Antes de que finalice esta década, los nombres de los primeros diez bancos del mundo pueden ser europeos en su mayoría.
Los estadounidenses, que dominaron el ranking mundial durante los 60 y parte de los 70, enfrentan la crisis más seria desde la Gran Depresión de los 30.
Los gigantes japoneses, que todavía encabezan el cuadro de honor, están repatriando fondos a gran velocidad para compensar por la pérdida sufrida en la Bolsa de Tokio durante 1990, con buena parte del capital literalmente esfumado con la baja de 445 puntos en el valor de las acciones cotizadas.
La situación es especialmente grave en EE.UU y de allí se extiende al resto de las economías prósperas.
Para impedir el colapso del sistema bancario de EE.UU se requiere que los bancos aporten US$ 24 mil millones (1% del total de los depósitos que custodian) para incrementar el fondo de garantía a los depositantes. El gobierno federal respalda hasta US$ 100.000 por cada depositante. A mediados de
1990 ese fondo contaba con US$ 13 mil millones.
A fin de 1990 -con nuevas pérdidas por US$ 4 mil millones- quedó reducido a US$ 9 mil millones.
Con los quebrantos estimados para este año -US$ 5 mil millones- a fin de 1991 quedarla reducido a US$ 4 mil millones muy cerca del nivel de insolvencia.
Expresada la gravedad de otra manera: al finalizar el primer semestre de 1990, la previsiones disponibles eran de 60 centavo de dólar por cada US$ 100 en depósitos. En diciembre próximo serán de 18 centavos de dó1ar por cada US$ 100 depositados en el sistema bancario (el nivel de seguridad considerado aceptable es de US$ 1,25 por cada US$ 100).
La prima de seguro que los bancos deben pagar al fondo de resguardo de los depósitos, debe elevarse, según el titular de la Corporación de Seguro a los Depósitos Federales, a 23 centavos de dó1ar por cada US$ 100 depositados (era de 8,3 centavos en 1989).
Quiebras y fusiones.
En la década de los 60 había 13.400 bancos en EE.W. En la siguiente, debido a quiebras o al proceso de fusiones que comenzaba, quedaron 12.700 entidades.
Ahora apenas sobrepasan los l0.000 y se calcula que hacia el final de esta década habrá 6.000.
Nada más que durante el año pasado quebraron 169 bancos con activos por US$ 16 mil millones (desde 1987, 500 bancos se declararon en bancarrota). Una lista de 1.100 entidades con problemas es rigurosamente vigilada por los órganos de supervisión.
El mercado bursátil demostró no tener mucha fe en los bancos en los meses recientes. El valor de capitalización de los principales bancos del país cayó entre S0 y 70% en 12 meses. Las causas son variadas: recesión, gran cantidad de oferta, crecimiento de los gastos generales, caída de los ingresos. Se avecina otra ronda de alianzas y fusiones.
Los grandes nombres de la costa Atlántida (como Citicorp, Chase Manhattan Chemical Bank o Manufacturers Hanover) han reducido sus dividendos, aumentado las previsiones para incobrables, al par que han visto degradada la calidad del crédito que ostentan. Un cúmulo de circunstancias adversas justo cuando la presión por reglas internacionales uniformes les obliga a aumentar
la relación entre capital y depósitos.
Lo cierto es que los intentos por incrementar capital son infructuosos ya que los inversionistas prefieren colocar su dinero en otras actividades más rentables.
Para complicar más el panorama, en EE.W hay una fuerte presión reguladora para compensar por lo que se entiende han sido excesos derivados de una imprudente desregulación. El virtual colapso del sistema de “saving loans” o préstamos para la adquisición de vivi0das (4.000 instituciones) con centenares de entidades liquidadas o intervenidas, que a lo largo de la década pueden significar un rescate -de los contribuyentes- por valor de US$ 500 mil millones (más que el total de la deuda externa latinoamericana), ha exacerbado la presión por mayores controles.
Con este antecedente una eventual bancarrota del sistema bancario es inadmisible, y mucho menos si las pérdidas debieran ser absorbidas por la totalidad de los ciudadanos y no por los mismos bancos, o exclusivamente por los depositantes.
