La venganza deVincent

    Alcanza con comparar páginas de las siempre sufridas y carenciadas Cartas para Theo que supo escribirle Vincent Van Gogh a su hermano con el exceso frívolo malicioso de los Diarlos de Andy Warhol para hacerse una buena idea de los violentos contrastes que puede llegar a cobijar una disciplina tan colorida y multiestilística como la plástica. Modas, estéticas y cotizaciones parecen subir y bajar, manejadas por la arbitraria voluntad de lo que en principio parece azar pero enseguida se concreta en frío cálculo. El óleo, más allá de lo estrictamente artístico, siempre ha sabido ser apreciado en divisa vigorosa ya desde el momento mismo en que el artista estampa firma y el paisaje todavía cstá húmedo por lo que-Renoir dixil- “más les vale entender esto de una buena vez por todas: hay sólo una forma de precisar el valor de una obra y esa forma es el salón de ventas”.
    Tanto entonces como ahora, los cuadros son algo así como barras de oro disimuladas, piezas que resisten las devaluaciones en el fragor de tiempos tormentosos y, además, llenan con gracia y clase las paredes de la mansión de turno.
    Lo que sí ha evolucionado desde los tiempos de Renoir es el concepto de salón de ventas. Ahora se trata de prestigiosísimas casas de remate. Y son Sotheby´s y Christie´s las reconocidas catedrales donde se rinde culto a esta modalidad que -a juzgar por las drásticas caídas de las ventas a partir de valuaciones que desafían toda lógica- en estos días están realizando una cuidadosa autocrítica y
    barajando estrategias para, de algún modo, volver a empezar a partir de una purificación en el ambiente de los coleccionistas de arte.
    Porque coleccionistas hubo siempre. Cartas de Cicerón y César se detienen en la existencia de estos individuos que por aquel entonces ya decidían el valor del mármol cincelado. Alzas y bajas, ciclos distintivos, han distinguido a este metier a lo largo del tiempo, ambiente que supo mantener cierto orden hasta el boom de los ´70 y los ´80.
    Que el realismo de los precios se haya disparado hasta alcanzar impresionistas alturas y romper toda perspectiva y punto de fuga se debe, quizás, a la popularización del tema: cuando la idea del arte como instrumento financiero más allá de toda actitud prestigiante comenzó a ganar adeptos, se
    superó toda barrera en cuanto a la cantidad de dinero a gastar. Y así aparecieron 108 actores/coleccionistas (el cómico Steve Martin es uno de los ejemplos más notorios), las estrellas de rock/coleccionistas, 105 empresarios japoneses / coleccionistas, y la desesperación de los coleccionistas /coleccionistas por lo general magnates y magníficas fundaciones disfrazadas de museos que, a la hora de la verdad, son los más perjudicados por todo este expresionish entusiasmo) que, de improviso, veían cómo su ambiente controlado y fino adquiría el frenesí de una discoteca de moda.
    Lo que no implica que el mundillo del arte se haya esparcido por toda la tela como exabrupto de Jackson Pollock. La feligresía puede seguir siendo considerada pequeña y hasta exclusiva en comparación con otras tribus.
    Quince o veinte mil millones de dólares artísticos se venden cada año, pero es digno de atención lo que escribió el periodista Tom Wolfe en 1975: para l950 no había más que 10.000 dealers de consideración dando vueltas por Ios salones catálogo en mano. Hoy por hoy, se estima que la cantidad se ha centuplicado y la seriedad de los neo-habitués deja mucho que desear por más que la
    publicación especializada Art & Auction insista en etiquetar todo esto como “la década del dealer”.
    Crimen y castigo, podrán decir los defensores de tramas obvias y de eficacia probada. Los precios han bajado, las obras maestras no se venden (esto incluye tanto a un autorretrato de Warhol como a un jarrón con girasoles de Van Gogh), la rueda gira sin parar y parecemos enfrentar en estos días un más
    que coherente eclipse después de las explosiones solares de los dos últimos años. Lo que no cambiará la historia porque la historia sigue siendo la misma. Hoy la pagan los maestros modernos (no venden nada) y los impresionistas se toman una revancha largamente merecida.
    Porque una cosa es cierta: de existir una vida después de la muerte, pueden apostar que ahi está Vincent. Riéndose a carcajadas de todo esto mientras persigue y captura al más amarillo de todos los mediodías franceses.

    PUNTO FINAL
    DE: MERCADO
    PARA: LOS LECTORES
    La buena práctica periodística aconseja que los medios tomen contacto con su público sólo para referirse a su contenido, a sus objetivos, a los servicios que se pueden encontrar en sus páginas. Sin embargo, toda regla tiene sus excepciones: hoy, amigo lector, queremos llegar a usted para ponerlo al corriente de novedades que se relacionan con la empresa que desde hace más de 21 años edita nuestra revista. A partir de este número, Miguel Angel Diez, un profesional de reconocida trayectoria en el país y en el exterior, se incorpora como nuevo socio de Editorial Coyuntura S.A.C.. Junto con Diez (foto, centro), Edgardo Silveti (foto, izq.) y Gerardo López Alonso (foto, der.), compartirán las máximas responsabilidades en la conducción de MERCADO. Al mismo tiempo, por razones personales, la señora María I. Cercós de Delgado se retira de la editorial.
    Con esta nueva estructura, la revista MERCADO inicia una etapa de renovación en la que nos proponemos volcar nuestros mejores esfuerzos. Estamos trabajando intensamente para ofrecerle un producto más dinámico, más agil más modemo y que, simultáneamente, mantenga sus raíces, su tradición de responsabilidad informativa y su liderazgo en el campo de la comunicación empresaria.
    Desde su fundación en 1969 MERCADO fue siempre una empresa de periodistas que ha logrado, en todo ese tiempo, un prestigio y una capacidad de convocatoria que bastarían por sí solos para invalidar el argumenlo según el cual los hombres de prensa no son empresarios de éxito. MERCADO sigue siendo una empresa de periodistas, que además aspiran no sólo a mantener sino a acrecentar considerablemente su éxito editorial.
    El producto que usted tiene en sus manos, amigo lector, es un anticipo de la transformación que estamos encarando, con el entusiasmo y la dedicación que usted conoce desde siempre. Esperamos ansiosamente sus impresiones y comentarios, porque queremos que usted sea el principal protagonista de este cambio.
    Gracias y hasta el próximo número.
    La Dirección.