La seducción de Washington no alcanza al sur del continente







    Obviamente, el mayor atractivo para los países pobres (y no
    tanto) del continente, de adherirse a una organización de este
    tipo pasa por las promesas y/o perspectivas de lograr un desarrollo
    más acelerado y sostenido de sus economías a partir del
    contacto con la mayor potencia mundial. Así, el trabajo realizado
    por funcionarios y técnicos de los Estados Unidos logró
    obtener la voluntad de la mayor parte de las naciones.
    Sin embargo, y más allá de las ideologías, una
    parte del continente no se siente nada seducida por este proyecto, aduciendo
    que llevar a la práctica el libre comercio con EE.UU. significaría
    poner bajo serio riesgo la supervivencia de las industrias nacionales.
    De esta manera, los diversos intentos de Washington (presionado por
    los plazos que el Congreso autorizó para actuar) por avanzar
    hacia el Alca se vieron reiteradamente frustrados por la oposición
    del Mercosur. Tanto es así que durante 2004-2005 se llegó
    a un punto muerto que envolvió de escepticismo a las negociaciones.
    Recientemente, y en oportunidad de la realización en nuestro
    país de la IV Cumbre de las Américas, el Alca se robó
    lo sustancial del debate dado el interés de los Estados Unidos
    y sus países aliados en el continente por vencer finalmente la
    resistencia del Mercosur. Una vez más las diferencias entre las
    partes fueron insalvables y, a pesar de que la agenda de la reunión
    continental se enfocaba en temas diferentes al del Alca, el mundo no
    dudó en calificar la Cumbre como un verdadero fracaso.
    En principio, el resultado de la Cumbre de las Américas generó
    bastante discusión y existen diversas interpretaciones. Es cierto
    que desde el exterior fue observado, en general, como un fracaso, y
    que las críticas hicieron foco sobre el país anfitrión,
    aquél que tenía la mayor responsabilidad por encontrar
    alternativas de discusión y encarrilar el trabajo hacia el logro
    de resultados concretos. En este caso, la Argentina fue la perjudicada
    en su imagen.
    Pero más allá de las críticas y hasta de algún
    roce retórico con el presidente mexicano, uno de los principales
    exponentes de la defensa del libre mercado, la sensación es que
    la carencia de resultados no puede ser adjudicada a aspectos ideológicos,
    sino más bien al mantenimiento estricto de una posición
    irreconciliable.
    La propia administración norteamericana reconoce que la Argentina,
    junto con sus socios del Mercosur, actuaron lícitamente en defensa
    de sus intereses, fieles a una estrategia que si bien se considera equivocada
    no puede adjudicarse a un desborde de “populismo” o “antiamericanismo”.

    Sin embargo, la imagen de Argentina resultó opacada por varias
    cuestiones. Principalmente, porque el resto de los tres países
    del Mercosur exhibieron gestos de acercamiento concreto hacia Estados
    Unidos, lo que no fue perceptible en el caso de Argentina. Uruguay firmó
    en Mar del Plata un acuerdo de garantía de inversiones con los
    Estados Unidos (y más recientemente se dio a conocer las negociaciones
    de la gestión anterior, del Presidente Battle, para sentar las
    base de un acuerdo de libre comercio con ese país). Paraguay
    concedió previamente inmunidad parcial a las fuerzas armadas
    norteamericanas y en algún momento coqueteó también
    con la posibilidad de un acercamiento comercial, y finalmente Brasil
    fue reconocido por Washington como el líder natural de América
    del Sur en una reunión posterior de Bush con Lula en tierras
    brasileñas. M


    La evolución de las negociaciones por el
    ALCA.

    Antecedentes:
    • En 1994, los Jefes de Estado y de Gobierno de 34 países
    del Hemisferio suscribieron la Declaración de Principios y el Plan
    de Acción de Miami, cuyo elemento mas importante era la creación
    del ALCA.
    • En abril de 2001, en la reunión de ministros de Comercio
    celebrada en Buenos Aires, se estableció que las negociaciones
    del ALCA concluirían, a más tardar, en enero de 2005.