La intensión oficial es que sean los propios bancos quienes deban financiar el salvataje, en el marco de una sustancial reforma del sistema financiero estadounidense. A cambio, los bancos se verían favorecidos con la derogación de vetusta legislación antimonopolio, ampliando el radio de acción geográfica y de actividades permitidas a los organismos crediticios. EE.UU quiere reconstruir su poderlo financiero, desplazado en apenas un lustro por el ascenso inentendible de bancos japones, y ahora europeos. Para adaptarse a los nuevos requerimientos capital activos, los nueve bancos más grandes del país deberán aumentar su capital en US$ 7 mil millones antes de 1992. Si no lo logran, deberán reducir sus activos -para llegar a las proporciones exigidas- en US$ 170 mil millones.
El caso japonés.
Aunque la crisis tiene su epicentro en EE.UU, alcanza también a los sobre dimensionados gigantes japoneses y, en menor medida, a los europeos que han exhibido -hasta ahora- mayor cautela que sus colegas.
La primera reacción defensiva de los bancos ha sido limitar el crédito, lo que ha dado origen al llamado “crunch” crediticio, que naturalmente empeora los efectos recesivos de la economía estadounidense.
La escasez de préstamos continuará aunque siga bajando la tasa de interés interna. Los bancos prefieren colocar el dinero disponible en bonos del Tesoro y no correr riesgos de nuevos incobrables.
Ante esta perspectiva la tradicional política monetaria de la Reserva Federal tiene poco sentido: bajar la tasa de interés no significa -como antes- que automáticamente habrá nuevos fondos disponibles para inversión productiva.
La situación en el Golfo Pérsico contribuye a agravar la tendencia. Según el Banco de Pagos Internacionales de Basilea (el banco central de los bancos centrales), el panorama es especialmente peligroso para el sistema financiero mundial y para la economía del planeta.
Ya hay una evidente contracción del crédito en EE.UU, Gran Bretaña, Canadá y Japón, y se advierten los mismos indicios en los principales países Europeos. Un caso notable es el de los bancos japoneses. Entre 1983 y 1988 los activos externos de estas entidades crediticias se cuadruplicaron
para totalizar US$ 1,75 billones (millones de millones). A principios de 1990 los japoneses retenían 40% del total de los activos financieros internacionales. Con la caída del mercado bursátil de Tokio (45% del valor de las acciones se evaporó en pocos meses), los bancos comenzaron una frenética carrera para liquidar sus activos en el exterior y reingresarlos al país, para consolidar las cuentas de resultados. (A fines de este mes, cierre de ejercicio los bancos japoneses, se calcula que las ganancias promedio del sector habrán disminuido en 27% con respecto al año precedente.)
Los bancos europeos están más sanos que sus primos americanos o japoneses. En general tienen mejor relación capital/activos, y gozan de mejor calificación crediticia. Lo cierto es que no son tan internacionales como los otros, que frecuentaron las primeras posiciones del cuadro de honor bancario. El único riesgo específico que afrontan es involucrarse excesivamente en operaciones con países de la Europa Central y la misma URSS, con créditos difíciles de recuperar.
Por lo demás, los europeos sufren el mismo mal que el resto de la actividad: tras una expansión de dos décadas, los grandes bancos son símplemente demasiado grandes, ofreciendo complejos paquetes financieros, y con gastos desorbitantes.
El auge de los mercados de capitales, la aparición de multitud de nuevos productos financieros y de empresas en condiciones de prestarlos, hace que los bancos no tengan ya la exclusividad del negocio crediticio. La famosa globalización de los negocios, hasta hace pocos meses el vellocino de
oro, puede convertirse en una maldición.
Ranking(I)
LOS 10 MAS GRANDES DEL MUNDO
Si se clasifica a los bancos por el volumen de los activos, hay siete japoneses entre los diez más grandes del mundo.
La lista incluye, además, dos bancos franceses y solamente uno estadounidense.
Este es el cuadro de honor de 1990, que tendrá importantes cambios este año, tras la importante caída de valores en la Bolsa de Tokio.
Dailch T Kangyo
US$ 406.000.000.000
Sumitomo
US$370.500 000 0oo
FuJi Bank
US$364.900.000.000
Mitsubishi
US$362.200.000.000
Sanwa
US$355.900.ooo.ooo
Banco Industrial de Japón
US$248.700.000.000
Credit Agricole de Francia
US$242.000.000.000
Banque Nationale de París
US$231.400.000.000
Citicorp de EE.UU
US$230.600.000.000
Tokai de Japón
US$229.200.000.000
Fuente: IBCA, Londres
En 1991, Citicorp, el único estadounidense, desaparecerá de la lista de los diez gigantes. Los japoneses perderán posiciones, y los europeos avanzarán hacia el tope de la escala. Entre los 100 primeros, por activos, hay uno solo latinoamericano: Banco do Brasil en el puesto 72.