La presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, anunció en un acto oficial desde Tecnópolis los dos eventos biotecnológicos desarrollados por científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Ante la presencia del ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao, la Jefa de Estado destacó que “estos dos eventos biotecnológicos nos permiten ser el sexto país del mundo, junto a Brasil, Cuba, Indonesia, China y Estados Unidos, en producir este tipo de biotecnología”. La Primera Mandataria resaltó además que para el año 2050, teniendo en cuenta el aumento poblacional, el mundo demandará un 75% más de alimentos, por lo que aseguró que “estos eventos biotecnológicos son eventos económicos y sociales porque van a producir más y mejores alimentos para toda la humanidad”.
Según las leyes vigentes, las especies transformadas genéticamente deben ser aprobadas tanto por la CONABIA, organismo que certifica que las modificaciones genéticas introducidas no impactan negativamente en el ambiente, como por el SENASA, que avala que los cultivos no ponen en riesgo la salud humana o animal y que poseen las mismas características nutricionales que la especie sin modificar.
La investigación sobre la modificación genética de la soja fue llevada a cabo por un grupo de investigadores, liderado por Raquel Chan, en el Instituto de Agrobiotecnología del Litoral, dependiente del CONICET y la Universidad Nacional del Litoral (UNL), de la provincia de Santa Fe.
El equipo trabajó a partir del aislamiento y la caracterización de un gen de girasol (HAHB-4) relacionado a la respuesta natural de la planta ante factores climáticos y condiciones de suelo.
A través de la inserción de ese gen en la soja, se logró aumentar las capacidades de la planta para tolerar condiciones de estrés como la sequía y la salinidad de los suelos.
A raíz de esta modificación se puede dar un aumento de los rindes de entre el 10% y el 100% dependiendo del tipo de cultivo, la calidad del mismo y el lugar donde se produzca así como también de los factores climáticos.
La patente de este descubrimiento es propiedad conjunta del Estado nacional a través de la titularidad del CONICET y la UNL y la licencia de uso y explotación fue otorgada por 20 años a la empresa INDEAR, nacida de la alianza del CONICET y la empresa nacional Bioceres.
Es así como las instituciones mencionadas recibirán un porcentaje por cada semilla vendida en concepto de regalías.
El segundo caso se trata de la investigación orientada a combatir el Virus de la Papa Y (PVY por sus siglas en inglés), encabezada por el investigador del CONICET, Fernando Bravo Almonacid y su grupo del Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular (INGEBI), dependiente del CONICET y la Universidad de Buenos Aires (UBA).
El PVY, que afecta a más del 50% de los cultivos de papa, pude producir una reducción de la productividad de entre un 20% hasta un 80% como resultado de una alteración en el proceso de fotosíntesis originada por la deformación y decoloración de las hojas, que afecta el crecimiento del tubéculo.
Este virus, que se transmite por insectos de la familia de los áfidos (también conocidos como pulgones), resulta difícil de erradicar ya que puede persistir en las siguientes generaciones de tubérculos.
Los investigadores trabajaron durante seis años ensayando sobre 2000 plantas de dos líneas diferentes en campos de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza, teniendo en cuenta los tipos climáticos y de suelos de cada jurisdicción.
Como resultado, las plantas genéticamente modificadas no mostraron signos de la afección, mientras que aquellas que no fueron modificadas presentaron una tasa de infección de entre el 60% y el 80%.
Este avance resultará beneficioso especialmente para todos los productores cuyo principal problema son las plagas.
Así, las papas genéticamente modificadas reciben una “vacuna” contra el virus que no se manifiesta en sus características agronómicas, composición bioquímica y valores nutricionales, además de otorgarle mayor resistencia frente a otros tipos de virus.
Este hallazgo fue transferido gracias a un acuerdo entre el CONICET y la empresa Tecnoplant del grupo argentino Sidus.
La papa es el tercer cultivo más importante del mundo luego del arroz y el trigo. Es un alimento tradicional muy consumido por los argentinos, con una producción anual que ronda los 2,5 millones de toneladas, la mayor parte de ellas vendidas en el mercado local.
Ambas investigaciones son producto de una política sostenida de inversión y financiamiento de proyectos científicos, administrados por el Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (FONCyT) de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica dependiente de la cartera de Ciencia.
El evento, celebrado en el marco del 87° aniversario del “Día del Camino”, contó con la presencia de autoridades nacionales, provinciales y municipales, que participaron tanto en el acto principal como en tres videoconferencias llevadas a cabo en las provincias de Santa Cruz, La Rioja y Buenos Aires.