El cajero en el microondas

    El microondas de alta tecnología es sólo uno más de los muchos aparatos que van a transformar la manera de realizar las operaciones bancarias en el futuro. Habrá billeteras que serán, a la vez, teléfonos celulares y transmisores de fax, y alfileres de corbata y aros que almacenen dinero electrónicamente o reciban faxes o, incluso, se conecten a Internet. En realidad, cualquier aparato tendrá la posibilidad de convertirse en emisor y receptor de casi cualquier cosa. Para la actividad bancaria, eso tendrá consecuencias importantísimas, una de las cuales es el enorme poder que adquirirán los consumidores.


    Ocurrirá más o menos así: el usuario le habla al microondas, le pide que se contacte con el banco y que le muestre el saldo de su cuenta en la pantalla de cristal líquido instalada en la puerta del artefacto (esa misma pantalla que se convierte en televisión). El cliente transfiere dinero de una cuenta a otra para pagar su tarjeta de crédito o una factura de servicios y luego recarga con $ 200 adicionales la tarjeta inteligente que siempre lleva consigo.


    La comida ya está lista y el usuario se toma un minuto más para pedirle al microondas que le envíe un e-mail a un amigo mientras toda la familia se sienta a comer. Mientras cenan, alguien se da cuenta de que no queda agua mineral para mañana. No hay problema. Después de la cena, se le pide al microondas que haga el pedido al supermercado para que entreguen el agua a la hora que más convenga.


    Todos los caminos


    ¿Ciencia ficción? No, una tecnología que ya es realidad. La comunicación entre el microondas y el mundo exterior se realiza a través de un enlace de telefonía celular, o de una señal de radio o por los cables de la electricidad.


    Si los investigadores de NCR están en el camino correcto, ese fantástico aparato podría popularizarse en los próximos diez años. NCR ya construyó un prototipo con casi todas las características que se acaban de describir y se prepara para comenzar las pruebas piloto con ayuda de los principales bancos. Si la idea tiene aceptación, el costo estará dentro de las posibilidades de la mayoría de las familias de clase media.


    El microondas de alta tecnología es sólo uno de los muchos aparatos que van a transformar la manera de realizar operaciones bancarias en el futuro. Habrá billeteras que serán a la vez teléfonos celulares y transmisores de faxes, y alfileres de corbata y aros que almacenan dinero electrónicamente o reciben faxes.


    Richard McLaughlin, vicepresidente de marketing relacional del Royal Bank, dice que el concepto de acceder a las cuentas bancarias a través de un microondas no es tan disparatado como parece. Por el contrario, afirma, tiene mucho sentido, porque el objetivo último que se busca con la integración de todas las tecnologías es lograr la máxima comodidad posible para la gente. McLaughlin cree que no está lejos el día en que converjan las tecnologías de las compañías de cable, las de telefonía y los bancos.


    Michio Kaku, profesor de la Universidad de Nueva York, avizora un mundo en el que los chips serán tan baratos y comunes que se convertirán en desechables. Estarán en la ropa, en las paredes, en las tapas de los inodoros. Para la actividad bancaria eso tendrá consecuencias importantísimas, una de las cuales es el enorme poder que tendrán los consumidores.


    “En lo que atañe a los bancos, la ventaja va a pasar a manos del cliente. Si yo quiero saber quién paga las mejores tasas de interés, sólo tengo que entrar a Internet”, señala Kaku, quien se muestra convencido de que los bancos se tendrán que distinguir de sus competidores a través de la customización, algo que, en este caso particular, quiere decir atender los intereses especiales de los individuos mediante técnicas tales como data warehousing y especialización en líneas de productos particulares.


    “Con sólo hablarle a una pared podremos hacer todas las transacciones bancarias. Pero, claro, si queremos comprar una casa o conseguir un préstamo de US$ 100.000 no vamos a querer hablarle a una pared. Toda vez que haga falta un consejo, los clientes van a seguir queriendo hablar con un ser humano.”


    Sin embargo, él insiste en que la mayoría de las actividades bancarias se harán a través de una pared, o de un reloj, o de un auto, según lo que resulte más cómodo. “La seguridad no será un problema porque cualquiera sea el aparato, entrará en contacto con nuestro iris, o con nuestra retina, o con las venas de nuestra mano, o con nuestra voz. El cuerpo será nuestro código PIN”.