    Evolución:
    • En abril de 2004 se suspendió sin plazos la reunión
    del Comité de Negociaciones Comerciales (CNC) debido a las diferencias
    que surgieron con motivo de las instrucciones a los grupos de negociación
    en materia de acceso a mercados, inversiones y servicios.
    • En la IV Cumbre de las Américas, realizada en Mar del Plata,
    EE.UU. y sus aliados comerciales intentaron incluir en la declaración
    de los presidentes un párrafo que permitiera relanzar las negociaciones
    que se encontraban paralizadas. Sin embargo no hubo acuerdo al respecto,
    y el documento final contó con dos posiciones:
    • La de EEUU + 28 países que están de acuerdo con
    avanzar en las negociaciones del ALCA.
    • La del Mercosur + Venezuela, que no están de acuerdo en
    continuar avanzando dadas las condiciones actuales.

    Estado actual:
    • Brasil salió más favorecido que el Mercosur, ya
    que se reconoció su posición de liderazgo regional.
    • Existe peligro de fractura de la posición del Mercosur,
    por la fuerte atracción que el principal mercado mundial ejerce
    sobre los socios menores del bloque.
    • Las negociaciones quedaron muy supeditadas a los posibles avances
    en la OMC.

    Fuente: abeceb.com

    El resultado de la Cumbre de las Américas generó bastante
    discusión y existen diversas posiciones respecto del mismo. Es
    innegable que desde el exterior fue observado mayoritariamente como un
    fracaso, y que las criticas hicieron foco sobre el país anfitrión,
    aquél que tenía la mayor responsabilidad por encontrar alternativas
    de discusión y encarrilar el trabajo hacia el logro de resultados
    concretos. En este caso, la Argentina fue la perjudicada.s.

    Mercosur-Unión Europea

    A la búsqueda de un acuerdo entre dos uniones aduaneras

    La negociación que lleva adelante, con marchas y contramarchas,
    el Mercosur con la Unión Europea es inédita no importa el
    ángulo desde el cual se la mire. Su enorme relevancia se da tanto
    en virtud de la envergadura del acuerdo buscado, como porque sería
    el primero logrado entre dos “Uniones Aduaneras”1.

    Asimismo, otras connotaciones especiales surgen del hecho que: 1) se
    trata de un acuerdo amplio, comprendiendo otros ámbitos además
    del comercial, como por ejemplo el político y de cooperación
    (cultura, infraestructura, apoyo institucional, entre otras); 2) es una
    negociación Norte-Sur con amplias desigualdades estructurales;
    3) a priori se esperarían amplias posibilidades de complementariedad
    productiva y comercial, en función de las diferencias antes mencionadas.
    Para entender porqué no se alcanzó un acuerdo hasta el momento,
    sabiendo que existían amplias posibilidades de obtener beneficios,
    debemos acudir a múltiples razones explicativas. Consideramos como
    relevantes en ese sentido a las siguientes: 1) las dificultades y cambios
    constantes que el Mercosur mostró en cuanto a sus relaciones internacionales;
    2) los ya conocidos problemas internos del bloque; y 3) la manera en lo
    que lo anterior influyó en el propio proceso negociador, en cuanto
    a los objetivos planteados y la secuencia de hechos y posturas de ambos
    bloques en la negociación.
    A priori y de manera intuitiva se puede afirmar que, desde el Mercosur,
    la expectativa predominante era la posibilidad de acceder a un gran mercado,
    principalmente para los productos agrícolas básicos y agrícolas
    procesados. Mientras tanto, la UE se vería seducida por la apertura
    de nuevos mercados para la colocación de sus productos industriales,
    y el campo que se le abriría en distintas actividades como servicios,
    inversiones y compras gubernamentales, sobre todo en el mercado brasileño.
    Tampoco debe descartarse una estrategia agresiva de mejor posicionamiento
    internacional, ante la posición de dominio incontestable asumida
    por los Estados Unidos en los últimos años.
    Ante esta situación, se preveía, al menos desde la Argentina,
    que el gran “pagador” del bloque sudamericano sería
    Brasil, dado que la Argentina ya había asumido gran parte de los
    costos de liberalización de sus mercados en esas disciplinas en
    la década de los ‘90. Por su parte, los socios menores del
    bloque (Uruguay y Paraguay) tendrían mucho más por ganar
    que por perder, debido a que sus objetivos estaban fundamentalmente vinculados
    a sectores puntuales en el sector agropecuario, los cuales se esperaba
    se verían fuertemente favorecidos con la negociación.
    Esos ideales previos a la negociación se fueron contrastando con
    la realidad a medida que se negociaba.
    De entrada, hubo dificultades para consensuar entre ambos bloques las
    modalidades de negociación y se empezó a notar la fuerza
    negociadora de la Unión Europea, pero más allá de
    ello, se inició un proceso de intercambio de ofertas de desgravación
    arancelaria, que en una primer momento –año 2001– fue
    bastante cauto de ambos lados.
    Desde entonces, la evolución de las ofertas de desgravación
    arancelaria del Mercosur en bienes puede clasificarse en dos grandes etapas,
    ambas testigo de la voluntad del bloque de mejorar constantemente su oferta.

