Obviamente, el mayor atractivo para los países pobres (y no
tanto) del continente, de adherirse a una organización de este
tipo pasa por las promesas y/o perspectivas de lograr un desarrollo
más acelerado y sostenido de sus economías a partir del
contacto con la mayor potencia mundial. Así, el trabajo realizado
por funcionarios y técnicos de los Estados Unidos logró
obtener la voluntad de la mayor parte de las naciones.
Sin embargo, y más allá de las ideologías, una
parte del continente no se siente nada seducida por este proyecto, aduciendo
que llevar a la práctica el libre comercio con EE.UU. significaría
poner bajo serio riesgo la supervivencia de las industrias nacionales.
De esta manera, los diversos intentos de Washington (presionado por
los plazos que el Congreso autorizó para actuar) por avanzar
hacia el Alca se vieron reiteradamente frustrados por la oposición
del Mercosur. Tanto es así que durante 2004-2005 se llegó
a un punto muerto que envolvió de escepticismo a las negociaciones.
Recientemente, y en oportunidad de la realización en nuestro
país de la IV Cumbre de las Américas, el Alca se robó
lo sustancial del debate dado el interés de los Estados Unidos
y sus países aliados en el continente por vencer finalmente la
resistencia del Mercosur. Una vez más las diferencias entre las
partes fueron insalvables y, a pesar de que la agenda de la reunión
continental se enfocaba en temas diferentes al del Alca, el mundo no
dudó en calificar la Cumbre como un verdadero fracaso.
En principio, el resultado de la Cumbre de las Américas generó
bastante discusión y existen diversas interpretaciones. Es cierto
que desde el exterior fue observado, en general, como un fracaso, y
que las críticas hicieron foco sobre el país anfitrión,
aquél que tenía la mayor responsabilidad por encontrar
alternativas de discusión y encarrilar el trabajo hacia el logro
de resultados concretos. En este caso, la Argentina fue la perjudicada
en su imagen.
Pero más allá de las críticas y hasta de algún
roce retórico con el presidente mexicano, uno de los principales
exponentes de la defensa del libre mercado, la sensación es que
la carencia de resultados no puede ser adjudicada a aspectos ideológicos,
sino más bien al mantenimiento estricto de una posición
irreconciliable.
La propia administración norteamericana reconoce que la Argentina,
junto con sus socios del Mercosur, actuaron lícitamente en defensa
de sus intereses, fieles a una estrategia que si bien se considera equivocada
no puede adjudicarse a un desborde de “populismo” o “antiamericanismo”.
Sin embargo, la imagen de Argentina resultó opacada por varias
cuestiones. Principalmente, porque el resto de los tres países
del Mercosur exhibieron gestos de acercamiento concreto hacia Estados
Unidos, lo que no fue perceptible en el caso de Argentina. Uruguay firmó
en Mar del Plata un acuerdo de garantía de inversiones con los
Estados Unidos (y más recientemente se dio a conocer las negociaciones
de la gestión anterior, del Presidente Battle, para sentar las
base de un acuerdo de libre comercio con ese país). Paraguay
concedió previamente inmunidad parcial a las fuerzas armadas
norteamericanas y en algún momento coqueteó también
con la posibilidad de un acercamiento comercial, y finalmente Brasil
fue reconocido por Washington como el líder natural de América
del Sur en una reunión posterior de Bush con Lula en tierras
brasileñas. M
La evolución de las negociaciones por el
ALCA.
Antecedentes:
• En 1994, los Jefes de Estado y de Gobierno de 34 países
del Hemisferio suscribieron la Declaración de Principios y el Plan
de Acción de Miami, cuyo elemento mas importante era la creación
del ALCA.
• En abril de 2001, en la reunión de ministros de Comercio
celebrada en Buenos Aires, se estableció que las negociaciones
del ALCA concluirían, a más tardar, en enero de 2005.
Evolución:
• En abril de 2004 se suspendió sin plazos la reunión
del Comité de Negociaciones Comerciales (CNC) debido a las diferencias
que surgieron con motivo de las instrucciones a los grupos de negociación
en materia de acceso a mercados, inversiones y servicios.
