Bodega Finca La Anita apuesta al crecimiento en los mercados

    ESTRATEGIA | Empresas

    Por Andrea Miranda

    Al mendocino Manuel Mas, presidente y único dueño de la bodega Finca La Anita, se lo ve muy entusiasmado con la apuesta de ampliar su negocio que, hasta el momento, producía alrededor de 150.000 botellas al año, de las cuales 60% atendía el mercado local y 40% se destinaba a la exportación. Para alcanzar este objetivo, habrá una fuerte apuesta a la “tecnología de punta”.
    “En vista de las posibilidades de crecimiento del mercado vitivinícola en el mundo Finca La Anita decidió retecnificarse y modernizarse para poder cumplir las apetencias del mercado”, explica Manuel Mas. Para lograrlo, hace unos meses estableció una alianza estratégica con el grupo mendocino Dominio del Plata, dirigido por la enóloga Susana Balbo, también vicepresidente de la entidad Wines of Argentina (que reúne a 200 empresas que exportan 95% del vino argentino). “La idea de este joint venture es repotenciar tecnológicamente las posibilidades de Finca La Anita sobre todo en el rubro exportaciones”, asegura.
    El presidente de La Anita visualiza este cambio como la búsqueda por llegar a un nivel distinto: “A mediados de este año nos planteamos que o dábamos este paso o nos quedábamos así (con una producción autolimitada)”. Por eso, se asocia con otra pequeña bodega dedicada fundamentalmente al mercado externo, en el cual junto a Susana Balbo, su CEO, gozan de gran prestigio.
    Por poner un ejemplo, Mas, recién llegado de Europa, cuenta que en España le pidieron gran cantidad de cajas de su vino ultra premium Varúa, y que de momento no puede satisfacerlo por el límite de su producción. Sin embargo, si todo funciona según los planes, en un tiempo más esa demanda podrá ser abastecida ya que el objetivo de esta alianza es “aumentar la producción, los controles y el grado de finura tecnológica que posibilite los resultados esperados: duplicar la producción en los próximos dos años”.


    Manuel Mas

    Mantiene el prestigio, se adapta al cambio
    Consciente de que para superar su actual capacidad de elaboración era imprescindible hacer un upgrade y dejar atrás años de trabajo netamente artesanal –que marcaba un techo en la cantidad de botellas producidas– y dar un salto tecnológico, Manuel Mas cree que Finca La Anita no precisará demasiados cambios para crecer. De momento, en el plano de los recursos humanos, la pequeña modificación incluye la incorporación de un par de técnicos y la contratación de Soledad Vargas, una profesional joven que liderará la parte productiva en la finca y la bodega.
    Para impulsar este cambio, la empresa también necesitaba una estructura profesional diferente. Así es que como parte de esta alianza, Dominio del Plata que trabaja muy próxima a Finca La Anita, “dispone de una estructura de tecnología muy superior a la que nosotros tenemos porque ellos producen grandes cantidades, tiene una mirada al exterior y eso es la parte que aportará en este trato, así como asistencia técnica para adaptar nuestras producciones tanto en cantidad y en controles técnicos como en posibilidades de marketing para cubrir demandas mucho más altas”.
    Por esto, la inversión de US$ 1 millón tendrá como finalidad “adaptarse a la producción más tecnificada y elástica; y se efectivizará en los próximos seis meses para en los próximos dos años haber pegado ese repunte de controles técnicos y de capacidad de producción”, resume.
    Aunque hasta hace unos meses el encargado de la parte agroenológica de Finca La Anita era su hermano Antonio Mas –ahora dedicado a un nuevo emprendimiento inmobiliario en Mendoza–, a partir de la decisión de continuar cada uno su propio proyecto, Susana Balbo es quien aportará el asesoramiento enológico, su especialidad. Además, atenderá el crecimiento de las exportaciones.
    “En este momento, el tema de la vitivinicultura está bastante complicado para las bodegas chicas, es difícil manejarse independientemente”, analiza Mas y revela que lo que están haciendo es “complementar las características dos bodegas chicas para enriquecernos las dos”. “Es una especie de pool para enfrentar el mercado: Susana Balbo va a tener otras marcas para ofrecer cuando salga a ferias por ejemplo, y Finca La Anita va a tener a alguien que se ocupe de ello”, afirma.
    Afianzados en las fortalezas de cada uno, Finca La Anita aportará a la alianza el prestigio de su marca y Dominio del Plata, control técnico, asesoramiento y el marketing en el exterior.