    La primera etapa se circunscribe al período 2001-2003, donde el
    Mercosur realiza sustanciales progresos en su oferta a partir de una cobertura
    más amplia de su canasta de bienes. La segunda etapa, por el contrario,
    se caracterizó por apuntalar las mejoras en la oferta a partir
    de la aceleración de los períodos de desgravación
    arancelaria, y tuvo lugar durante 2004.
    Dada la evolución de las ofertas del Mercosur, uno de los grandes
    objetivos de la UE de ampliar su acceso para productos industriales estaría
    cumplido, ya que la última oferta del bloque contempla que gran
    parte de ellos se desgraven totalmente en menos de 10 años.
    Pero, ¿cuál era la contrapartida en cuanto a la oferta de
    la Unión Europea? Lamentablemente, no siguió el ritmo de
    mejoras del bloque sudamericano. En su última oferta, el bloque
    comunitario ofreció desgravar completamente en 10 años 93,6%
    de sus importaciones provenientes del Mercosur, lo que desde el Viejo
    Continente era considerado como una oferta superior a la del bloque sudamericano.
    Sin embargo, un análisis en detalle revela que las bondades de
    la oferta son muy relativas y que está lejos de lo esperado por
    el Mercosur.
    En principio, el grueso de los productos de interés del Mercosur
    (productos agrícolas y productos agrícolas procesados –PAPs–),
    actualmente con un arancel promedio de 41%, quedaban relegados a canastas
    con preferencia fija, cuotas o directamente eran excluidos de la oferta.

    Una oferta pobre
    Por otra parte, al no conseguir que Brasil flexibilizara su posición
    en torno a inversiones y compras gubernamentales, la UE endureció
    su posición en la negociación de bienes y presentó
    una modalidad distinta para negociar los PAPs, consistente en una propuesta
    de tratamiento recíproco, la que fue aceptada por el Mercosur sin
    demasiada resistencia. A esta derrota parcial en la negociación,
    se suma la inesperada posición defensiva adoptada por el Mercosur
    en muchos productos.
    En conclusión, la oferta de desgravación de la UE carece
    de las bondades promocionadas por el bloque comunitario, y deja sin cumplir
    la mayor parte de las expectativas del Mercosur en sus dos grandes intereses:
    productos agrícolas y PAPs.
    Actualmente, las negociaciones están en stand by, aguardando
    una nueva reunión entre las partes y que surjan alternativas “creativas”
    que sean capaces de despejar el camino hacia un acuerdo mutuamente beneficioso.
    Las partes estaban esperando los resultados de la reciente reunión
    ministerial de Hong Kong, en la expectativa de que el ámbito multilateral
    de la OMC fuera capaz de destrabar algunas de las dificultades más
    importantes de la negociación.
    Aún así, es posible rescatar algunos aspectos positivos
    de las negociaciones. Uno de ellos es que a pesar de la marcha desfavorable,
    queda la tranquilidad de no haber cerrado aún el acuerdo en esas
    condiciones, lo que permite que ciertos beneficios puedan ir consiguiéndose
    paulatinamente con las discusiones, o en el ámbito multilateral
    de la OMC. Finalmente, es indudable que el know how acumulado
    en una negociación de esta magnitud tiene adosado un valor agregado
    inestimable. M

    1- Más allá de que el Mercosur no cumple con esa definición,
    la UE esperaba que nuestro bloque diese los pasos en ese sentido en paralelo
    a la negociación.

