El Mercosur también existe

    Basta recordar que en Argentina, de 275.000 unidades que se vendieron en 1980, el año pasado apenas se llegaron a colocar 95.000, o sea casi un tercio de la cifra de hace una década. Por otra parte también la recesión azota a Brasil y se estima que en ese país el mercado que había superado el millón de unidades anuales se reducirá este año en un 30 a 40%. No es extraño, entonces, que cualquier medida que signifique algo de oxígeno sea recibida con alegría.
    Los primeros en llegar fueron pick-ups Volkswagen Saveiro con motores de 1,6 litros de cilindrada, pero lo importante -reflexiona Olivieri- son las perspectivas que se abren para el futuro. De acuerdo con el protocolo de la
    industria automotriz, este año 10.000 vehículos argentinos se exportarán a Brasil y una cantidad exactamente igual de automotores brasileños se colocarán en la Argentina, sin que ninguno de los dos países cobre aranceles o juegue sucio aplicando medidas de restricción para arancelarias. “Esto es
    inédito en las relaciones comerciales entre ambos países”, comentó el hombre de Autolatina.
    El entusiasmo de las fábricas terminales se extiende también a los fabricantes de autopiezas; hace sólo dos o tres años los directivos empresarios de San Pablo o de Buenos Aires rechazaban de plano la idea de la integración.
    Una muestra de la velocidad del proceso es que para 1991 se estimaba que el intercambio de autopiezas podía llegar a US$ 120 millones en total, o sea un cupo de exportación de 60 millones por país. Ahora los números son otros. Las
    negociaciones entre las empresas suman US$ 820 millones. Se trata de un excelente inicio, si se tiene en cuenta que el comercio entre ambos países llega a US$ 2.000 millones de dólares. Según las estadísticas que se manejan en Buenos Aires, las exportaciones argentinas habrían sido en 1990 del orden de los US$ 1.350 millones, mientras que las importaciones desde Brasil ascenderían a 650 millones.
    En realidad, lo que está sucediendo en la industria automotriz tiene un valor demostrativo para otras actividades. La decisión política de los gobiernos de Argentina y Brasil es llegar a un arancel cero para todos los productos al 1° de enero de 1995, formando así una asociación de libre comercio, aunque en las conversaciones cotidianas se hable de un mercado común. Uruguay y Paraguay se unirán a ese objetivo por medio del Acta de Asunción, que se firmará en esa ciudad del Paraguay entre el 10 y 20 de marzo próximo.
    Habrá un trato especial para los recién llegados. Mientras que Brasil y la Argentina se comprometieron a eliminar todas las excepciones, que abarcan a los productos “sensibles” a razón de 20% por año y en cinco años, Uruguay y Paraguay tendrán como plazo un año más.

    Ya ingresaron automóviles de Brasil con arancel cero.
    Se avecina un cambio de perfil de la industria argentina.

    El MERCOSUR será una zona geográfica con 187 millones de habitantes, una fuerza de trabajo de 70 millones de personas, que generan US$ 426.000 millones por año de Producto Bruto Interno. Otros datos de interés son que contará con un poder de consumo de US$ 332.000 millones y podrá realizar
    inversiones en activo fijo del orden de los US$ 83.000 millones. Las exportaciones sumarán US$ 52.000 millones y el poder de compra en el exterior será de unos 30.000 millones.
    Tal vez uno de los acontecimientos más importantes del año pasado fue una reunión organizada por la Fundación del Banco de Boston, en Buenos Aires, a la que concurrieron exportadoras de Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile de sectores tan diversos como agroalimentación, textiles y confecciones, automotriz y autopartes, máquinas herramientas y químicos. Todos señalaron que la formación de una asociación de libre comercio implica nuevas oportunidades y nadie se atrevió a señalar a la iniciativa como un elemento negativo para su empresa, sector o país.
    Sin embargo, no será fácil llegar al objetivo de máxima en el plazo previsto y ello se debe a las tremendas diferencias o “asimetrías económicas” que existen en los cuatro países. Puede ser más importante que la incidencia del arancel, el tratamiento impositivo, la estructura de costos derivados del precio de la energía o el tipo de cambio. Es por ello que ya se formaron comisiones de
    funcionarios de los ministerios de Relaciones Exteriores y de Economía de los cuatro países para estudiar la compatibilización de políticas comerciales, aduaneras, impositivas, monetarias y fiscales, de transporte terrestre, de transporte marítimo, de política industrial, de política energética, de política agrícola y medidas macroeconómicas (tipo de cambio), con el fin de suavizar las diferencias de tratamiento que golpean sobre los empresarios.
    De todas maneras, y contra viento y marea, a partir del 1º de enero pasado las tarifas máximas de Argentina y Brasil fueron rebajadas en 40%. En realidad, como ambos países se habían otorgado una preferencia regional de 25%, el empuje político dado por los presidentes Collor y Menem significó sumar 15 puntos al nivel que anteriormente habían fijado Sarney y Alfonsín. Prácticamente, cada semestre habrá una rebaja de 7% para arribar al arancel cero el 1° de enero de 1985.
    Por si fuera poco, la Argentina ensaya otra estructura de aranceles (11.680 posiciones de productos o familias de productos), elaborada en tan corto tiempo que se lo puede ser calificada como apresurada. La Argentina tenía una estructura arancelaria a fines de diciembre, que fue modificada a fines de enero y tendrá un tercer esquema a principios de marzo. En líneas generales habrá cuatro escalones fundamentales:
    * Protección infinita, vía impuestos internos y no vía aranceles, para la industria automotriz, con un esquema basado en el Protocolo de la Industria con Brasil y otro más general que incluye cupos (4,5% con respecto al ano base).
    * Nivel del 22% para todos los productos elaborados.
    * Nivel del 11% para las materias primas y productos semielaborados.
    * Nivel del cero 0% para las materias primas de productos farmacéuticos, papel de diario, libros, revistas, bienes de capital que no se fabriquen en el país, y ciertas obras de arte.
    Sobre esos niveles hay que agregar un 3% de derecho de estadística (que por monto y concepto coloca a la Argentina en la lista de países muy subdesarrollados), más la incidencia del Fondo de la Marina Mercante, que puede ser estimado en 1%.