Los mejores socios comerciales de EE.UU.

    En Estados Unidos, la opinión pública está convencida de que los japoneses son ahora los verdaderos enemigos, ocupando el lugar de los soviéticos. El déficit comercial con Japón y la adquisición de empresas norteamericanas estimulan el resentimiento. Por el contrario, a pesar de los temores que despierta el mercado único a partir de 1992, Europa sigue siendo considerada la socia comercial más atractiva. Un exhaustivo estudio realizado por Bernard Gordon, de la Universidad de New Hampshire y publicado originalmente en The Nathional Interest, afirma categóricamente que el futuro del comercio norteamericano está en el sudeste asiático. Japón, los “4 dragones” y otros países del área, son los mayores importadores de productos de EE.W. y la tendencia es firme al incremento de las compras * La tesis, que apunta a delinear el verdadero interés nacional estadounidense puede significar -si resulta compartida por el gobierno y la opinión pública- un duro golpe para las
    expectativas despertadas en América Latina por la Iniciativa para las Américas del presidente George Bush.
    Hace unos meses, Peter Drucker sostuvo que si EE.UU. restableciera el nivel -en volumen- de comercio con Latinoamérica, en pocos años podría eliminar su déficit comercial global. El argumento de Gordon, reforzado por las cifras concentración de esfuerzos en la Cuenca del Pacífico y marginar a la región de las grandes corrientes del comercio internacional. Lo que sigue es la versión condensada de Who Buys American?”.
    La política comercial estadounidense está distorsionada por una gran falacia. Asia aparece como el gran adversario económico de Estado Unidos -responsable de juegos sucios, enemigo del libre comercio- mientras que apenas se cuestiona, y mucho menos se teme, a Europa y América latina. Dos
    acontecimientos recientes fortalecieron la fe en el papel protagónico de Europa: los planes de integración económica de Europa occidental para 1992 y el viraje hacia las economías de mercado en Europa oriental. El resultado es que la mayoría de los estadounidenses, acostumbrados a ver en Europa a su principal mercado de ultramar, ahora aceptan sin cuestionar que allí están también las
    mejores perspectivas para el futuro de Estados Unidos.
    Nada de esto es cierto, pero lo que está en juego es algo más que un error de opinión pública. El comercio se ha convertido en un tema clave de política exterior, y ha contribuido a agriar las relaciones de Estados Unidos con algunos gobiernos asiáticos (las repetidas explosiones de violencia antinorteamericana en Corea son un triste ejemplo) y especialmente a envenenar nuestras relaciones con Japón. Estados Unidos, que emerge triunfante después de casi cincuenta años de Guerra Fría, corre el riesgo ahora de perder muchos de los beneficios de esta victoria en Asia. El Congreso y un segmento de los medios de comunicación dedican sus esfuerzos a persuadir al pueblo americano de
    que Japón será el sucesor de la URSS como principal amenaza a la primacía de Estados Unidos -amenaza respaldada por un poderío económico y una sofisticación que Rusia nunca tuvo.
    Un enfoque de la política comercial norteamericana basado en la premisa de que Europa es el amigo de Estados Unidos mientras que Asia es su enemigo está totalmente equivocado. Los ejemplos que contradicen ese postulado son abrumadores. Esas pruebas muestran que, aparte de Canadá, los mejores mercados extranjeros para Estados Unidos, ahora y en los años venideros, están en la región del Pacífico asiático. Hay muchas mediciones que lo demuestran, pero tres son las más elocuentes.
    Primero, el valor de las exportaciones norteamericanas a la región del Pacífico asiático hace rato que ha superado el de las destinadas a Europa occidental.
    Esto es así desde hace por lo menos diez años.
    Segundo, la brecha entre Asia y Europa se ensancha cada año porque la tasa de crecimiento de las exportaciones estadounidenses hacia la región del Pacífico asiático es más rápida que hacia cualquier otro lugar. Tercero, tomando como base el ingreso per capita, las economías asiáticas -como mercados para los productos de Estados Unidos- se encuentran muy por delante de casi todas las de Europa.
    Estos y otros descubrimientos surgen de un enorme banco de datos sobre comercio internacional que he almacenado. Cubre el período 1968188 e incluye 19 naciones de Asia, América Latina y la CEE.
    Basado en datos del anuario del Fondo Monetario Internacional Direction of Trade Statistics (Estadística sobre orientación del comercio), su propósito es mostrar cuánto importan los países y desde dónde.
