-¿Cómo hizo para triunfar en un mercado editorial tan difícil como el de Estados Unidos?
-Me interesa mucho el lado humano de la gestión y sus valores. Creo que los negocios tienen que ver con la vida y la gente. El dinero es importante, pero no es la medida del éxito, sino el medio para obtenerlo. Para mí, la vida es más importante y parece que la gente se da cuenta de eso en mis libros. El otro aspecto significativo es que trato de contar historias de seres humanos, más que de empresas; en mi último libro relato la historia de 29 entrepreneurs de Londres. Y al público eso le gusta.
-¿Por qué eligió los términos elefantes y pulgas?
-Me parecen más ilustrativos y menos aburridos que hablar de grandes organizaciones y Pymes. Los elefantes son cada vez más grandes, pero no son muy ingeniosos ni cambian rápidamente, pesan demasiado. Por eso también necesitamos a las pulgas que aportan nuevas ideas, originan cambios y obligan a los elefantes a rascarse.
-¿Qué lugar queda para las Pymes en medio de las permanentes fusiones y adquisiciones?
-Los elefantes se están apareando entre sí y crecen cada vez más. Pero, al mismo tiempo, después del casamiento, se ponen a dieta y tratan de adelgazar. En otras palabras, se deshacen de gente. Esto es bueno para los accionistas y los clientes, porque la organización se vuelve más eficiente, pero es muy difícil para los empleados. Los que quedan, tienen que trabajar mucho más. Así llegamos a este mundo extraño, en el que algunos están trabajando y ganando mucho dinero, pero no tienen tiempo para gastarlo. A otros les sobra el tiempo, pero no tienen plata.
-¿De dónde surgirán los nuevos empleos?
-Si los elefantes estuvieran obligados a no despedir gente y mantener el empleo a pleno, no podrían competir y quedarían afuera del mercado. Los nuevos puestos saldrán de las pulgas. Algunas serán punto com, pero la mayoría serán más comunes, como esas pequeñas empresas que necesitamos en todas las ciudades. Para que nuestras sociedades sobrevivan, tiene que haber elefantes que ejecuten lo más grande, pero también precisamos a las pulgas para que hagan lo más pequeño. Quiero alentar a la gente para que no busque empleos, sino clientes. Antes pensábamos que sólo importaban los elefantes, pero ahora digo que son las pulgas las que crean empleo y nuevas ideas.
-Entonces, ¿las pulgas sobrevivirán?
-Algunas van a morir, pero muchas sobrevivirán. En Inglaterra creamos muchos miles de pequeñas empresas todos los años y casi la misma cantidad fracasa. No importa. Las pulgas siguen la ley de abundancia de la naturaleza, que produce más insectos que los que necesita. Muchos mueren, pero una cantidad suficiente sobrevive. Por eso quiero alentar la existencia de muchas pulgas y sólo unos pocos elefantes.
-La Argentina es un país con serios problemas de competitividad. Algunos economistas recomiendan bajar costos a través de la reducción de los salarios. ¿Cuál es su opinión?
-Creo que a largo plazo esto será un error. Ustedes sólo sobrevivirán en el mundo si la calidad de lo que ofrecen a otros países es tan buena que el precio no resulte tan importante. En Gran Bretaña, durante mucho tiempo queríamos que la libra esterlina se devaluara permanentemente, porque de esa manera nuestras mercaderías costaban menos. Durante los últimos tres años esto no ha sido posible y nuestra moneda se mantuvo arriba mientras el euro bajó. Tuvimos que salir a competir por calidad y servicio. Y al final esto fue muy bueno para nuestras empresas, porque tuvieron que mejorar y, para sorpresa de todos, las exportaciones aumentaron. Es demasiado fácil vender solamente por el precio. Así, la gente se vuelve haragana.
-Usted dice que ésta es la era de los portfolio workers. Es decir, de los trabajadores que no tienen un puesto fijo, sino una cartera de empleos. Otro escritor británico, Max Comfort, dice que en realidad estos trabajadores siempre existieron. Y pone como ejemplo a las mujeres que atienden a su familia y además trabajan afuera ¿Cuál es el papel de la mujer en el futuro mundo del trabajo?
-Max tiene mucha razón. Yo los iba a llamar women workers (trabajadores femeninos), pero luego pensé que no les iba a gustar a los hombres. Por eso preferí llamarlos portfolio workers. Las mujeres siempre tuvieron una vida multitarea, con la diferencia de que, ahora, parte de ese portfolio laboral es pago. A las mujeres les gusta el trabajo part-time y por cuenta propia, porque saben cómo organizar y combinar diferentes cosas en sus vidas. En cambio, a los varones parece gustarles tener una estructura: quieren un puesto, un auto, todas las cosas que vienen con la vida de oficina. Pero eso va a desaparecer. Creo que las mujeres comprenden mejor este concepto y, por lo tanto, su futuro es muy bueno si quieren trabajar. El problema es que ellas son las que tienen los hijos y es difícil combinar una vida muy activa en una empresa con la maternidad. Por eso, en el Reino Unido, las mujeres están postergando el momento de tener hijos casi hasta los 40 años.
