Duelo de titanes

    Tras asegurarse el primer puesto en el mercado japonés de equipos centrales de computación, Fujitsu se propone la tarea de desplazar a IBM del liderazgo mundial.
    Después de tres décadas de dominio indisputado en el mercado mundial de computadoras centrales, IBM se prepara para enfrentar al primer rival seriamente decidido a arrebatarle esa posición. Se trata de la compañía japonesa Fujitsu, que con su socio norteamericano Amdahl controla 15% de las ventas internacionales del sector.
    Esta cifra, por cierto, está aún lejos del 52% que ostenta IBM. Pero la trayectoria de Fujitsu parece convalidar sus aspiraciones. La empresa esperó a consolidar su liderazgo en el mercado japonés para lanzarse a la competencia internacional tras adquirir, el año pasado, el control de ICL, el principal fabricante británico de grandes computadoras.
    Fujitsu cuenta con capacidad para desarrollar y producir avanzados microcircuitos destinados a las futuras generaciones de sistemas, algo que sólo es capaz de hacer IBM en Estados Unidos. Por otra parte, compite ya en todos los segmentos del sector, desde minicomputadoras que pesan menos de 400 gramos, hasta grandes sistemas. La empresa ha logrado que virtualmente todos su productos sean compatibles con los equipos de IBM, una estrategia que se hizo posible merced a la asociación con Amdahl (en la que Fujitsu controla 45% del capital).
    El largo y azaroso camino en la industria de la computación comenzó, para Fujitsu, en 1952.
    Hasta entonces, había permanecido en su confortable y seguro bastión como proveedor de equipos de comunicaciones para Nippon Telegraph & Telephone. La empresa nació en 1935 como miembro del poderoso grupo Furukawa, desmantelado durante la guerra (se dice, sin embargo, que sus antiguos integrantes siguen manteniendo aún hoy una “relación especial”).
    Fujitsu, a pesar de ello, no abandonó su actividad en el sector de las comunicaciones. Por el contrario, el crecimiento en este rubro lo llevó a ocupar el liderazgo mundial en la producción de equipos para servicios digitales. Recientemente ganó una licitación para abastecer de centrales telefónicas a Telecom de Hong Kong. Adquirió, además, 75% de las acciones de las empresas británicas de comunicaciones Fulcrum, a la que planea vincular con ICL, partiendo del concepto de que la telefonía depende cada vez en mayor medida de la tecnología digital.

    CRECIMIENTO PROTEGIDO.
    Pero Fujitsu es ya, fundamentalmente, una empresa del sector de la computación. En 1990 obtuvo ingresos por US$ 16.000 millones, de los cuales las computadoras aportaron 11.000 millones, en tanto que los equipos de comunicaciones contribuyeron con 2.500 millones y un volumen similar se originó en la línea de la electrónica.
    Entre los accionistas de la empresa se encuentra el mayor banco del mundo, Dai-Ichi Kangyo, cuyo apoyo financiero ha sido un factor determinante en el acelerado proceso de crecimiento y transformación de Fujitsu.
    Sin embargo, críticos y rivales de la compañía afirman que su gigantesco salto a la diversificación no hubiera sido posible sin la intervención del poderoso Ministerio de Industria y Comercio Exterior de Japón (conocido por sus siglas en inglés, MITI).
    Algunos expertos norteamericanos sostienen que durante varias décadas el gobierno de Tokio obstruyó sistemáticamente el ingreso de IBM al mercado japonés mediante barreras tarifarias y otros mecanismos.
    Argumentan, por otra parte, que cuando el gigante norteamericano ofreció, en los años ´60, establecer pautas de producción en Japón, el MITI le negó el permiso hasta que IBM accedió a dar licencias de tecnología a competidores japoneses.
    Actualmente, IBM ocupa el tercer puesto del sector en el mercado japonés, precedida por Fujitsu y NEC. Sin embargo, sus persistentes tasas de crecimiento durante los últimos tres años plantean un considerable desafío a los líderes locales.
    Según investigadores estadounidenses, el MITI aplicó su estrategia proteccionista a través de Japan Electric Computer Company (JECC), una empresa de arrendamiento en la que Fujitsu cuenta con una participación de 25%. Bajo la fachada del JECC, sostienen los críticos, el gobierno canalizó
    importantes créditos preferenciales a las empresas locales de computación.
    El poderoso MITI, no obstante, fracasó en varios de sus intentos por guiar el desarrollo de la industria japonesa del sector. No logró, por ejemplo, convencer a importantes empresas -entre ellas Fujitsu- de que abandonaran la política de seguir produciendo equipos compatibles con los sistemas de IBM. Tampoco consiguió llevar adelante el proyecto de fusionar las divisiones de computación de Fujitsu e Hitachi.
    IBM, por su parte, mantuvo un prolongado litigio con Fujitsu, a la que acusó de piratear su sistema 370. Ambas empresas llegaron finalmente a un acuerdo en 1980. Los japoneses aceptaron pagar una compensación de US$ 1.000 millones a cambio de recibir, hasta fin de siglo, la información necesaria para mantener la compatibilidad de sus equipos con los de IBM.