• En la IV Cumbre de las Américas, realizada en Mar del Plata,
EE.UU. y sus aliados comerciales intentaron incluir en la declaración
de los presidentes un párrafo que permitiera relanzar las negociaciones
que se encontraban paralizadas. Sin embargo no hubo acuerdo al respecto,
y el documento final contó con dos posiciones:
• La de EEUU + 28 países que están de acuerdo con
avanzar en las negociaciones del ALCA.
• La del Mercosur + Venezuela, que no están de acuerdo en
continuar avanzando dadas las condiciones actuales.
Estado actual:
• Brasil salió más favorecido que el Mercosur, ya
que se reconoció su posición de liderazgo regional.
• Existe peligro de fractura de la posición del Mercosur,
por la fuerte atracción que el principal mercado mundial ejerce
sobre los socios menores del bloque.
• Las negociaciones quedaron muy supeditadas a los posibles avances
en la OMC.
Fuente: abeceb.com
El resultado de la Cumbre de las Américas generó bastante
discusión y existen diversas posiciones respecto del mismo. Es
innegable que desde el exterior fue observado mayoritariamente como un
fracaso, y que las criticas hicieron foco sobre el país anfitrión,
aquél que tenía la mayor responsabilidad por encontrar alternativas
de discusión y encarrilar el trabajo hacia el logro de resultados
concretos. En este caso, la Argentina fue la perjudicada.s.
Mercosur-Unión Europea
A la búsqueda de un acuerdo entre dos uniones aduaneras
La negociación que lleva adelante, con marchas y contramarchas,
el Mercosur con la Unión Europea es inédita no importa el
ángulo desde el cual se la mire. Su enorme relevancia se da tanto
en virtud de la envergadura del acuerdo buscado, como porque sería
el primero logrado entre dos “Uniones Aduaneras”1.
Asimismo, otras connotaciones especiales surgen del hecho que: 1) se
trata de un acuerdo amplio, comprendiendo otros ámbitos además
del comercial, como por ejemplo el político y de cooperación
(cultura, infraestructura, apoyo institucional, entre otras); 2) es una
negociación Norte-Sur con amplias desigualdades estructurales;
3) a priori se esperarían amplias posibilidades de complementariedad
productiva y comercial, en función de las diferencias antes mencionadas.
Para entender porqué no se alcanzó un acuerdo hasta el momento,
sabiendo que existían amplias posibilidades de obtener beneficios,
debemos acudir a múltiples razones explicativas. Consideramos como
relevantes en ese sentido a las siguientes: 1) las dificultades y cambios
constantes que el Mercosur mostró en cuanto a sus relaciones internacionales;
2) los ya conocidos problemas internos del bloque; y 3) la manera en lo
que lo anterior influyó en el propio proceso negociador, en cuanto
a los objetivos planteados y la secuencia de hechos y posturas de ambos
bloques en la negociación.
A priori y de manera intuitiva se puede afirmar que, desde el Mercosur,
la expectativa predominante era la posibilidad de acceder a un gran mercado,
principalmente para los productos agrícolas básicos y agrícolas
procesados. Mientras tanto, la UE se vería seducida por la apertura
de nuevos mercados para la colocación de sus productos industriales,
y el campo que se le abriría en distintas actividades como servicios,
inversiones y compras gubernamentales, sobre todo en el mercado brasileño.
Tampoco debe descartarse una estrategia agresiva de mejor posicionamiento
internacional, ante la posición de dominio incontestable asumida
por los Estados Unidos en los últimos años.
Ante esta situación, se preveía, al menos desde la Argentina,
que el gran “pagador” del bloque sudamericano sería
Brasil, dado que la Argentina ya había asumido gran parte de los
costos de liberalización de sus mercados en esas disciplinas en
la década de los ‘90. Por su parte, los socios menores del
bloque (Uruguay y Paraguay) tendrían mucho más por ganar
que por perder, debido a que sus objetivos estaban fundamentalmente vinculados
a sectores puntuales en el sector agropecuario, los cuales se esperaba
se verían fuertemente favorecidos con la negociación.
Esos ideales previos a la negociación se fueron contrastando con
la realidad a medida que se negociaba.
De entrada, hubo dificultades para consensuar entre ambos bloques las
modalidades de negociación y se empezó a notar la fuerza
negociadora de la Unión Europea, pero más allá de
ello, se inició un proceso de intercambio de ofertas de desgravación
arancelaria, que en una primer momento –año 2001– fue
bastante cauto de ambos lados.