-En su libro The Age of Unreason (La era de la sinrazón), usted pintó un panorama brillante del futuro laboral. ¿No siente que la realidad ha refutado ese pronóstico?
-Creo que fui demasiado optimista. Dije que para la gente era una buena noticia que la vida laboral ya no se desarrollara en una sola empresa, y ahora me parece que no es tan fácil. Es bueno para mí, para alguien a quien le gusta el trajín o cuenta con una habilidad profesional específica, pero no es grato para un gerente medio que no está acostumbrado a trabajar por su cuenta.
Pero tenía razón al indicar en qué dirección iba el trabajo y al pronosticar que las empresas despedirían a mucha gente. Hoy parece obvio, pero entonces no era común decir que todo sería tercerizado, que las carreras dentro de la empresa se terminarían a los 50 años. Yo dije que para el final del siglo XX sólo la mitad de la fuerza de trabajo tendría puestos full-time en una empresa, y eso ha ocurrido en Europa. Hace 20 años todos decían que estaba loco. Tuve razón, pero las cosas no marcharon tan bien como esperaba
-¿Sigue opinando que los políticos no son creíbles, porque no creemos en el mundo que nos están ofreciendo?
-Mi preocupación en torno a la política es que los períodos de gobierno son muy cortos, por lo general duran cuatro años. Eso significa que después de dos años empiezan a planear la reelección, para lo cual tratan de complacer de alguna manera a la mayoría de la gente, lo que no siempre es lo mejor para el país. Hacen promesas que no van a poder cumplir (o no deberían, pues cuestan demasiado dinero). En cierto sentido, tratan de sobornar a la gente, diciendo cosas tales como que van a bajar los impuestos. Y eso no siempre está bien, o no es cierto. Por eso, después de los primeros dos años, no creo en ningún gobierno.
-¿No cree en el actual gobierno laborista británico?
-Tony Blair es un ejemplo. Casi todos estábamos muy contentos cuando fue electo. Dijo que íbamos a tener un país diferente. Creo que era sincero, pero se le hace muy difícil cumplir todas las promesas que hizo y ahora hasta cierto punto la gente perdió su fe en él, lo ve débil. Es muy difícil gobernar en una democracia donde a veces hay que complacer a tanta gente. Por eso creo más en un sistema presidencial como el francés, con períodos de siete años. Es un período extenso y después no existe la posibilidad de reelección. Entonces, no hay que complacer a todo el mundo, y el mandatario está más interesado en hacer lo que debe hacer por su nación.
-¿Qué les sugeriría a los políticos argentinos de cara al futuro?
-Deberían comenzar a hacer lo que hizo Irlanda 15 años atrás: concentrarse en la educación superior. Ustedes tienen universidades muy grandes adonde todo el mundo puede ir, y creo que eso no está bien, porque la calidad de la educación baja. Deberían tener algún criterio para el ingreso y universidades dedicadas a la investigación, que no tienen ahora. Es muy importante, porque surgen ideas, que después pueden transformarse en empresas. La Universidad de Cambridge sólo tiene 12.000 alumnos, pero alrededor de ella han surgido 1.000 empresas científicas nuevas. El sistema educativo es muy importante en este mundo nuevo donde no se necesitan músculos y manos, sino cerebro y dedos.
-Muchos plantean que la globalización amplía aún más la brecha entre países pobres y ricos. Otros sostienen que en realidad la nueva economía ayudará a reducir esa distancia. ¿Usted qué opina?
-Es muy triste, pero todo demuestra que cuanto más rápido crece la economía, más grande es la brecha entre ricos y pobres. En Estados Unidos, el sueldo promedio de un CEO es casi 450 veces superior al de un empleado. Es increíble y está mal. Esto sucede porque si se aumenta el sueldo de los de arriba eso casi no incide en la inflación, ya que en ese lugar no hay muchas personas. Además, es necesario aumentarles sus ingresos para que no se vayan a otro lado. Me parece muy triste, pero inevitable. Si un tenista gana una gran cantidad de dinero o si alguien en una empresa punto com hace muchos millones, nadie se enoja, porque entendemos que se lo han ganado. Nos enojamos cuando alguien que conduce un elefante se lleva un montón de plata y sospechamos que no se lo merece. Por eso, prefiero que el sueldo no esté ligado al valor de las acciones que puede cambiar con los vaivenes del mercado de valores sino a la rentabilidad de la compañía.
-¿Qué piensa de las protestas en Seattle y Washington?
-Es evidente que los elefantes preocupan a la gente, porque hay compañías bastante más grandes en cuanto a ingresos que muchos países. Y no son democracias, sino estados corporativos que no tienen que dar explicaciones a nadie, excepto a sus accionistas. Sólo les interesa una cosa: el dinero. Especialmente en los países en desarrollo, no les importa cómo se comportan sus empresas; si protegen el medio ambiente, si tratan bien a sus empleados, si pagan los impuestos. La gente se muestra preocupada por estos grandes elefantes que pisotean todo. Se equivocan quienes protestan contra el libre comercio, porque lo necesitamos; y lo tendremos inevitablemente, ya que no es posible detener la información que fluye en todo el mundo. Pero tienen razón quienes expresan su preocupación acerca de los valores de los elefantes.
