* Frágil unidad de Canadá. La solidez del edificio constitucional que mantiene unido al país está amenzada. Aunque pasó casi inadvertido, tal vez por la prosperidad y la estabilidad económica, el fracaso del acuerdo de Meech Lake fue un duro golpe. El gobierno de Brian Mulroney intenta solucionar el ríspido problema de la unidad nacional en forma más cuidadosa en este segundo intento. Hay que limar diferencias con la comunidad francesa de Quebec. También se busca zanjar definitivamente diferencias con las comunidades indígenas y con los esquimales, a quienes se les garantizaría amplios poderes de gobierno local.
* Los bárbaros, a las puertas. El nuevo problema de seguridad europeo son los movimientos migratorios desde el norte de Africa y desde el este europeo. Millones de personas en busca de trabajo y prosperidad se sienten atraídos por el bolsón de prosperidad europeo. En todos los países de la CEE se están imponiendo rígidos controles al ingreso de extranjeros. En Alemania han comenzado las agresiones físicas contra todos los que tienen piel oscura. En Francia se pide que el origen más que el lugar de nacimiento, sea el criterio para otorgar la nacionalidad. El problema se está presentando en todo el mundo industrializado.
* Ventajas de la neutralidad. Hay países europeos como Austria, Suecia (ambos solicitando su ingreso a la CEE), Suiza y Finlandia, que hacen un culto de la neutralidad. A todos ellos les interesa ingresar en la CEE, pero no contraer obligaciones en materia de política exterior común y de defensa continental. El conflicto podría superarse con la colaboración de Bruselas, que advierte que hay un cambio en el problema de seguridad regional, que podría tolerar estos sentimientos tan arraigados de neutralidad. Será muy difícil garantizarles exactamente las mismas condiciones que a los miembros plenos. Habrá diferencias que no se podrán obviar.
* Adiós al “thatcherismo”. El gobierno conservador de Gran Bretaña, bajo el liderazgo de John Major, se está diferenciando nítidamente del “thatcherismo”, el fenómeno político de los 80. Tras la reducción extrema del gasto público, privatización, severa limitación en el presupuesto para educación, salud y seguridad social de este tiempo, aparecen nuevas tendencias. La caída en las
encuestas -los tories llegaron a estar 10 puntos debajo de los laboristas, y todavía están a 4- decidió un abandono total de los rígidos principios del período Thatcher. El nuevo presupuesto contempla un gasto extra de US$ 20 mil millones en educación, salud y transporte.
* ECU, la moneda del 2000. Para final de esta década, la Reserva Federal de EE.UU. podría estar usando como arma antiinflacionaria la vinculación del dólar con el ECU, para ese entonces la moneda única de la CEE. El actual club de los 12 -con las ampliaciones que se produzcan en el futuro- sería el mayor bloque comercial del planeta y aportaría la divisa ancla del sistema monetario
internacional.
* Ambiciosa meta de Singapur. La decisión del gobierno es proceder a reestructurar la economía de tal modo que, en 25 años, la calidad de vida y el ingreso per cápita de los habitantes del diminuto estado asiático sea igual o superior al que tengan en ese momento los países industrializados. La intención es acelerar el cambio de actividades que demandan mano de obra intensiva a industrias de alta tecnología. Singapur tiene 626 kilómetros cuadrados y una población de 3 millones de habitantes. La producción de bienes y servicios durante 1990 fue de US$ 57 mil millones.
* Fábricas del próximo siglo. En el reciente Informe sobre el futuro de la Industria Internacional, se aprecia el modo en que la competencia global diseñará el proceso industrial en Estados Unidos, en Europa y en Japón durante los próximos años. Para los estadounidenses el propósito es contar con factorías que produzcan bienes de alta calidad a precio razonable. Los europeos tienen como modelo una fábrica sin fronteras, con flexibilidad para hacer negocios en cualquiera de los mercados internos de la Europa de los 12. En Japón el énfasis se pone en fabricar productos con diferentes diseños para
satisfacer las preferencias de los consumidores.
* Super 301 contra Japón. Con pérdidas de US$ 4.000 mil millones para los tres grandes de Detroit, durante este año, se robustecen los intentos por detener el ingreso de automóviles japoneses. La industria automotriz de EE.UU. representa 4,6% del PBI (los fabricantes de partes facturan anualmente US$ 176.000 millones). La última propuesta al Congreso es usar la cláusula extraordinaria de la ley de comercio para asegurar “reciprocidad” ante “competidores desleales”. El déficit comercial de EE.UU. con Japón en partes automotrices es ya de US$ 12.000 millones (US$ 3.000 millones en 1986) y podría ser de US$ 22.000 millones en 1994. En un auto Honda fabricado en EE.UU., 38% son componentes importados desde Japón; 46% aportado por autopartistas japoneses instalados en EE.UU., y apenas 6% proviene de proveedores estadounidenses.
