La disputa de intereses que se desarrolla en Santa Fe por el reparto de los ingresos del fisco sigue siendo un elemento de riesgo para la evolución futura de la economía. A diferencia del mes anterior, caracterizado por una intensa puja Nación-provincias, en julio la principal batalla se libró entre provincias pobres y provincias ricas. Este conflicto es menos peligroso para el plan económico: admitiendo que los gobernadores de ambos bandos gastan todo lo que se les coparticipa (y más también), la capacidad de ahorro del sector público depende de los recursos que retiene la Nación.
Sin embargo, Cavallo deberá mantenerse alerta para que la redacción final de los artículos de la Carta Magna que rijan esta materia no afecte la estabilidad económica. Por ahora, el resultado de la disputa por los fondos fue el despacho de la comisión de Competencia Federal que compromete los recursos de la provincia de Buenos Aires, ya que le da al Senado el rango de Cámara iniciadora en materia de coparticipación.
En lo que respecta a la producción industrial, las estimaciones de FIEL indican que en los primeros seis meses del año se registró un crecimiento de 5,8% con respecto al mismo período del año anterior. En el segundo trimestre, la actividad industrial mostró un aumento de 5,1% frente a similar lapso de 1993 y alcanzó un nuevo récord de producción para abril-junio (ver gráfico 1).
Pero la tendencia parece indicar una desaceleración del crecimiento industrial: en el primer trimestre el incremento de la producción fue de 6,4%, un índice semejante a los observados en los dos últimos trimestres de 1993. Además, en junio el nivel de producción industrial se contrajo en 2,1% con relación a mayo. Los próximos trimestres probablemente confirmen la tendencia hacia la
desaceleración del crecimiento industrial, a raíz de la reducción del ingreso de capitales y el menor crecimiento del crédito.
Junio fue, por otra parte, el cuarto mes consecutivo en el que aumenta la tasa de inflación. A nivel mayorista el incremento fue significativo, al situarse en 1,5% (ver cuadro 2). Pese a que el incremento de los precios minoristas fue mucho menor (0,4%), constituye el registro más elevado en lo que va del
año. Aun así, en los últimos doce meses el costo de vida sólo acumuló un aumento de 3% y el índice de precios mayoristas aumentó menos aún (0,2%).
En julio hubo factores estacionales que gravitaron sobre los precios: las vacaciones de invierno (con los ajustes en los rubros de turismo y transporte), las heladas (que afectan la oferta de alimentos perecederos) y el gasto adicional generado por el medio aguinaldo. Como consecuencia cabe esperar
un nuevo aumento en la inflación minorista.
La mayor inflación de junio provocó una caída de 0,3% en el tipo de cambio real. Esta reducción fue acompañada por un pequeño aumento en el costo laboral, que se mantiene por debajo del nivel promedio de 1993 gracias a la reducción de los aportes patronales. Cabe preguntarse si los aumentos salariales que reflejan los índices están acompañados por un aumento en la productividad de la mano de obra. De no ser así, el leve incremento del costo salarial en dólares significa un deterioro en la competitividad de los productores de bienes comercializables (productos que se pueden importar o exportar).
Las cuentas externas siguen siendo motivo de atención. Pese a que el déficit comercial superó los US$ 2.800 millones en el primer semestre (ver cuadro 3), en los dos últimos meses (mayo-junio) declinó apreciablemente. Luego de promediar US$ 600 millones en el primer cuatrimestre, pasó a una media de US$ 220 millones en mayo-junio. El déficit semestral es el resultado de un incremento de 9,7% en las exportaciones y 39% en las importaciones con respecto al primer semestre de 1993.
Como se señaló en esta columna en la edición de junio, cabe esperar que el año cierre con un déficit de US$ 4.500 – 5.500 millones, con lo que, si bien se alcanzaría un nuevo récord, se estaría lejos de los pronósticos más pesimistas.
En julio, Brasil aportó dos datos auspiciosos para las cuentas externas argentinas: el buen comienzo del plan antiinflacionario y el consiguiente repunte en las encuestas del candidato oficialista a la presidencia, Fernando Cardoso. Un triunfo de Cardoso posibilitaría el afianzamiento del programa de
estabilización brasileño y, según se espera, un aumento del consumo y las importaciones. Para la Argentina, esto significaría una posibilidad cierta de incrementar las ventas al gigantesco vecino, lo que resulta crucial especialmente si se decide mantener los plazos previstos para el Mercosur.
Como contrapartida, en julio se siguió observando una alta volatilidad e incertidumbre en los mercados financieros internacionales, tal como viene ocurriendo desde el comienzo del año. Aunque la caída del dólar en estos mercados significa una pequeña devaluación del peso que puede favorecer
a los productores de bienes comercializables, la inestabilidad de las monedas y de las tasas internacionales de interés tiene un impacto negativo sobre el flujo de capitales al país.
Pese al aceleramiento inflacionario y a las turbulencias provenientes de los frentes externo y político, el programa conserva su solidez fiscal. Aun con un importante aumento en el gasto público, el superávit operativo (o sea, superávit primario sin ingresos de capital) sigue financiando los intereses de la deuda pública (ver gráfico 4). El buen desempeño fiscal está íntimamente relacionado con el crecimiento de los ingresos tributarios, que en el primer semestre de 1994 fueron 19% superiores a los del mismo período del año anterior.
Sin embargo, el nuevo sistema previsional, el aumento de las tasas de interés, la transferencia de las
cajas jubilatorias provinciales a la Nación, la extensión de la reducción de los aportes patronales a los servicios y la devolución de los impuestos internos a los exportadores de alimentos (las dos últimas previstas para enero próximo) representan un desafío para las cuentas fiscales. Dada la necesidad de aumentar el ahorro interno para que la caída del ingreso de capitales no afecte a la inversión, debe al menos sostenerse el superávit fiscal. Por lo tanto, la resolución de la disputa por la coparticipación de impuestos es de crucial importancia para la salud de la economía.