     

    Negociación Mercosur – Unión Europea..

    • Representa una negociación distinta ya que sería
    el primer acuerdo de integración entre dos “Uniones Aduaneras”.
    • Al constituir una negociación distinta, presenta amplias
    desigualdades estructurales entre los bloques, a pesar de que pueda existir
    un mayor grado de complementariedad en el comercio.
    Al paralizarse la negociación, se pensaba que gran parte de los
    beneficios se podían obtener en el ámbito de la OMC, y con
    menor costos. Ahora, a nivel industrial ya se duda de la veracidad de
    esta afirmación.
    Impacto sobre la industria
    • La negociación a derivado en un mero intercambio del sector
    agrícola, por la desgravación del sector industrial.
    • Cerrar la negociación con la UE hubiera significado otorgar
    desgravación a 0% en 10 años a gran parte de los bienes
    industriales y recibir a cambio cuotas o preferencias fijas en productos
    agrícolas de relevancia.
    • La realidad es que la UE no estaría dispuesta a resignar
    su sector agropecuario, pero pide una apertura industrial total por parte
    del Mercosur.

    Fuente: abeceb.com

    El hecho de que Brasil rehusara incorporar en la negociación un
    tema importante para los europeos, como lo es las inversiones y compras
    gubernamentales, ocasionó la necesidad de hacer una oferta mucho
    más agresiva en desgravación de productos industriales para
    conformar a la contraparte. Actualmente, la multiplicidad en cobro arancelario
    dentro del Mercosur es otro factor de fuerte desventaja frente a los reclamos
    de la UE:

    Notas:
    1- Importaciones de la UE 15 desde el Mercosur entre 1999 y 2001.
    2- Arancel base para la desgravación. Para la UE se calculó
    los equivalente ad valorem.
    3- Importaciones del Mercosur desde la UE entre 1998 y 2000 en miles de
    US$

    Fuente: abeceb.com en base a informaciones oficiales.

    Tomando en cuenta las últimas ofertas realizadas por ambas partes,
    y proyectando las desgravaciones propuestas en cada caso, se llega a la
    conclusión de que el Mercosur en los próximos 10 años
    haría un mayor
    esfuerzo en reducción arancelaria que la Unión Europea.
    En una década, el Mercosur reduciría el arancel
    promedio de su canasta de bienes de 10,8% a 1,6%; mientras que la UE lo
    haría de 7,3% a 2,3%.

     

    La situación del Mercosur

    Tercera etapa de la integración en el desarrollo del bloque regional

    Desde el momento en que Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay decidieron
    conformar el Mercado Común del Sur (Mercosur), el favorable contexto
    internacional y la gran potencialidad que en aquel entonces prometía
    el bloque, impulsaron un rápido desarrollo en la región.