    LUCHAR EN TODOS LOS FRENTES.
    Tras asumir el desafío de librar una batalla mundial con su gigantesco rival estadounidense, Fujitsu emprendió un esfuerzo de desarrollo tecnológico que empezó ya a mostrar impactantes resultados. En setiembre sorprendió a los expertos de la industria con el lanzamiento de su equipo M-1800 que, según proclama, es la computadora central más veloz del mundo. Quizá no del todo casualmente, Fujitsu formuló este anuncio apenas un día antes de que IBM presentara su nuevo sistema Summit.
    Por otra parte, la empresa acaba de inaugurar en Gran Bretaña la planta más avanzada de Europa para producir circuitos de memoria, destinados no sólo a abastecer un próspero mercado, sino a sus nuevas computadoras.
    Sin embargo, la adquisición de la británica ICL (una de las empresas del sector más rentables del continente) no parece haberle asegurado a Fujitsu la entrada al mercado de la Comunidad Europea. En febrero, ICL fue excluida de la Mesa Redonda para Informes sobre Tecnología, un foro de consulta creado por la CE. El organismo consideró que, tras la inyección de capital japonés, la
    firma ha dejado de representar intereses genuinamente europeos, lo que constituye un mal presagio para el tratamiento que recibirá en el mercado único después de 1992.
    ICL podría aportar, en cambio, una importante ayuda en la resolución de uno de los más acuciantes problemas que enfrenta actualmente la industria japonesa de la computación: la escasez de diseñadores de programas. Según el MITI, el país podría encontrarse a fin de siglo con un déficit de un millón de técnicos en esta especialidad.
    El poderoso ministerio japonés también ha pensado en una respuesta ambiciosa al desafío que impondrá una Europa unida en 1992. A partir de ese año, espera poner en marcha un proyecto destinado a desarrollar una supercomputadora integrada por una vasta red de procesadores interconectados como las neuronas del cerebro, capaces, por lo tanto, de comprender instrucciones en lenguaje “humano”. Aunque se han mostrado cautos acerca de las perspectivas de este plan, los directivos de Fujitsu no dudaron en comprometer la participación activa de la empresa, como parte
    de los monumentales retos que se han fijado para la próxima década.

    AGENDA.
    * Pan Am tiene un futuro incierto. Samuel Skinner, el secretario de Transporte de EE.UU. dijo que no es optimista sobre la supervivencia de la compañía aérea. Espera que sea comprada o absorbida por otra empresa del sector. En el
    primer trimestre de este año, Pan Am tuvo pérdidas de US$ 250 millones (US$ 190 millones en igual periodo de 1990).
    Durante todo 1990, la pérdida fue de US$ 663 millones.
    * 300 asambleas de accionistas anuales tiene Computer Management Group, una empresa británica de servicios de computación. Los 300 empleados son a la vez, los propietarios y accionistas de la firma. El escrutinio sobre cada decisión de la gerencia es permanente. Aún contra la recomendación del director gerente, los empleados pueden obtener un aumento de sueldo superior al ofrecido por el directivo. Más aún, tienen facultades para reducir el sueldo
    de la gerencia, o incluso de despedirla.
    * Sony, va al frente en innovación. La marca es sinónimo de la penetración japonesa en el mercado mundial de la industria electrónica, y el mejor ejemplo de velocidad de innovación, calidad total, y aceptación entusiasta de sus
    productos por todos los públicos. Contra lo que se cree, no es la que más vende (sus ventas de US$ 14.900 millones en 1990 fueron ampliamente superados por Matsushita y Toshiba).
    Tampoco es la que más gana (7,5% de margen en 1990, frente a 9,6% de Matsushita).
    * En cinco meses, los bancos de EE.UU. captaron fondos para aumentar capital por US$ 2.800 millones, contra US$ 2.080 millones levantados durante todo el año anterior. El caso más importante es el del Citicorp que colocó títulos
    convertibles en acciones preferidas por US$ 1.280 millones.
    Si se incluyen las emisiones de bonos bancarios, la cifra recogida por todo el sistema financiero hasta junio, alcanzó a US$ 4.080 millones, contra US$ 4.440 millones captados durante todo 1990.
    * Telmex, la telefónica mexicana, captará US$ 2 mil millones en mercados internacionales, después de la reciente privatización. El grupo mexicano Carso, Southwestern Bell y France Telecom -que operarán la empresa por 10 años-
    mantienen una cuota accionaria de 20%, pero con un poder de voto de 51%.