Desde entonces, la evolución de las ofertas de desgravación
arancelaria del Mercosur en bienes puede clasificarse en dos grandes etapas,
ambas testigo de la voluntad del bloque de mejorar constantemente su oferta.
La primera etapa se circunscribe al período 2001-2003, donde el
Mercosur realiza sustanciales progresos en su oferta a partir de una cobertura
más amplia de su canasta de bienes. La segunda etapa, por el contrario,
se caracterizó por apuntalar las mejoras en la oferta a partir
de la aceleración de los períodos de desgravación
arancelaria, y tuvo lugar durante 2004.
Dada la evolución de las ofertas del Mercosur, uno de los grandes
objetivos de la UE de ampliar su acceso para productos industriales estaría
cumplido, ya que la última oferta del bloque contempla que gran
parte de ellos se desgraven totalmente en menos de 10 años.
Pero, ¿cuál era la contrapartida en cuanto a la oferta de
la Unión Europea? Lamentablemente, no siguió el ritmo de
mejoras del bloque sudamericano. En su última oferta, el bloque
comunitario ofreció desgravar completamente en 10 años 93,6%
de sus importaciones provenientes del Mercosur, lo que desde el Viejo
Continente era considerado como una oferta superior a la del bloque sudamericano.
Sin embargo, un análisis en detalle revela que las bondades de
la oferta son muy relativas y que está lejos de lo esperado por
el Mercosur.
En principio, el grueso de los productos de interés del Mercosur
(productos agrícolas y productos agrícolas procesados –PAPs–),
actualmente con un arancel promedio de 41%, quedaban relegados a canastas
con preferencia fija, cuotas o directamente eran excluidos de la oferta.
Una oferta pobre
Por otra parte, al no conseguir que Brasil flexibilizara su posición
en torno a inversiones y compras gubernamentales, la UE endureció
su posición en la negociación de bienes y presentó
una modalidad distinta para negociar los PAPs, consistente en una propuesta
de tratamiento recíproco, la que fue aceptada por el Mercosur sin
demasiada resistencia. A esta derrota parcial en la negociación,
se suma la inesperada posición defensiva adoptada por el Mercosur
en muchos productos.
En conclusión, la oferta de desgravación de la UE carece
de las bondades promocionadas por el bloque comunitario, y deja sin cumplir
la mayor parte de las expectativas del Mercosur en sus dos grandes intereses:
productos agrícolas y PAPs.
Actualmente, las negociaciones están en stand by, aguardando
una nueva reunión entre las partes y que surjan alternativas “creativas”
que sean capaces de despejar el camino hacia un acuerdo mutuamente beneficioso.
Las partes estaban esperando los resultados de la reciente reunión
ministerial de Hong Kong, en la expectativa de que el ámbito multilateral
de la OMC fuera capaz de destrabar algunas de las dificultades más
importantes de la negociación.
Aún así, es posible rescatar algunos aspectos positivos
de las negociaciones. Uno de ellos es que a pesar de la marcha desfavorable,
queda la tranquilidad de no haber cerrado aún el acuerdo en esas
condiciones, lo que permite que ciertos beneficios puedan ir consiguiéndose
paulatinamente con las discusiones, o en el ámbito multilateral
de la OMC. Finalmente, es indudable que el know how acumulado
en una negociación de esta magnitud tiene adosado un valor agregado
inestimable. M
1- Más allá de que el Mercosur no cumple con esa definición,
la UE esperaba que nuestro bloque diese los pasos en ese sentido en paralelo
a la negociación.
Negociación Mercosur – Unión Europea..
• Representa una negociación distinta ya que sería
el primer acuerdo de integración entre dos “Uniones Aduaneras”.
• Al constituir una negociación distinta, presenta amplias
desigualdades estructurales entre los bloques, a pesar de que pueda existir
un mayor grado de complementariedad en el comercio.
Al paralizarse la negociación, se pensaba que gran parte de los
beneficios se podían obtener en el ámbito de la OMC, y con
menor costos. Ahora, a nivel industrial ya se duda de la veracidad de
esta afirmación.
Impacto sobre la industria
• La negociación a derivado en un mero intercambio del sector
agrícola, por la desgravación del sector industrial.