    Las políticas internas de los países se orientaron en busca
    de un crear un ambiente interno estable que funcionara a manera de imán
    de las inversiones extranjeras.
    En estos primeros años se produjeron importantes ganancias para
    todos los países, tanto en términos de reducción
    de los indicadores de pobreza, crecimiento del PIB, inversión,
    ingreso per capita y comercio intrazona.
    Sin embargo, a la postre se observaría que la buena coyuntura de
    aquel entonces desvió el foco de atención, impidiendo percibir
    un cúmulo de dificultades que permanecieron latentes: las imperfecciones
    de las que adolecía el Mercosur, y las diferencias en los modelos
    económicos aplicados por la Argentina y Brasil, que ahondaban la
    brecha de competitividad en la industria.
    Brasil estaba embarcado en la aplicación de políticas desarrollistas
    que buscaban potenciar la competitividad industrial, mientras la Argentina
    realizó una política más aperturista, de corte más
    liberal, complementada con la atracción de inversiones que se canalizaban
    por medio de un proceso fuerte de privatizaciones.
    En tanto el contexto internacional continuó generando “viento
    de cola”, no se prestó atención a las asimetrías
    de fondo de los países, pero cuando a partir de 1998 se produce
    una secuencia de crisis repentinas en las economías del sudeste
    asiático, la incertidumbre y la desconfianza de los inversores
    se hicieron extensivas a todos los países emergentes. El flujo
    de capitales externos se redujo sustancialmente, 48% entre 1998 y 2002,
    y los países del bloque comenzaron a rivalizar por atraerlos hacia
    el interior de sus fronteras. Los recurrentes déficit de cuenta
    corriente comenzaron a hacerse insostenibles y se hizo inevitable la devaluación;
    primero en Brasil y más tarde, y de manera más traumática,
    en la Argentina.
    A pesar de las dificultades, durante esta etapa los cuatro países
    comprendieron que la única manera de enfrentar las dificultades
    internas y las amenazas externas era haciéndolo en forma conjunta
    en el ámbito del Mercosur, aprovechando tanto las ventajas de un
    mercado más amplio, como una mayor escala de producción
    y mayor eficiencia en las cadenas productivas.
    Comienza de esta manera lo que podría definirse como una tercera
    etapa de la integración, con la adopción de políticas
    macroeconómicas más consistentes, haciendo hincapié
    en el sostenimiento de superávit gemelos y la ejecución
    de una política cambiaria que otorgue competitividad internacional
    a la producción local. Por su parte, el modelo se complementa por
    medio de políticas microeconómicas de asistencia a la producción
    industrial.

    Las famosas asimetrías
    Este tercer capítulo en el proceso de integración dista
    de ser equivalente al primero. En principio, se mantienen vigentes ciertas
    tensiones entre los países, las cuales han recibido el nombre de
    “asimetrías”. Sin duda, la reciente crisis ha dejado
    su particular impronta sobre el estado de las economías regionales:
    mientras que Brasil continuó desarrollando su sector productivo,
    fortaleciendo la competitividad de su industria y mejorando la inserción
    internacional, la Argentina en este sentido experimentó cierto
    retroceso, que sólo se ha visto parcialmente compensado a través
    del actual proceso de recuperación en marcha. Por su parte, Uruguay
    y Paraguay ven como los socios mayores se disputan las inversiones y se
    concentran en sus problemas internos, descuidando recomponer las dificultades
    remanentes del bloque.
    Recientemente, la disconformidad de los socios menores del bloque se ha
    manifestado a través de la trascendencia de supuestos acercamientos
    comerciales con los Estados Unidos, lo que ha encendido la luz de alarma
    en el Mercosur, dado que las noticias se producen en coincidencia con
    las gestiones de Venezuela para convertirse en el quinto miembro pleno
    del bloque.
    Por lo tanto, estos hechos han originado una escala de incertidumbre en
    torno a la integración regional, donde las expectativas por el
    acercamiento con un país de indudable peso económico a partir
    de sus reservas de petróleo, se contrapone a la posibilidad del
    alejamiento de dos de los miembros ya existentes, lo que origina un momento
    de transición que será fundamental para decidir el futuro
    del Mercosur. M

    Fuente: abeceb.com en base a datos oficiales.

    El Mercosur tiene una fisonomía constitucional que lo diferencia
    ampliamente de la UE: su más grave déficit es la ausencia
    de un líder natural que esté en condiciones de hacerse cargo
    de los problemas de la integración.

    Fuente: abeceb.com en base a datos oficiales.

    Las desigualdades iniciales dentro del Mercosur se profundizaron con
    las devaluaciones primero del Real y después del Peso argentino
    que agravaron las asimetrías y contribuyeron a crear un clima de
    incertidumbre. Estos problemas pueden hacer fracasar el logro de los objetivos
    del bloque.

    Fuente: abeceb.com en base a datos oficiales.