* Batalla de las computadoras. Con ventas en descenso en Europa y EE.UU., los fabricantes de computadoras buscan aumentar su participación en el único mercado que sigue creciendo: Japón. IBM lidera el asalto, y mediante acuerdos logrados con otros fabricantes locales como Toshiba, Hitachi, Sharp y Sony, intenta desplazar el número uno, NEC. La coalición respalda la adopción de un nuevo sistema operativo, derivado del MS-DOS (el DOS J4.0/V) capaz de aceptar programas compatibles de IBM y a la vez los programas especializados en lengua japonesa. Este año, la venta total de PC en el mercado japonés será de 3.438.000 unidades. NEC venderá 1.650.000; Fujitsu, 600.000; Toshiba, 350.000; IBM, 280.000; Seiko-Epson, 270.000; Sharp, 130.000; y Mitsubishi, 110.000.
* Privatizar en Alemania. Treuhandanstalt, el organismo que nuclea a las millares de empresas estatales de Alemania Oriental, capitaliza la antipatía de todos los alemanes. Para los de la zona oriental, es quien hace desaparecer millares de empleos. Para los de la occidental, es quien evapora millones de marcos en ayudas inútiles a empresas ineficientes. Ya se han privatizado 4.000 de las 10.000 grandes empresas heredadas, más la inmensa mayoría de las pequeñas. Todo en apenas 17 meses. La “Treu” demandará en 1992 un presupuesto de US$ 20 mil millones para mantener en funcionamiento a las firmas que todavía no han encontrado dueño. Hasta ahora se han cerrado 700 empresas y el número puede aumentar sustancialmente en 1992.
* Crecimiento mundial. Por décimo año consecutivo, desde que se salió de la depresión de 1982, la economía de los países industrializados seguirá creciendo. En 1991, tomando el conjunto de países de la OCDE, el crecimiento fue magro: apenas 1,1%. Pero lo importante es que no hubo recesión, excepto en los casos de Estados Unidos y Gran Bretaña. Para 1992 el pronóstico para el conjunto es que aumentará el producto bruto de esos países en 3%. En los países anglosajones, se saldrá de la recesión aunque con gran esfuerzo y con, si acaso, modesto crecimiento.
* Los problemas japoneses. La predicción es que descenderá la tasa de crecimiento de la economía nipona en 1992. De 4% en 1991, se pasará a 3,5% en 1992. Una caída poco pronunciada para los estándares del resto del mundo, pero lo más parecido a una recesión en Japón, acostumbrado a tasas mucho más altas. Los recientes escándalos financieros preanuncian una severa reorganización y control de las entidades que operan en el sector.
* El déficit alemán. La reunificación tuvo un costo, y fue más alto de lo previsto. Durante 1991, Alemania tuvo un déficit fiscal de 5% de su PBI. Nada extraordinario comparado con el de Italia, pero inédito desde la posguerra para los alemanes. El PBI crecerá 2,9% en este año y la inflación no excedería de 3,5% anual.
* El papel de Naciones Unidas. La organización mundial tiene hoy más prestigio que en las décadas anteriores. El Consejo de Seguridad comienza a ser fectivo, y logra consenso en graves circunstancias. Pero el orden mundial derivado de la Segunda Guerra Mundial debe contemplar nuevas realidades. ¿Quién reemplazará a la URSS en el Consejo de Seguridad? Rusia, naturalmente.
Pero las dos locomotoras de la economía mundial, Japón y Alemania, reclaman un espacio que es imposible negar. Habrá arduas negociaciones para remodelar las NU, así como otras criaturas de finales de la década de los cuarenta.
* Año de Juegos Olímpicos. Más de US$ 500 millones se han comprometido a pagar estaciones de televisión de todo el mundo por los derechos a transmitir los Juegos Olímpicos de este año en Barcelona. 1992 es un año extraordinario para España: con el pretexto de conmemorar el quinto centenario del descubrimiento de América, la nueva democracia industrial se vestirá de largo para presentarse ante sus pares. La Expo 92 tendrá lugar en Sevilla, mientras que Madrid será capital cultural de Europa. Durante este año habrá elecciones generales que puede ganar el Partido Socialista de Felipe González, pero sin obtener mayoría.
* Cumbre iberoamericana. El sueño de crear una comunidad iberoamericana de naciones no se desvanece. Tras el encuentro de 1991 en Guadalajara, los jefes de Estado de España, Portugal y todos los países iberoamericanos se reunirán en Madrid, en abril. De los idiomas más difundidos geográficamente, el español es el segundo en el mundo, después del inglés.
* Año electoral en EE.UU. Hay renovación presidencial en la principal democracia del planeta. Pero la última vez, en 1988, solamente votaron 51% de los ciudadanos habilitados. Hasta hace poco se descontaba la victoria de George Bush. Hoy el panorama es distinto: de una aceptación pública de más de 80% hace un año, el nivel se redujo a 60% hace tres meses, y hoy es sólo de 36% en cuestiones económicas. En la interna -que ganará sin dudas- sufrirá el desgaste de enfrentar a David Duke, el racista ex Gran Mago del Ku Klux Klan, y a Patrick Buchanan, el mentor de la ultraderecha. El primero es un personaje extravagante; el segundo -de gran solidez intelectual- puede convertirse en el jefe de un importante sector del partido: el de los incondicionales de Ronald Reagan. Los demócratas siguen a la deriva y esperando que Mario Cuomo, gobernador de Nueva York, se decida a la lidia.