Un dulce sueco continental

    A contramano de lo que podrían aconsejar las grandes
    consultoras especializadas en reingeniería, el grupo Arcor
    – el holding de la industria de los alimentos que opera 33
    plantas y cerró el año con ventas por $ 1.070
    millones – logró hacer de la integración vertical
    de sus procesos una herramienta clave para ocupar posiciones de
    liderazgo en cada uno de los negocios en los que participa.

    “Muchas de esas operaciones – como las de Cartocor
    (cartón corrugado) y Vitopel (envases flexibles) –
    surgieron para abastecer de insumos a nuestras plantas de golosinas.
    Pero han llegado a adquirir una magnitud tal que el grupo se
    terminó convertido en un cliente más de esas empresas”,
    explica Luis Pagani, presidente de Arcor.

    Nacida hace 46 años en la localidad cordobesa de Arroyito
    como fruto de la iniciativa de las familias Pagani, Maranzana, Seveso
    y Brizio, Arcor es hoy la excepción en un mercado que en los
    últimos años fue testigo de ventas y fusiones generadas
    por el desembarco de las más fuertes multinacionales del
    negocio, como Nabisco y Danone.

    Sus propios competidores se animan a decir que, probablemente,
    Arcor sea uno de los últimos grupos integrados que logran
    funcionar competitivamente en cada nuevo negocio que emprenden. “Es
    probable que seamos un caso raro dentro de la industria”, admite
    Pagani. “Nos ocupamos desde la producción de la materia prima
    hasta la puesta de los productos en las góndolas de los
    supermercados. Además, intervenimos activamente en varias
    economías regionales, como las del durazno en Mendoza, el
    tomate en San Juan, el azúcar en Tucumán y el
    maíz en la pampa húmeda. Desde siempre tuvimos
    vocación por generar nuevas oportunidades para concretar
    negocios.”

    Los resultados de esa estrategia instalan al grupo como el primer
    productor nacional de chocolates, caramelos, mermeladas, polentas,
    cartón corrugado y envases flexibles, en el segundo lugar en
    los mercados de gomas de mascar, salsas y aceites de maíz y
    terceros – detrás de Bagley y Terrabusi – en la
    fabricación de galletitas.

    ¿Ser terceros es aprobar la asignatura a medias?

    “No, pero se sufre”, responde Pagani entre risas. En la
    actualidad, Bagley capta 30% del mercado de galletitas, Terrabusi 25%
    y Arcor 20%. “Pero apuntamos a ser primeros. Aunque la tarea no
    será sencilla, porque nuestros competidores tienen a su favor
    una fuerte tradición de marca. Sin embargo, creemos que dentro
    de cuatro o cinco años también seremos líderes
    en galletitas.”

    La diferencia que separa a Arcor de sus competidoras locales en la
    industria de los alimentos es haber logrado escalar posiciones sin
    apelar a la venta o a la búsqueda de socios extranjeros. Sus
    accionistas siguen siendo los mismos desde hace 46 años y los
    Pagani conservan la mayoría del paquete.

    El grupo no sólo pudo darse el lujo de conservar todos sus
    negocios, sino que, además, adquirió otras empresas,
    como el fabricante de chocolates Aguila Saint, el paquete de marcas
    de Noel y la cordobesa LIA (galletitas). “La clave”, sostiene Pagani,
    “fue reinvertir utilidades y sumar la tecnología más
    moderna. Invertimos fuertemente en esas tecnologías durante
    los ´80. Cuando se produjo la apertura, nuestras empresas estaban
    preparadas para competir de igual a igual con las multinacionales. A
    otros, la brecha tecnológica los dejó fuera del
    mercado”.

     

    Multinacional y argentina

    Actualmente Arcor es el segundo productor mundial de caramelos y
    el primer exportador de golosinas de la Argentina, del Brasil y de la
    región. Sus productos llegan a 75 mercados y sus plantas
    conforman un verdadero Mercosur puertas adentro de la
    compañía. “Nuestras fábricas se especializan en
    determinadas líneas de productos y a través de ellas
    complementamos nuestra producción. Las inversiones que hacemos
    en cada nuevo emprendimiento suponen una apuesta que va más
    allá de los mercados nacionales. Para los próximos
    cuatro años nos fijamos el objetivo de ser líderes
    latinoamericanos en golosinas y chocolates”, afirma Pagani.

    La reconversión encarada para responder a ese
    desafío tomó la forma de un programa de calidad.
    “Actualmente tenemos 19 fábricas certificadas con Normas ISO
    9000 y antes de fin de año esperamos completar la
    certificación de las 33 plantas del grupo. En determinados
    mercados mundiales los sellos de calidad comienzan a ser requisitos
    ineludibles para concretar ventas. Decidimos encarar una
    gestión de calidad porque contribuía a respaldar la
    política exportadora que nos habíamos trazado”, explica
    Pagani.

    La profesionalización y capacitación del personal
    fue parte de ese mismo proceso. Arcor firmó acuerdos con el
    Instituto de la Calidad de Japón para el desarrollo de
    programas que le asignan a los trabajadores la posibilidad de
    convertirse en sus propios gerentes. Hoy los operarios no sólo
    aportan sugerencias vinculadas con el proceso productivo, sino que
    intervienen activamente en el mantenimiento del equipo.

    En cuanto a su estrategia comercial, una de las claves
    consistió en apoyar los cambios desde el market-ing. “El
    primer paso”, explica Pagani, “fue posicionar a la
    compañía en el mercado metropolitano: debíamos
    demostrar que éramos un grupo que, aunque nacido en el
    interior, tenía vocación de liderazgo nacional y
    capacidad competitiva. En el ´96 logramos transmitir lo que somos:
    una multinacional argentina”.

    Más allá de la comunicación institucional, la
    estrategia apuntó a respaldar cada uno de los nuevos
    lanzamientos: Arcor destinó US$ 60 millones anuales a la
    investigación de mercados, el desarrollo de nuevos productos,
    la publicidad y las promociones. Durante el año pasado las
    marcas de la empresa estuvieron en un millar de productos. Y Pagani
    espera que la familia de marcas sume otros 150 lanzamientos en 1998.

    “Arcor fue una de las empresas que más rápidamente
    asumió políticas de marketing para escenarios
    mundiales. Me animo a decir que nuestras estructuras se equiparan
    actualmente a las de cualquier filial de una multinacional con
    presencia en el país.”

    El desarrollo de una red de 230 distribuidores exclusivos fue otro
    de los pilares del crecimiento: Arcor garantiza así que los
    productos lleguen cada semana a 200.000 puntos de venta en todo el
    país.

    A la hora de trazar el escenario del futuro, Pagani dibuja un
    mundo con sus manos: afirma que para el 2000 Arcor superará la
    barrera de los US$ 1.500 millones de facturación y que cinco
    años más tarde la presencia del grupo se
    extenderá desde Tierra del Fuego hasta Alaska. “Nuestros
    padres tuvieron el sueño de ser primeros en la Argentina. Hoy,
    el objetivo es extender ese sueño al continente.”

     

    La fórmula de Arcor

    Reconversión tecnológica temprana: incremento de la
    productividad y la capacidad competitiva.

    Fuerte compromiso con la calidad.

    Capacitación del personal y profesionalización del
    management.

    Importante inversión en las áreas de marketing
    institucional y de producto.

    Conformación de una red de distribución nacional.

     

    Ventas del Grupo Arcor entre 1993 y 1997