    Durante los primeros años de la integración se observó
    una dinámica positiva en los ciclos económicos de los países
    del bloque. Sin embargo, a partir de la crisis mundial de los mercados
    emergentes, que terminó impactando con dureza en la región,
    se produjo un deterioro pronunciado de las economías del bloque
    y una reducción de la riqueza per cápita de las mismas.
    En particular, el efecto sobre la volatilidad regional originó
    una parálisis de la evolución del Mercosur, ya que los países
    pasaron a concentrarse en sus propias dificultades de manera individual.

    En la década del `90, la conformación del bloque y la etapa
    de expansión económica de los socios, junto con la disponibilidad
    de grandes masas de capitales en la economía internacional, provocaron
    una masiva afluencia de IED hacia estas economías. Con la crisis,
    la desconfianza en los mercados emergentes ganó a los mercados
    y los flujos se redujeron fuertemente.
    Los últimos años de caracterizan por una tendencia de lento
    retorno de las inversiones

    Fuente: abeceb.com

    El Mercosur está inserto en una apretada agenda de negociaciones
    externa, que le demanda un fuerte disciplinamiento hacia dentro a fin
    de llevarlas a cabo con éxito. Indudablemente, la lentitud con
    que se progresa en muchas de las negociaciones en marcha tiene que ver
    con las dificultades internas del bloque.
    La dinámica provocada por las negociaciones internacionales se
    encuentra teñida por los cambios en la estructura económica
    mundial, a partir del surgimiento de nuevas potencias como China e India
    que instalan un nuevo modelo productivo.

    Fuente: abeceb.com

    Los objetivos iniciales del bloque eran muy pretenciosos, y con el correr
    de los años fueron mutando. Los aspectos más difíciles
    de la integración fueron postergándose para originar una
    situación donde el bloque era incapaz de autodisciplinarse.
    Se mantienen los recelos y desconfianzas entre los socios del bloque,
    y el temor de enfrentarse a pérdidas que puedan generar mayores
    asimetrías. Las dificultades han derivado en una tendencia hacia
    el sostenimiento político del bloque.

    En la implementación de una medida fundamental para la conformación
    definitiva de una Unión Aduanera se observan escasos avances. Tan
    sólo en la interconexión informátiva ha habido progresos
    importantes, mientras que en la elaboración de un Código
    Aduanero y en la distribución de la renta aún persisten
    fuertes desacuerdos que no han podido ser salvados. Desde el 1 de enero
    de 2006 rige para los bienes que ingresan desde extrazona al 0% o con
    preferencias del 100%, por lo que no tendría un efecto práctico
    importante.

    Fuente: abeceb.com en base a INDEC

    Los dos países más grandes del Mercosur (Brasil y Argentina)
    son los que han mostrado mayor dinamismo en las ventas a Venezuela en
    el año 2005.

    Fuente: abeceb.com en base a INDEC

    En los últimos años, el intercambio entre Argentina y Venezuela
    ha sido superavitario para nuestro país, manteniéndose esta
    tendencia en el año 2005. Gran parte del comercio bilateral se
    ha visto impulsado por los acuerdos políticos de negociación
    entre los Gobiernos de ambos países.
    De todas maneras, Venezuela aún no es miembro pleno del Mercosur.
    Para serlo debe primeramente cumplir con una serie de requisitos en término
    de adopción de niveles arancelarios, adecuación a las normas
    del bloque e incorporación a las negociaciones comerciales finalizadas
    y en marcha.

     

    La relación Argentina-Brasil

    La persistente asimetría industrial complica la vinculación
    bilateral

    El contexto internacional imperante desde inicios de los ’90 favoreció
    un acercamiento de las posiciones de la Argentina y Brasil, con un tono
    cooperativo y de mayor integración, lo cual intensificó
    la relación comercial y la interdependencia entre ambas economías.

