La elite del management (parte I)

    Todos estamos en el cambio. Pero sospecho que pocos saben adónde conduce.” La candorosa afirmación de un empresario local desnuda con toda crudeza la esencia del problema. La dinámica de los acontecimientos impulsa a montarse en la transformación, a actuar sin dilación, aunque la mayoría de las veces sin que la reflexión acompañe el proceso.

    Hay dos visiones del cambio que resulta ineludible tener en cuenta. Una es global. Se refiere a lo que ocurre a escala planetaria en las relaciones internacionales, en la economía, en la sociedad, en las relaciones de poder, en las nuevas teorías y paradigmas que buscan explicación a una complejísima

    realidad.

    Decía Heráclito que “nada es permanente, excepto el cambio”. Y es cierto. Siempre hubo cambio. Pero el que confrontamos es de una magnitud tal que todo lo transforma y lo confunde.

    Para entenderlo habrá que esperar teorías explicativas en elaboración y que siempre vienen detrás de

    los hechos de la realidad, así como después de la Revolución Industrial vinieron Adam Smith, John Locke, David Ricardo, Rousseau, Montesquieu y hasta el mismo Carlos Marx. Con toda certeza, tras esta revolución tecnológica e informática que estamos viviendo aparecerán nuevas teorías políticas,

    sociales y económicas.

    La otra visión del cambio alude a la profunda transformación que se está operando en el mundo de las empresas y los negocios. Revolucionarios modos de producir, disponibilidad de tecnología inédita y hasta hace poco inimaginable, reducción constante del tiempo de gestación de un producto hasta

    su lanzamiento al mercado y acortamiento en el ciclo de vida de los productos.

    Sobre el cambio global se han escrito toneladas de papel. Fin de la Guerra Fría, caída del Muro de Berlín, desintegración del imperio soviético, surgimiento de Japón como primera potencia comercial, aparición de China como actor económico de primer orden, formación de grandes bloques comerciales, transformación del espacio económico europeo, genocidio en los Balcanes, guerra por televisión en el Medio Oriente.

    En América latina -y en particular en la Argentina- presenciamos la restauración democrática, la apertura de las economías, la reconversión del Estado, la búsqueda de la estabilidad económica y la permanente ilusión del crecimiento. Vimos fenómenos políticos impensados: avances de la integración regional, escándalos de corrupción exhibidos ante la luz pública, la debacle de partidos

    políticos tradicionales y un ahondamiento de la brecha de la pobreza. El continente entero abrazó con alguna ingenuidad la teoría de las bondades del libre mercado a ultranza, y hoy -vista la impotencia para resolver problemas agravados- comienza a volver de esta ilusión. La mano invisible no basta, como lo demuestra el caso mexicano, para generar automáticamente democracia y evitar la excesiva concentración del poder. Más que al Estado Omnipotente se observa al Estado Débil de Alain Touraine como uno de los males congénitos de la región. Y es preciso proceder a su refundación en términos de menor tamaño y mayor eficiencia para la vida cotidiana de sus

    habitantes.

    Sobre el cambio visto desde la perspectiva de las empresas y de la microeconomía hay un cúmulo de experiencias muy recientes al que hacer obligada referencia, y una multitud de teorías -a veces no más que modas efímeras- que pretenden dar cuenta de estos complejos y singulares procesos.

    Los dos grandes debates instalados en nuestros días en torno de las empresas y el ámbito de los negocios plantean órbitas de problemas distintos. Uno está vinculado con la tecnología, con su absorción, con el potencial de posibilidades que ofrece. Qué significa este matrimonio informático entre la computación y la tecnología, que expande el conocimiento y la información, cambia los modos de producir y por tanto los ámbitos y hábitos de trabajo, y las relaciones sociales.

    El otro se conecta con los contenidos y los estilos de conducción, con el gobierno de las unidades productivas, con las excelencias y habilidades que hay que contar en esta hora, con los nuevos modelos de organización empresarial, con la dureza de la competencia en estabilidad, con las exigencias de clientes nada sumisos. Tiene que ver con las nuevas responsabilidades, habilidades y misiones del management. Se vincula con una dimensión ética del mundo de los negocios. Este es un debate extraordinariamente rico al que se ha prestado tal vez poca atención hasta hora.

    Como una manera de celebrar su edición aniversario, MERCADO ha encarado esta investigación sobre el estado de la cuestión en la Argentina. El análisis de los fenómenos que se están registrando, las tendencias que se insinúan, las opiniones que se generan, los modelos y los conceptos teóricos que se manejan, pero sobre todo la necesaria reflexión que debe existir es lo que se privilegia en las páginas que siguen.