La propaganda patriótica se puso otra vez de moda en Estados Unidos después del rotundo triunfo en la guerra del Golfo Pérsico. Pero antes había ya otras piezas que exaltaban el sentimiento nacionalista. En las últimas semanas, envueltos en la bandera de las barras y estrellas, muchos productores y asociaciones de negocios reforzaron el tema con un enfoque diferente. Ser patriota es comprar productos estadounidenses. El proteccionismo aumenta en intensidad y libra batalla por ganar el alma de la opinión pública.
Los guerreros de primera fila son los sindicatos, especialmente los de las plantas automotrices, de la industria textil y del calzado. Pero las asociaciones empresarias no se quedan atrás. Sea en la electrónica, en la línea de electrodomésticos, en computadoras y microchips, el “lobby” se extiende desde el Congreso y la Casa Blanca, a los medios de comunicación y a las
organizaciones de consumidores.
Al principio el destinatario ideal de los ataques era Japón, y a veces algunos países del sudeste asiático, como Corea o Taiwán. Ahora los cargos alcanzan a los europeos y hasta a algunos países latinoamericanos. Incluso las propias empresas extranjeras que operan dentro de EE.UU. ,y dan trabajo en el mercado local, están bajo fuego graneado. Las autoridades comerciales responsabilizan del nuevo clima a las historias que aparecen en los medios de comunicación sobre el déficit comercial, la competencia “desleal” de otros países, y la “subasta” permitida de empresas estadounidenses. En verdad, los medios reflejan la creciente inseguridad de un país acostumbrado a liderar y que ve amenazada su posición de vanguardia.
Las cifras son elocuentes y explican el mal humor de la opinión pública. En 1980, la inversión extranjera total en EE.UU. (de otros gobiernos y privada, directa o en acciones de empresas locales) era de US$ 501 mil millones. Diez años después, en 1990, era de US$ 2,065 billones. Es decir que se cuadruplicó en una década. En el mismo período, el país ha perdido 1,7 millón de empleos debido al déficit de la balanza comercial y a la penetración de productos extranjeros. La balanza comercial, que fue siempre positiva desde 1918, pasó a ser negativa en 1982 y sigue en esas condiciones, a pesar de que hubo momentos en que el dólar perdió 50% de su valor frente a las principales divisas extranjeras.
La deuda externa estadounidense ,exclusivamente financiera, sin computar lo invertido en acciones y propiedades, asciende ahora a US$ 750 mil millones, la más alta del mundo (casi dos veces el total de la deuda externa latinoamericana). La inversión directa en empresas y propiedades alcanzó US$ 411 mil millones en 1990. Los principales países inversionistas, según datos del Departamento de Comercio de EE.UU., son:
1) Gran Bretaña, con US$ 120.400 millones;
2) Japón, con US$ 74.700 millones;
3) Holanda, con US$ 61.800 millones;
4) Canadá, con US$ 31.400 millones;
5) Alemania, con US$ 27.500 millones;
6) Suiza, con US$ 20.400 millones;
7) Francia, con US$ 18.900 millones.
Las empresas de propiedad de extranjeros dan trabajo hoy a cuatro millones de obreros y empleados estadounidenses. Todas las encuestas recientes revelan que más de 90% de la población está preocupada por la extensión de la presencia extranjera en la economía interna. Más de 300 proyectos de leyes proteccionistas han ingresado al Congreso en el último lustro. La gran victoria proteccionista fue la supercláusula 301 de la nueva ley de comercio, que permite tomar represalias directas contra países acusados de competencia desleal. Ya se usó con todo éxito contra Japón y Brasil. La discusión en el GATT la dejó en suspenso (en realidad, viola las normas de la organización), pero el estancamiento en la Ronda Uruguay hace temer que pronto revivirá con mayor ímpetu.
Abundan los que no quieren ningún acuerdo en el GATT y prefieren que EE.UU. imponga restricciones unilaterales al libre acceso a su mercado.
Las multinacionales que operan dentro de EE.UU. reciben otro embate: se quiere gravar sus ganancias no sólo en EE.UU. sino en todas sus operaciones mundiales. Se arguye que, en el intercambio entre filiales de la misma empresa, se sustraen anualmente US$ 12 mil millones en impuestos. Los funcionarios advierten que, si se profundiza este camino, las empresas estadounidenses residentes en el exterior soportarán tiempos difíciles.
Los más serenos observadores señalan que la raíz del problema está en la renuencia de gobierno y sociedad a reducir el déficit presupuestario, lo que implicaría menor gasto público y reducir el consumo privado por un tiempo.
Inversión extranjera
(en US$ miles de millones)
Gobiernos y Privado
Año bancos centrales Directo Acciones Total
1980 176 83 242 501
1981 180 109 289 578
1982 189 125 374 688
1983 195 137 453 785
1984 200 165 534 899
1985 203 185 680 1.068
1986 241 220 886 1.347
1987 283 272 999 1.554
1988 322 329 1.146 1.797
1989 337 401 1.338 2.076
1990 335 411 1.319 2.065
Fuente: Asociación para la Inversión Internacional.