• Cerrar la negociación con la UE hubiera significado otorgar
desgravación a 0% en 10 años a gran parte de los bienes
industriales y recibir a cambio cuotas o preferencias fijas en productos
agrícolas de relevancia.
• La realidad es que la UE no estaría dispuesta a resignar
su sector agropecuario, pero pide una apertura industrial total por parte
del Mercosur.
Fuente: abeceb.com
El hecho de que Brasil rehusara incorporar en la negociación un
tema importante para los europeos, como lo es las inversiones y compras
gubernamentales, ocasionó la necesidad de hacer una oferta mucho
más agresiva en desgravación de productos industriales para
conformar a la contraparte. Actualmente, la multiplicidad en cobro arancelario
dentro del Mercosur es otro factor de fuerte desventaja frente a los reclamos
de la UE:
Notas:
1- Importaciones de la UE 15 desde el Mercosur entre 1999 y 2001.
2- Arancel base para la desgravación. Para la UE se calculó
los equivalente ad valorem.
3- Importaciones del Mercosur desde la UE entre 1998 y 2000 en miles de
US$
Fuente: abeceb.com en base a informaciones oficiales.
Tomando en cuenta las últimas ofertas realizadas por ambas partes,
y proyectando las desgravaciones propuestas en cada caso, se llega a la
conclusión de que el Mercosur en los próximos 10 años
haría un mayor
esfuerzo en reducción arancelaria que la Unión Europea.
En una década, el Mercosur reduciría el arancel
promedio de su canasta de bienes de 10,8% a 1,6%; mientras que la UE lo
haría de 7,3% a 2,3%.
La situación del Mercosur
Tercera etapa de la integración en el desarrollo del bloque regional
Desde el momento en que Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay decidieron
conformar el Mercado Común del Sur (Mercosur), el favorable contexto
internacional y la gran potencialidad que en aquel entonces prometía
el bloque, impulsaron un rápido desarrollo en la región.
Las políticas internas de los países se orientaron en busca
de un crear un ambiente interno estable que funcionara a manera de imán
de las inversiones extranjeras.
En estos primeros años se produjeron importantes ganancias para
todos los países, tanto en términos de reducción
de los indicadores de pobreza, crecimiento del PIB, inversión,
ingreso per capita y comercio intrazona.
Sin embargo, a la postre se observaría que la buena coyuntura de
aquel entonces desvió el foco de atención, impidiendo percibir
un cúmulo de dificultades que permanecieron latentes: las imperfecciones
de las que adolecía el Mercosur, y las diferencias en los modelos
económicos aplicados por la Argentina y Brasil, que ahondaban la
brecha de competitividad en la industria.
Brasil estaba embarcado en la aplicación de políticas desarrollistas
que buscaban potenciar la competitividad industrial, mientras la Argentina
realizó una política más aperturista, de corte más
liberal, complementada con la atracción de inversiones que se canalizaban
por medio de un proceso fuerte de privatizaciones.
En tanto el contexto internacional continuó generando “viento
de cola”, no se prestó atención a las asimetrías
de fondo de los países, pero cuando a partir de 1998 se produce
una secuencia de crisis repentinas en las economías del sudeste
asiático, la incertidumbre y la desconfianza de los inversores
se hicieron extensivas a todos los países emergentes. El flujo
de capitales externos se redujo sustancialmente, 48% entre 1998 y 2002,
y los países del bloque comenzaron a rivalizar por atraerlos hacia
el interior de sus fronteras. Los recurrentes déficit de cuenta
corriente comenzaron a hacerse insostenibles y se hizo inevitable la devaluación;
primero en Brasil y más tarde, y de manera más traumática,
en la Argentina.
A pesar de las dificultades, durante esta etapa los cuatro países
comprendieron que la única manera de enfrentar las dificultades
internas y las amenazas externas era haciéndolo en forma conjunta
en el ámbito del Mercosur, aprovechando tanto las ventajas de un
mercado más amplio, como una mayor escala de producción
y mayor eficiencia en las cadenas productivas.
Comienza de esta manera lo que podría definirse como una tercera
etapa de la integración, con la adopción de políticas
macroeconómicas más consistentes, haciendo hincapié
en el sostenimiento de superávit gemelos y la ejecución
de una política cambiaria que otorgue competitividad internacional
a la producción local. Por su parte, el modelo se complementa por
medio de políticas microeconómicas de asistencia a la producción
industrial.
