La ropa que marca su nivel

    Tan espléndida como cuando seducía a una generación de fumadores avanzando a lomo de camello hacia las pirámides de Egipto, o sonriendo desde una góndola veneciana, Claudia Sánchez se mueve ahora detrás de las cámaras. Vinculada al mundo de la moda en sus comienzos como mannequin,

    hace ya varios años dirige junto a su marido Francisco Nono Pugliese una productora publicitaria de primer nivel. Su trabajo la apasiona y en él, la presencia femenina es un tema recurrente. “Nuestras producciones apuntan fundamentalmente a la mujer, que es quien decide las compras en la abrumadora mayoría de los casos. Sin embargo, en la discusión de campañas y ese tipo de cosas, yo trato generalmente con hombres; las mujeres suelen estar en los niveles medios.”

    No deja asomar dudas a la hora de hablar sobre la importancia de la ropa. “Elegir lo que uno se pone es una opción de cómo presentarse ante los demás, y tiene que ver con uno y también con el respeto al otro, al que está enfrente. A mí no me gusta verme en chancletas y ruleros; mucho menos que me vean los demás. En cuanto a mi trabajo, si tengo una reunión de negocios es muy difícil que no me ponga un tailleur; eso sí, con una falda que me deje las piernas al aire. Pero cuando estoy en plena producción, necesito andar de jeans y zapatillas y con una gomita atándome el pelo; tengo que estar cómoda. Soy muy clásica; jamás usé la moda. Es algo tan pasajero y, a veces, tan uniformante.”

    “No creo que ninguna mujer que desee ocupar un cargo importante, o que su empresa vaya adelante, quiera pasar desapercibida; si lo dice, está o se está mintiendo. La comehombres es una postura, y por cierto bastante molesta; yo prefiero la seducción, si por eso se entiende caer bien. Una señora elegante, bien vestida, es mejor oída, se le presta más atención. En ese sentido, las mujeres políticas y las funcionarias han avanzado a una velocidad increíble; están siempre impecables y al mismo tiempo femeninas. No es que se vean prolijas por asexuadas. Las empresarias lucen bien, aunque quizá más clásicas. Estoy convencida de que la imagen es fundamental; es como el packaging de un producto.”

    V. R.

    Adiós a los Uniformes.

    Una investigación realizada por Working Woman entre grandes empresas estadounidenses reveló sugestivas coincidencias y particularidades en los códigos de elegancia femenina. Estos son algunos ejemplos interesantes tomados de nombres famosos:

    CBS: Faldas cortas, accesorios llamativos, alhajas, tacos bajos y pelo largo (sobre todo en las más jóvenes). El maquillaje es de rigor, se aceptan los pantalones, pero no los jeans, y no se ven abrigos de pieles.

    American Airlines: Las polleras descienden varios centímetros por debajo de las rodillas, las joyas son discretas y los zapatos de tacos medianos. Melenas hasta los hombros. Colores brillantes en el maquillaje. Muy pocas mujeres van a trabajar con pantalones.

    The New York Times: Nadie le da demasiada importancia a la apariencia. Faldas largas, pocas alhajas, zapatos cómodos. Se ven muchas cabelleras grises. Tonos rosados para los lápices de labios (o nada).

    Las mujeres que ocupan puestos importantes jamás usan pantalones.

    Lazard Freres: Los pantalones están absolutamente fuera de lugar. Collares de perlas. Peinados muy elaborados. Maquillaje discreto. Excepto en verano, hay un permanente desfile de abrigos de piel.

    Playboy: Todo vale, faldas muy cortas o muy largas, zapatillas o tacos aguja, cualquier color de pelo (incluso las canas naturales), muchas alhajas, auténticas o de fantasía, pantalones (jeans incluidos), mucho maquillaje o caras lavadas. Christie Hefner, la heredera del fundador del imperio, cultiva un

    estilo muy profesional.

    Calvin Klein: Las mujeres del staff siguen la línea del diseñador. Lo que significa que no se da mucha importancia a los accesorios (a nadie se le ocurriría, por ejemplo, usar pañuelos de Pucci).

    Predominan los tacos bajos, el maquillaje en tonos naturales y el pelo corto y lacio. Los pantalones resultan perfectamente aceptables, sobre todo en conjuntos con sacos o chalecos.

    c Working Woman 1992.

    La Comodidad Está de Moda.

    Los resultados de una encuesta entre las lectoras de la revista Working Woman revelan interesantes datos y destruyen algunos mitos acerca de los criterios con que eligen su guardarropas las norteamericanas que trabajan.

    * Apenas 11% manifestó que gasta más de US$ 3.000 anuales en ropa y accesorios. La mayoría destina a ese presupuesto entre US$ 1.000 y 2.000. Y una importante proporción (35%) gasta menos de US$ 1.000 por año.

    * Casi la mitad compra menos de cuatro pares de zapatos por año. Sólo 9% adquiere más de diez pares.

    * La mayoría prefiere tacos medianos (menos de 4 centímetros). Sólo 22% se siente mejor con zapatos altos.

    * Las marcas de famosos diseñadores no son un factor importante en la decisión de compra para 82% de quienes respondieron a la encuesta.

    * Sólo 1% adhiere a la norma de usar únicamente trajes en el lugar de trabajo.

    * Una abrumadora mayoría (80%) dijo que recurre a lo mejor de su guardarropa cuando tiene que hacer una entrevista o presentación importante para su trabajo. Sólo 2% reserva sus galas para una fiesta de la empresa.

    * Sólo 1% de las participantes dijo que procuraba causar una buena impresión a sus superiores. Casi la mitad, en cambio, señaló que la comodidad era el factor más importante.

    * Casi 40% indicó que, para destacarse en una reunión de negocios, busca proyectar una imagen de poder (con ropa de buen corte, hombreras, etc). Apenas 5% dijo que recurrían a un estilo sexy.

    c 1992 Working Woman.

    Comprar a Medida.

    Para muchas norteamericanas, el sueño de contar con los servicios de una encargada de vestuario comenzó a hacerse realidad en los últimos años, gracias a la iniciativa de grandes tiendas (como Saks y Macy´s) y cadenas de boutiques (como Ann Taylor). Todo lo que una potencial clienta tiene que hacer es llamar a una personal shopper e indicarle cuáles son sus necesidades y su presupuesto. La vestidora se ocupará de elegir para ella los conjuntos de ropa y accesorios. Una visita de un par de horas a la tienda será luego suficiente para decidir las compras de toda una temporada.

    El sistema ofrece ventajas incomparables. Para empezar, el servicio es gratuito y no crea compromisos de compra. Permite ahorrar tiempo y dinero, y evita costosos errores. Se pierde, es cierto, el placer de la cacería, y la oportunidad de crear o transformar el propio estilo. Pero también es una eficaz vacuna contra las tentaciones que suelen llevar a arrepentimientos tardíos, como la de

    comprar un llamativo saco con la esperanza de encontrar (en otra oportunidad que muchas veces nunca llega) la falda o la blusa que combinen exactamente con él.