Un nuevo estudio generado a partir de datos de satélite informa que los valles en las capas heladas de la antártida pueden llegar a menos 100 grados centígrados. El estudio fue publicado en Geophysical Research Letters.
Estas son temperaturas mucho más bajas que el récord anterior que fue de menos 93 grados observado en la misma área.
Los científicos lograron la nueva cifra volviendo a mirar las lecturas de satélites remotos en la meseta antártica oriental que cubre el Polo Sur y recalibrando esas lecturas con datos actualizados tomados de estaciones climáticas en tierra.
El nuevo punto bajo es oficialmente menos 98 grados centígrados, una temperatura que “parece ser lo más bajo que se puede llegar” según el equipo internacional de investigadores que trabajaron en el nuevo estudio.
“Jamás he estado en temperaturas tan bajas y espero no sufrirlas nunca”, dijo Ted Scambos, integrante del equipo y profesor de la Universidad de Colorado-Boulder. “Me dicen que duele al respirar y que uno tiene que tener muchísimo cuidado para que no se congele parte de la garganta o los pulmones al inhalar”.
Semejantes temperaturas ocurren en pequeños bolsones de hielo de hasta 3 metros de profundidad, según muestra el satélite.
Hay que tener en cuenta que esto no es lo mismo que la temperatura más baja registrada usando instrumentos sobre la superficie de la tierra. Ese honor le corresponde a un grupo de investigadores en la estación neteorológica rusa Vostok, también en la meseta antártica oriental, quienes midieron menos 89 grados centígrados en julio de 1983.
Estas nuevas temperaturas son lecturas tomadas remotamente desde satélites en el espacio y los científicos prefieren mantener separadas a las dos formas. Con ellas se mide específicamente la temperatura de la superficie de la tierra, no el aire que está por encima del suelo, como es lo que mide una est ación meteorológica. Ambos tipos de mediciones son útiles para los científicos. Las estaciones meteorológicas pueden registrar condiciones exactamente tal como son, pero los satélites pueden cubrir áreas mucho más grandes.
El nuevo estudio descubrió también algo interesante sobre el por qué de estos récords tan bajos. Además de un cielo límpido y vientos ligeros, el aire debe estar extremadamente seco para lograr temperaturas tan grandes bajo cero. Cualquier vapor de agua tiende a calentarlo, aunque sea mínimamente. El aire extremadamente frío se hunde en los bolsones de hielo y se vuelve todavía más frío hasta que cambian las condiciones climáticas. Los científicos dicen que la temperatura podría bajar más todavía aunque harían falta períodos muy largos de cielo claro y aire seco.