Las famosas asimetrías
Este tercer capítulo en el proceso de integración dista
de ser equivalente al primero. En principio, se mantienen vigentes ciertas
tensiones entre los países, las cuales han recibido el nombre de
“asimetrías”. Sin duda, la reciente crisis ha dejado
su particular impronta sobre el estado de las economías regionales:
mientras que Brasil continuó desarrollando su sector productivo,
fortaleciendo la competitividad de su industria y mejorando la inserción
internacional, la Argentina en este sentido experimentó cierto
retroceso, que sólo se ha visto parcialmente compensado a través
del actual proceso de recuperación en marcha. Por su parte, Uruguay
y Paraguay ven como los socios mayores se disputan las inversiones y se
concentran en sus problemas internos, descuidando recomponer las dificultades
remanentes del bloque.
Recientemente, la disconformidad de los socios menores del bloque se ha
manifestado a través de la trascendencia de supuestos acercamientos
comerciales con los Estados Unidos, lo que ha encendido la luz de alarma
en el Mercosur, dado que las noticias se producen en coincidencia con
las gestiones de Venezuela para convertirse en el quinto miembro pleno
del bloque.
Por lo tanto, estos hechos han originado una escala de incertidumbre en
torno a la integración regional, donde las expectativas por el
acercamiento con un país de indudable peso económico a partir
de sus reservas de petróleo, se contrapone a la posibilidad del
alejamiento de dos de los miembros ya existentes, lo que origina un momento
de transición que será fundamental para decidir el futuro
del Mercosur. M
Fuente: abeceb.com en base a datos oficiales.
El Mercosur tiene una fisonomía constitucional que lo diferencia
ampliamente de la UE: su más grave déficit es la ausencia
de un líder natural que esté en condiciones de hacerse cargo
de los problemas de la integración.
Fuente: abeceb.com en base a datos oficiales.
Las desigualdades iniciales dentro del Mercosur se profundizaron con
las devaluaciones primero del Real y después del Peso argentino
que agravaron las asimetrías y contribuyeron a crear un clima de
incertidumbre. Estos problemas pueden hacer fracasar el logro de los objetivos
del bloque.
Fuente: abeceb.com en base a datos oficiales.
Durante los primeros años de la integración se observó
una dinámica positiva en los ciclos económicos de los países
del bloque. Sin embargo, a partir de la crisis mundial de los mercados
emergentes, que terminó impactando con dureza en la región,
se produjo un deterioro pronunciado de las economías del bloque
y una reducción de la riqueza per cápita de las mismas.
En particular, el efecto sobre la volatilidad regional originó
una parálisis de la evolución del Mercosur, ya que los países
pasaron a concentrarse en sus propias dificultades de manera individual.
En la década del `90, la conformación del bloque y la etapa
de expansión económica de los socios, junto con la disponibilidad
de grandes masas de capitales en la economía internacional, provocaron
una masiva afluencia de IED hacia estas economías. Con la crisis,
la desconfianza en los mercados emergentes ganó a los mercados
y los flujos se redujeron fuertemente.
Los últimos años de caracterizan por una tendencia de lento
retorno de las inversiones
Fuente: abeceb.com
El Mercosur está inserto en una apretada agenda de negociaciones
externa, que le demanda un fuerte disciplinamiento hacia dentro a fin
de llevarlas a cabo con éxito. Indudablemente, la lentitud con
que se progresa en muchas de las negociaciones en marcha tiene que ver
con las dificultades internas del bloque.
La dinámica provocada por las negociaciones internacionales se
encuentra teñida por los cambios en la estructura económica
mundial, a partir del surgimiento de nuevas potencias como China e India
que instalan un nuevo modelo productivo.
Fuente: abeceb.com
Los objetivos iniciales del bloque eran muy pretenciosos, y con el correr
de los años fueron mutando. Los aspectos más difíciles
de la integración fueron postergándose para originar una
situación donde el bloque era incapaz de autodisciplinarse.