    Cuando los datos comerciales se organizan de esta manera es posible hacer muchas comparaciones importantes. En el caso de Europa, por ejemplo, se pueden comparar las importaciones de la Comunidad Europea desde Japón y desde la propia Comunidad. Este es un ejercicio interesante, porque la alta relación entre importaciones y PBI ha dado a la Comunidad una reputación de gran receptividad a las importaciones. Pero cuando esta teoría se examina en profundidad, se observa que la mayoría de las importaciones europeas provienen de otros miembros de la misma Comunidad -en realidad, esto se acentúa día a día más que desde Estados Unidos, Japón, o cualquier otro país que esté fuera del Club Europeo.
    Más aún, los datos que se refieren a Asia arrojan luz sobre el tema de la “competitividad estadounidense”. El caso de Singapur sugiere el modelo general, y es esencialmente interesante porque es uno de los mercados más competitivos del mundo. Singapur tiene alto crecimiento, y pocas barreras comerciales. Si los productos de Estados Unidos tienen éxito allí, quiere decir que están en condiciones de competir con efectividad en cualquier parte; y, en realidad, las exportaciones de Estados Unidos han andado muy bien en Singapur. Crecieron de US$ 113 millones en 1968 a más de US$ 6.000 millones en 1988 (esto coloca a Singapur delante de China, la Unión Soviética, India, y
    cualquier país de América latina como importador de productos estadounidenses). Y todavía más importante, la tasa de crecimiento de las importaciones de Singapur desde Estados Unidos ha excedido siempre la de crecimiento global de sus importaciones. Esto fue así durante todo el período
    1968-88.
    Estas comparaciones, y otras que se mostrarán, se relacionan con el actual debate público sobre “competitividad”. Hemos escuchado no pocas advertencias de que las industrias de Estados Unidos han perdido agresividad internacional y, más generalmente, que los Estados Unidos experimentan
    ahora una “declinación económica” general. Pero un examen minucioso del comercio estadounidense, y especialmente de su actividad exportadora, no avala esta teoría. Un buen elemento de medición es la posición -notablemente estable- de Estados Unidos como exportador mundial: en 1978 se adjudicaba 12% del total de las exportaciones mundiales, y en 1988 aproximadamente lo mismo. Esto significa que a menudo Estados Unidos se ubica a la cabeza de los
    exportadores del mundo, compitiendo a veces con Alemania por el primer puesto.
    En 1989 Estados Unidos fue nuevamente líder mundial -debido a un aumento de 13% en sus exportaciones de ese año y de un notable aumento de 27% en 1988. Por el contrario, las exportaciones de Alemania y Japón crecieron menos de la mitad de eso.*1 Tres lecciones emanan de la evidente estabilidad en la cuota estadounidense de las exportaciones mundiales.
    Primero, indica mucho menos cambio en el status económico global de Estados Unidos de lo que generalmente se cree y, con seguridad, mucho menos de lo que proclaman los teóricos de la decadencia. Segundo, en un período signado por un crecimiento tan fuerte del comercio mundial general, la constante participación norteamericana significa, por lo menos, que Estados Unidos se ha
    mantenido a la par del crecimiento de las exportaciones globales. Tercero, considerando el notable surgimiento de los cuatro PRI (Países Recientemente Industrializados) de Asia- Corea, Taiwán, Singapur y Hong Kong- como exportadores de productos manufacturados en los últimos años, el comportamiento constante de Estados Unidos es digno de mención especial.
    Después de todo, estos cuatro países adquirieron significación mundial como actores económicos hace apenas veinte años. Hoy -con exportaciones combinadas de casi US$ 190.000 millones- representan alrededor de 7% del total de las exportaciones mundiales, más que Gran Bretaña o Francia.*2 Frente a esta situación, la habilidad de las exportaciones de EU para mantener su cuota de mercados significa una impresionante adaptación a circunstancias cambiantes y exigentes. Las empresas norteamericanas crearon productos nuevos o diferentes, descubrieron nuevos mercados, o hicieron algo distinto para evitar perder su participación en los mercados frente a nuevos y
    poderosos competidores.
    La estabilidad de la cuota norteamericana en los mercados del mundo no deberla engañarnos respecto de qué es lo que en realidad ha cambiado. El principal cambio es que las economías de la región del Pacífico asiático se han convertido en los más grandes importadores de productos estadounidenses. Mientras esas naciones aparecen en los diarios todos los días como exportadores hacia Estados Unidos -generalmente relacionados con la preocupación de E.E.U.U. por el déficit comercial- su papel como importadores ha pasado mucho más desapercibido. En realidad, el papel que representan como los más importantes clientes extranjeros de E.E.U.U. contradice la acusación según la cual las economías asiáticas representan una amenaza para el bienestar económico de Estados Unidos.