    El posicionamiento de sus vinos
    Una observación puntual describe una particularidad de Finca La Anita hacia el exterior. Mas asegura que “hasta el momento Finca La Anita no ha enfrentado mayor competencia porque es una bodega que exporta poco pero a precios unitarios altos, tiene precio de nicho, una exportación de élite, cosa que las bodegas grandes no tienen porque exportan masivamente a precios moderados y otras bodegas chicas, para poder exportar, acuerdan otros precios. Nosotros tenemos un posicionamiento de nicho que nos permite exportar con los precios unitarios FOB más altos del mercado”.
    Ubicada en este lugar de privilegio, la bodega continuará con su característica de autoabastecerse con uvas propias para la producción de sus vinos. El ejecutivo confirma que “hasta el momento la producción de la bodega se abastecía con 30% de las uvas producidas en la finca”, por lo cual si con este nuevo plan de desarrollo necesitan utilizar 50 ó 60% seguirán autoabasteciéndose sin inconvenientes y manteniendo la calidad de sus vinos. “No vamos a cambiar la política de que los vinos sean exclusivamente de uvas de la finca porque tenemos una producción de uvas tan grande como para cumplir con eso”.
    El dueño de la bodega dice que el estilo de los vinos no se modificará, que “se mantiene a ultranza, incluso para diferenciarnos de los vinos de Dominio del Plata, a fin de que la oferta de esta alianza sea más plural”. Y sostiene que por ahora “no habrá nuevas marcas: el mercado está saturado de marcas que incluso confunden a la gente”.
    Para finalizar, Mas sostiene que el trato entre ambas bodegas, sellado en una carta de acuerdo, implica un plazo de ocho años “a felicidad mutua”.

    La bodega hacia adentro

    Finca La Anita está ubicada en Alto Agrelo, Mendoza. Su terroir y las condiciones agroecológicas imprimen la personalidad de cada producto elaborado en la bodega.
    Las variedades tintas de La Anita son Syrah, Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot y Petit Verdot. Las variedades blancas, Semillón, Tocai, Chardonnay y Sauvignon Blanc. Y desde hace algunos años “estamos experimentando con Pinot Noir en pequeñas producciones con resultados muy alentadores”.
    La carpeta de la bodega ofrece cinco líneas de vinos: “Varúa es nuestro vino ultra premium, un Merlot 100%, que reposa 15 meses en barricas de roble francés de primer uso y del cual actualmente embotellamos sólo 1.040 botellas”. Finca, compuesta por dos etiquetas, Finca Tinto (Assemblage Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot) y Finca Blanco (Chardonnay-Semillón en idénticas proporciones). Finca La Anita, blancos: Chardonnay, Sauvignon Blanc, Tocai y Semillón, varietales 100%; tintos: Malbec, Cabernet Sauvignon, Syrah, Merlot y Petit Verdot, varietales 100%. Hay una excepción: Finca la Anita Línea Tonel, que nace de “una idea de un amigo, Miguel Brascó, quien propuso desarrollar un vino al estilo de los grandes vinos europeos, añejando tintos modernos de nuestra finca de Agrelo, en toneles grandes de roble centenario”. Luna, Cabernet Sauvignon, Malbec, Syrah y Chardonnay. Y Cuarto de Milla.
    Dentro del selecto grupo de etiquetas ultra premium, Varúa Merlot ocupa el puesto de producto estrella; sólo se comercializa en “algunas vinotecas muy especializadas, restaurantes con carta de vino importantes u hoteles 5 estrellas”.
    El perfil de consumidor de Finca La Anita, sobre todo en las líneas premium, es básicamente ABC1 (75% hombres, 25% mujeres), profesionales, mayores de 35 años y con conocimientos en vinos y gastronomía. “Tenemos ciertos clientes especiales que año tras año compran nuestros vinos ‘en premieur’, es decir, antes de la salida al mercado, asegurándose así una cantidad determinada de botellas, ya que es usual que ciertas etiquetas se conviertan en inconseguibles antes de que sean reemplazadas por una nueva cosecha”.
    Desde la bodega observan el interés creciente en gastronomía y vinos por parte de jóvenes consumidores de entre 25 y 35 años quienes “preferentemente consumen las líneas Luna y Cuarto de Milla por cuestiones lógicas que hacen a su economía doméstica”.
    De las 150.000 botellas que hasta el momento producía la bodega, 43% exportado tenía como destinos principales a Estados Unidos, Brasil, México y Perú.