Se mantienen los recelos y desconfianzas entre los socios del bloque,
y el temor de enfrentarse a pérdidas que puedan generar mayores
asimetrías. Las dificultades han derivado en una tendencia hacia
el sostenimiento político del bloque.
En la implementación de una medida fundamental para la conformación
definitiva de una Unión Aduanera se observan escasos avances. Tan
sólo en la interconexión informátiva ha habido progresos
importantes, mientras que en la elaboración de un Código
Aduanero y en la distribución de la renta aún persisten
fuertes desacuerdos que no han podido ser salvados. Desde el 1 de enero
de 2006 rige para los bienes que ingresan desde extrazona al 0% o con
preferencias del 100%, por lo que no tendría un efecto práctico
importante.
Fuente: abeceb.com en base a INDEC
Los dos países más grandes del Mercosur (Brasil y Argentina)
son los que han mostrado mayor dinamismo en las ventas a Venezuela en
el año 2005.
Fuente: abeceb.com en base a INDEC
En los últimos años, el intercambio entre Argentina y Venezuela
ha sido superavitario para nuestro país, manteniéndose esta
tendencia en el año 2005. Gran parte del comercio bilateral se
ha visto impulsado por los acuerdos políticos de negociación
entre los Gobiernos de ambos países.
De todas maneras, Venezuela aún no es miembro pleno del Mercosur.
Para serlo debe primeramente cumplir con una serie de requisitos en término
de adopción de niveles arancelarios, adecuación a las normas
del bloque e incorporación a las negociaciones comerciales finalizadas
y en marcha.
La relación Argentina-Brasil
La persistente asimetría industrial complica la vinculación
bilateral
El contexto internacional imperante desde inicios de los ’90 favoreció
un acercamiento de las posiciones de la Argentina y Brasil, con un tono
cooperativo y de mayor integración, lo cual intensificó
la relación comercial y la interdependencia entre ambas economías.
El comercio bilateral se expandió rápidamente a partir
de 1991, pudiéndose delinear dos etapas diferenciadas desde entonces.
La primera de ellas, que va desde su inicio hasta 1998, muestra un paulatino
crecimiento del intercambio, explicado tanto por la expansión macroeconómica
de ambos países como por el incipiente proceso de integración
que favoreció la ampliación de mercados y propició
el aumento del comercio intraindustrial.
La segunda etapa, en cambio, estuvo signada por las recurrentes crisis
macroeconómicas en el escenario regional y su impacto negativo
sobre el intercambio. Desde 1998 hasta la actualidad se produjo una mayor
volatilidad de los flujos comerciales, consecuencia inevitable de los
rezagos cambiarios y de las situaciones de sobreendeudamiento que afligían
a ambas economías, y que desembocaron en la devaluación
del real, a comienzos de 1999, y la devaluación del peso a inicios
de 2002.
Una de las consecuencias más relevantes de la etapa de crisis fue
la ampliación de la brecha productiva entre Argentina y Brasil
en un gran número de sectores manufactureros, lo que determinó
una reducción del comercio intraindustrial y un progresivo deterioro
de la calidad del comercio bilateral en contra de nuestro país.
Brasil ha sido el principal destino de las manufacturas de origen industrial
(MOI) argentinas, dadas las dificultades de inserción internacional
de estos productos. Sin embargo, en la actualidad más de 90% de
las exportaciones de Brasil a la Argentina pueden clasificarse como MOI,
mientras que de las ventas argentinas a Brasil sólo 53% son de
esta categoría, habiendo ganado una mayor participación
los productos básicos.
Cuando se discutía sobre las fórmulas instrumentales que
tendría el Mercosur, en los primeros años de la década
del ’90, luego de la firma del Tratado de Asunción, estaba
claro para los que seguían el tema desde los ámbitos privados
y públicos, que existían asimetrías entre las economías
de los socios.
Un reflejo claro de esa percepción lo constituyó la adopción
de Regímenes de Adecuación, con carácter transitorio
y cronogramas preestablecidos. La idea que sustentó ese instrumento
es que existían diferencias entre los países respecto de
ciertos sectores productivos, que impedirían o tornarían
muy dificultosa la sobrevivencia de los más débiles dentro
de éstos. Este instrumento constituyó un sustituto a la
aplicación de salvaguardias dentro del bloque, las que fueron solicitadas
inicialmente por la Argentina y denegadas por Brasil.