    Una comparación de Europa y Asia como compradores de productos estadounidenses en los últimos veinte años muestra que, en 1968, los países de la Comunidad Europea (CE) eran mayores compradores de bienes de E.E.U.U. que las economías asiáticas. En aquel año, las importaciones de
    la Comunidad desde Estados Unidos fueron de US$ 9.330 millones, casi un tercio más que la región del Pacífico asiático, con US$ 6.580 millones.*3 Para 1980, las economías asiáticas se habían puesto a la par y, desde entonces, el mercado asiático ha crecido año a año. En 1988, la diferencia fue de US$
    25.000 millones: US$ 104.000 millones en exportaciones al Pacífico y menos de US$ 80.000 millones a la CE.
    Esta brecha de US$ 25.000 millones crecerá cada año porque las importaciones estadounidenses en la región del pacífico han venido aumentando a una tasa muy superior a la de Europa. Desde 1968- 88, como muestra el cuadro 1, aumentaron a razón de 1.488%, casi exactamente el doble del aumento de la CE, de 743%. Ningún país europeo registró una tasa de crecimiento igual a las de Asia, y sólo Francia se acercó a la tasa más lenta de crecimiento asiático (Japón) Esto significa que el desplazamiento de Europa por Asia como mercado más grande y de mayor crecimiento para las exportaciones de EE.UU. es un proceso só1ido y no una aberración ligada a cualquier país asiático ni al resultado de un solo intervalo corto. Es, en cambio, una característica
    fundamental del ambiente actual. Una comparación del comportamiento de Alemania y Japón ayuda a entender esto, especialmente porque Japón es, de los dos, el mayor importador de productos estadounidenses. En 1988, las compras japonesas significaron US$ 42.000 millones, comparados con
    US$ 16.000 millones de Alemania. Y, como ocurre entre Asia y Europa en general, esa brecha crece año a año.
    La disparidad no resulta simplemente de la menor población de Alemania que, con 60 millones de personas es casi la mitad de la de Japón, proporcionalmente, mucho más bajas que las de Japón, hecho que surge claramente cuando se comparan las importaciones alemanas y japonesas desde Estados Unidos con relación al número de habitantes. En 1988, según estadísticas de importación del FMI, las importaciones per capita de Japón desde Estados Unidos fueron de US$ 344, mientras que las de Alemania fueron de US$ 272. Esta es una diferencia sustancial, y refuerza la importancia del
    margen absoluto a favor de Japón sobre Alemania en cuanto a importaciones estadounidenses.
    Una forma de minimizar la importancia de los números, cuando se los reconoce, es decir que lo que cuenta no es simplemente el tamaño del mercado, sino la composición de las exportaciones estadounidenses. Muchos sospechan que, aunque los asiáticos pueden estar importando “más” de Estados Unidos, lo que compran es principalmente productos primarios y materias primas, en lugar de manufacturas. Pero esa visión, también, es infundada hoy. Como tantas otras cosas en el desencuentro de Estados Unidos con la importancia económica de Asia, este desconcepto probablemente surja de la experiencia con Japón.
    Hasta hace muy poco, el diálogo comercial con Tokio se componía casi exclusivamente de planteos sobre productos agrícolas. Los casos más sonados eran los de la carne, arroz, porotos de soja, naranjas y manzanas. En el caso del arroz, Japón impuso una prohibición casi total a su importación.
    Una disputa por productos forestales es otro ejemplo reciente:
    Los hechos son dramáticamente diferentes. Probablemente no haya habido un secreto mejor guardado en las relaciones entre EE.UU. y Japón al menos desde Pearl Harbor, que el de la verdadera naturaleza de lo que realmente compra Japón a Estados Unidos: desde 1983, 50% de las exportaciones estadounidenses a Japón han sido productos manufacturados, y desde 1986 la relación ha sido de 60%. La tendencia hacia arriba es firme -tanto para las exportaciones estadounidenses en general, como para sus productos manufacturados en particular. Debemos estar en claro sobre qué es lo que representa esta relación de 60%: significa que, en 1988, Japón compró a EE.UU. casi US$ 22.000 millones en productos de “alta tecnología”, y esta designación no la hace Japón sino el gobierno de Estados Unidos.*4 Los productos estadounidenses de alta tecnología representan regularmente al menos la mitad de la exportación de productos manufacturados a Japón. En 1988,
    eso significó casi US$ 11.000 millones en ventas de alta tecnología a Japón.
    Además, los cuatro PRI del sudeste asiático compraron todavía más que eso -U$S 11.500 millones. Si se combina el total de productos de alta tecnología que importaron los PRI y Japón se obtiene un total de más de US$ 22.000 millones. ¿Cómo se compara este comportamiento asiático con el de la CE? ¿Y cómo se compara con el de América Latina -que algunos siguen llamando el “mercado natural”
    de Estados Unidos- como cliente de productos de alta tecnología?
