Casi todos los temas pasan por esas mesas. El Goya (no por el pintor, sino por gallego) repasa el mostrador, ordena botellas y tropieza con el gato. A veces garúa. La garúa promueve porteñas fantasías.
Ruso: (Por ser colorado) Debemos acostumbrarnos a pagar lo que usamos. Es una manera de la justicia. Uno usa, uno paga. El peaje es un buen ejemplo. Usás, pagás.
Chino: (No se sabe por qué) Una verdadera bestialidad. ¡Ninguna justicia, loco! Ninguna. Si se paga lo que se usa se acaba la solidaridad. Si no pagan todos, los que usan y los que no, olvidate de los hospitales, las escuelas y la policía. La solidaridad es el pegalotodo de la sociedad. Sin solidaridad no hay sociedad, sin sociedad no hay nación, sin nación no hay soberanía. Ergo o sea, sin solidaridad no hay soberanía. Goya, traeme un cortado mitad y mitad, con sacarina. Es como te lo digo. Creeme loco. Está garuando.
Ruso: No exageres. Para algunas cosas la solidaridad, y para otras usás y pagás. No me vengas con viejos discursos. (Enojado) Hace cinco horas que está garuando. (Convincente) Yo cobraría peaje para caminar por Florida, por ejemplo. El paisaje de Florida es más atractivo que muchos del llamado circuito turístico, un decir. Y está ahí no más. Se pasean orondas las mujeres más hermosas en cantidades asombrosas, vestidas para matar, sonrientes y cimbreantes, de todos los colores y tamaños, de todas las edades, con infartantes minifaldas, demoledoras transparencias y acariciantes perfiles. (Mira el cielorraso)
Goya: (Imaginen un gallego) Dijo yo. ¿No eres un baboso? El cortado. No lo dejéis enfriar.
Chino: Sí señor. Ba-bo-so. Ya está frío. Además, con qué excusa. ¿Sólo el viejoverdismo? No… pará.
Ruso: Contesto por partes. Baboso nada. También hay hombres elegantones, espontáneas discusiones de esquina, distinguidas vidrieras y de las otras, personajes. Enrique Olivera se pasea, se pasean Jorge Domínguez, el Nene Bonardo, Landrú, Pepe Roca, Alieto Guadagni. Alberto Solá se pasea. Y lo recaudado serviría para limpiarla, para sacarle ese olor a riachuelo surgido de las montañas de bolsas despanzurradas de basura, para iluminarla y para mí, por la idea. Hacé la cuenta.
Si cobro diez centavos de dólar, mil australes de antes, la pasada ida y vuelta, una bicoca, y calculando unos 150.000 pasadores por día, y me quedo corto, son 15.000 dólares. Ponele unos 20 días, son 300.000 dólares por mes. Oíme, papá, con esa recaudación pongo a todos los mendigos, y cultores de dudosas músicas folklóricas como recaudadores en calles y entradas de galerías. Y si quieren cantar que canten pero gratis. Hasta un uniforme les doy. Azul. Uniforme azul.
Chino: Perdón, ¿y los ciegos qué hacen? Perdón, y las señoritas de minifalda, ¿pagan? ¿Pagan los elegantes?
Ruso: A los ciegos a contar plata. Saben contar plata los ciegos. (Se entusiasma) Y los elegantes y las minifaldas pagan. ¿Por qué no van a pagar? Bueno… (piensa) se puede repensar esa parte. ¡No empecemos a boicotear el proyecto! Vos no solamente sos dudón-dudón sino también boicoteador honoris causa. (Molesto) Te conozco, mascarita.
Chino: (Con sorna) Si me dejás entrar pondría música de quenas, regalaría flores y globos para los chicos. Pajaritos… ¿Ves que no te boicoteo, melón? Si los cálculos dan… ¿Vos qué pensás, Goya?
Goya: No me dejéis afuera pero ahora pajenmé el cortado que voy a cerrar. Está jaruando.