Posteriormente, el régimen de adecuación caducó,
pero no las asimetrías entre industrias, por lo que el efecto de
las crisis macroeconómicas, más pronunciadas en Argentina
que en Brasil, resucitó las dificultades de los sectores sensibles
en nuestro país ante la competencia brasileña. Estas dificultades
desembocaron durante 2003 en la conformación de la Comisión
de Monitoreo del Comercio entre Argentina y Brasil, con el objetivo de
promover el entendimiento entre los privados de ambos países en
sectores puntuales. Este entendimiento debía decantar en restricciones
voluntarias a las exportaciones y/o acuerdos de precios de exportación,
de las ventas brasileñas a la Argentina o viceversa.
Más recientemente, la Argentina propuso la institucionalización
de un mecanismo estructural de administración del comercio bilateral,
que recibió el nombre de Mecanismo de Adaptación Competitiva
(MAC), y que implica la aplicación de una salvaguardia ante un
crecimiento desmedido de las importaciones desde la otra parte, que origine
daño en algún sector de la industria local.
Esta intención significa en parte volver sobre los pasos ya dados
en otra dirección. Es que con la creación de la Comisión
de Monitoreo del Comercio se había abandonado la intención
de un ajuste global para pasar a un estudio de “casos puntuales”;
en tanto que la iniciativa del MAC constituye un regreso hacia la aplicación
de un mecanismo de ajuste global.
El 1 de febrero se llegó al acuerdo por el MAC, lo cual ayuda a
la revitalización del bloque y denota la voluntad de Brasil por
empezar a hacer frente a los costos del liderazgo.
De todas maneras, y a pesar de las características adoptadas por
la medida, el objetivo final de este mecanismo no sería la aplicación
de una salvaguardia, sino forzar el entendimiento entre privados cuando
las exportaciones de uno de los países le generen al otro graves
dificultades en algún sector productivo. Este acuerdo permitiría
cumplir el objetivo buscado, a la vez que evitaría ahorrar la aplicación
de un costoso mecanismo de ajuste estructural del sector.
Finalmente, un sector que tiene una elevada trascendencia en la relación
de Argentina y Brasil es el automotriz.
Este sector, en el plano local, logró en los últimos años
recuperar parte del terreno perdido y muestra indicadores favorables en
la coyuntura. Así y todo, mantiene aún una amplia desventaja
de competitividad con el sector automotriz brasileño. Para comprobarlo
basta notar que de los casi US$ 4.500 millones de déficit que tiene
la Argentina con Brasil en el intercambio de productos industriales, casi
la mitad corresponde a productos automotrices.
De esta manera, el gobierno argentino planteó unilateralmente la
falta de condiciones para la liberalización del comercio automotriz
con Brasil, que estaba pautada a partir de enero de 2006, a la espera
de condiciones mas adecuadas. Las razones de tal decisión se pueden
relacionar con los siguientes problemas: asimetrías en el ciclo
de inversiones, divergencias productivas y déficit comercial creciente.
Resta ahora tratar la cuestión no menor de cuáles son las
alternativas viables, con posibilidades netas de aplicación, que
regirán el comercio automotriz a partir del segundo semestre de
2006, cuando venza la prórroga dispuesta sobre el régimen
actual. M
El reclamo argentino de aplicar un mecanismo que permita compensar
los desequilibrios comerciales pronunciados con Brasil data desde casi
un año y medio atrás. Luego de prolongadas discusiones y
acercamientos de tipo político, las diferencias se fueron limando
y se llegó a un punto en el cuál la resolución final
estaría muy próxima.
Sin duda, los reclamos y amenazas de abandono del bloque por parte de
los socios menores jugaron un papel clave en la aceptación de las
condiciones por parte de Brasil.
Fuente: abeceb.com en base a datos de Aduana
Los sectores con dificultades en el comercio con Brasil, se han caracterizado
por tener escaza competitividad internacionales desde los incios del Mercosur.
Y, de manera lógica, tras la devaluación del peso las importaciones
de bienes en dichos sectores tuvieron un aumento muy superior al total
de las compras desde el vecino país. Sin embargo, se observa que
la creación de la Comisión de Monitoreo Comercial entre
ambos países ha sido efectiva para limitar las importaciones de
los mencionados productos.