    América Latina, con importaciones de alta tecnología equivalentes a US$ 11.800 millones en 1988, se puede descartar rápidamente. Solamente los cuatro PRI asiáticos, con una población de 72 millones importaron casi tantos productos de alta tecnología como los 442 millones de personas que habitan todo el hemisferio occidental al sur de Río Grande.
    En todos los aspectos, entonces -ya sea en el crecimiento del mercado a largo plazo, en el tamaño y composición del mercado, o en términos per capita- las economías de la región del Pacifico asiático presentan las mejores perspectivas para las exportaciones estadounidenses, hoy y en los años
    venideros. Esto no significa que los esfuerzos comerciales y de exportación de Estados Unidos deban descuidar a Europa occidental, América Latina, o incluso a Europa oriental. Lo que significa es que, tanto en el sector privado como en el gubernamental, la conducta comercial estadounidense tendrá que reflejar la realidad de la primacía asiática. Para lograr este reconocimiento, sin embargo, será necesario apartarse de creencias y esquemas de comportamiento fuertemente arraigados en el pasado y a menudo aferrados a mitos. De estos mitos, ninguno más persistente como el que afirma que por razones de historia, cultura y hábitos Europa occidental sigue siendo el mercado más importante para Estados Unidos. Como hemos visto, eso no ha sido así durante una década.
    Recuerden nuevamente que aunque en 1968 la Cuenca del Pacífico era para EE.UU. un mercado mucho más pequeño que Europa, para 1988 era superior en US$ 25.000 millones.
    Gran parte de la explicación es que las importaciones de Europa occidental han cambiado significativamente desde 1968, con dos acontecimientos particularmente dramáticos. El primer acontecimiento es la clara caída de las importaciones de Europa occidental desde EE.UU. -de casi 11% del total de las importaciones europeas en 1968 a poco más de 7% en todos los anos recientes. El segundo acontecimiento es todavía más elocuente, especialmente a la luz de los planes de la CE para 1992: las importaciones intraeuropeas, que ya en 1968 eran de 46%, han aumentado sostenidamente desde entonces. Para 1988, 57% de las importaciones de la CE provenían de dentro mismo de la CE.
    Parece obvio suponer que ambas tendencias se afianzarán después de 1992, cuando los planes de Europa para una integración económica total se hagan realidad. Después de todo, esos planes están destinados a eliminar todas las restantes barreras para el comercio intra europeo.
    Puesto que 57% de todas las importaciones de la CE proviene de dentro de la CE misma, incluso antes de esa integración final, es posible anticipar un aumento adicional de dos tercios o incluso crisis de la deuda latinoamericana. Las importaciones de América del Sur desde Estados Unidos superaban
    37% del total en 1968, pero desde entonces han caído sostenidamente: a 27,5% en 1988 (en Brasil la caída fue de 32% a apenas algo más de 20%). El contraste con la región del Pacífico -ya sea con toda la zona o con cualquiera de sus partes- es sorprendente. La cuota que representa las importaciones de
    Estados Unidos se ha expandido o permanecido constante, pero no ha caído en ninguno de los años recientes. Y porque tanto las economías como las importaciones de la región asiática han crecido a mayor velocidad que en ninguna otra parte, hasta una cuota estable de importaciones de EE.UU.
    significó que las firmas norteamericanas experimentaron impresionantes aumentos de exportación en todo el sudeste asiático-
    Bernard K. Gordon.

    THE NATIONAL INTEREST
    1 Estos cálculos se basan en datos del año 1989 extraídos del Annual Report of the President on the Trade Agreements Program.
    2 Esa cifra representa además dos terceras partes de la participación de Estados Unidos.
    3 El término Asia oriental o región del Pacífico asiático es usado aquí con referencia a Japón, China, Corea, Taiwán, Hong Kong, Australia, Nueva Zelanda y las naciones del sudeste asiático (ASEAN, según la sigla inglesa): Malasia, Singapur, Tailandia, Filipinas, Indonesia y, más recientemente, Brunei.
    4 La lista del Departamento de Comercio incluye diez categorías de productos como elementos de “alta tecnologia”: “Equipos de comunicaciones y componentes electrónicos; aviación, motores y partes; instrumentos profesionales y científicos; máquinas de oficina y administración; motores,
    turbinas y partes; drogas y medicamentos; misiles guiados; aviación espacial y partes; químicos inorgánicos industriales; artillería y accesorios- materiales plásticos; resinas sintéticas goma y fibras”.
    (Departamento de Comercio EE.UU., Uníted States Trade Perfomance In 1987,1988, Cuadro 3.2, p.19).