboran en el experimento lo hacen desinteresadamente.
La técnica es simple: consiste en dividir un macro problema en millones de secciones pequeñas que pueden resolver los computadoras normales desde cualquier parte del planeta.
En el caso del proyecto SETI, los participantes reciben información sobre lo que se está buscando y pueden tener las primicias de la primera conexión con inteligencias extraterrestres si da la casualidad de que el bloque de sonidos llega a su ordenador.
Los internautas que están colaborando con Berkeley tienen que firmar una declaración de intenciones en la que se comprometen a no llamar a la prensa en cuando vean en su pantalla uno de los gráficos que puede indicar un mensaje inteligible.
El compromiso es enviar los datos a Berkeley y esperar hasta que sean contrastados por los especialistas que tendrán que eliminar la posibilidad de que se trata de un mensaje procedente de alguno de los satélites o naves espaciales de fabricación terrestre que andan perdidos por el espacio.
Los sonidos que están analizando las dos millones de computadoras de los colaboradores de SETI los está obteniendo el observatorio espacial de Arecibo en Puerto Rico.
Werthimer explicó que está estudiando la posibilidad de obtener sonidos a través de algún telescopio situado en el hemisferio Sur del planeta para aumentar el radio de alcance de la investigación.
David Anderson, director del proyecto, dijo que la actual fase de la investigación se cerrará en mayo del año 2001, fecha en la que los instrumentos del observatorio de Arecibo habrán barrido tres veces la zona que está a su alcance.
El mantenimiento de la investigación cuesta US$ 400.000 al año y tanto Werthimer como Anderson esperan poder ampliarlo de manera indefinida para seguir analizando sonidos.
El proyecto cuenta por el momento con la ayuda financiera y técnica de la empresa de informática Sun Microsystems y con el dinero de los estudios de cine Paramount, que probablemente quieren estar ahí cuando se descubra si las películas de ciencia ficción que han lanzado a las pantallas a lo largo de su historia tenían o no algo de profético.
En cualquier caso, después de un año con dos millones de computadoras trabajando por un tiempo equivalente a 280.000 años, los científicos no han podido identificar ningún sonido que contenga un mensaje de algún ser inteligente del espacio sideral.
Agencia EFE