    El comercio bilateral se expandió rápidamente a partir
    de 1991, pudiéndose delinear dos etapas diferenciadas desde entonces.
    La primera de ellas, que va desde su inicio hasta 1998, muestra un paulatino
    crecimiento del intercambio, explicado tanto por la expansión macroeconómica
    de ambos países como por el incipiente proceso de integración
    que favoreció la ampliación de mercados y propició
    el aumento del comercio intraindustrial.
    La segunda etapa, en cambio, estuvo signada por las recurrentes crisis
    macroeconómicas en el escenario regional y su impacto negativo
    sobre el intercambio. Desde 1998 hasta la actualidad se produjo una mayor
    volatilidad de los flujos comerciales, consecuencia inevitable de los
    rezagos cambiarios y de las situaciones de sobreendeudamiento que afligían
    a ambas economías, y que desembocaron en la devaluación
    del real, a comienzos de 1999, y la devaluación del peso a inicios
    de 2002.
    Una de las consecuencias más relevantes de la etapa de crisis fue
    la ampliación de la brecha productiva entre Argentina y Brasil
    en un gran número de sectores manufactureros, lo que determinó
    una reducción del comercio intraindustrial y un progresivo deterioro
    de la calidad del comercio bilateral en contra de nuestro país.
    Brasil ha sido el principal destino de las manufacturas de origen industrial
    (MOI) argentinas, dadas las dificultades de inserción internacional
    de estos productos. Sin embargo, en la actualidad más de 90% de
    las exportaciones de Brasil a la Argentina pueden clasificarse como MOI,
    mientras que de las ventas argentinas a Brasil sólo 53% son de
    esta categoría, habiendo ganado una mayor participación
    los productos básicos.
    Cuando se discutía sobre las fórmulas instrumentales que
    tendría el Mercosur, en los primeros años de la década
    del ’90, luego de la firma del Tratado de Asunción, estaba
    claro para los que seguían el tema desde los ámbitos privados
    y públicos, que existían asimetrías entre las economías
    de los socios.
    Un reflejo claro de esa percepción lo constituyó la adopción
    de Regímenes de Adecuación, con carácter transitorio
    y cronogramas preestablecidos. La idea que sustentó ese instrumento
    es que existían diferencias entre los países respecto de
    ciertos sectores productivos, que impedirían o tornarían
    muy dificultosa la sobrevivencia de los más débiles dentro
    de éstos. Este instrumento constituyó un sustituto a la
    aplicación de salvaguardias dentro del bloque, las que fueron solicitadas
    inicialmente por la Argentina y denegadas por Brasil.
    Posteriormente, el régimen de adecuación caducó,
    pero no las asimetrías entre industrias, por lo que el efecto de
    las crisis macroeconómicas, más pronunciadas en Argentina
    que en Brasil, resucitó las dificultades de los sectores sensibles
    en nuestro país ante la competencia brasileña. Estas dificultades
    desembocaron durante 2003 en la conformación de la Comisión
    de Monitoreo del Comercio entre Argentina y Brasil, con el objetivo de
    promover el entendimiento entre los privados de ambos países en
    sectores puntuales. Este entendimiento debía decantar en restricciones
    voluntarias a las exportaciones y/o acuerdos de precios de exportación,
    de las ventas brasileñas a la Argentina o viceversa.
    Más recientemente, la Argentina propuso la institucionalización
    de un mecanismo estructural de administración del comercio bilateral,
    que recibió el nombre de Mecanismo de Adaptación Competitiva
    (MAC), y que implica la aplicación de una salvaguardia ante un
    crecimiento desmedido de las importaciones desde la otra parte, que origine
    daño en algún sector de la industria local.
    Esta intención significa en parte volver sobre los pasos ya dados
    en otra dirección. Es que con la creación de la Comisión
    de Monitoreo del Comercio se había abandonado la intención
    de un ajuste global para pasar a un estudio de “casos puntuales”;
    en tanto que la iniciativa del MAC constituye un regreso hacia la aplicación
    de un mecanismo de ajuste global.
    El 1 de febrero se llegó al acuerdo por el MAC, lo cual ayuda a
    la revitalización del bloque y denota la voluntad de Brasil por
    empezar a hacer frente a los costos del liderazgo.
    De todas maneras, y a pesar de las características adoptadas por
    la medida, el objetivo final de este mecanismo no sería la aplicación
    de una salvaguardia, sino forzar el entendimiento entre privados cuando
    las exportaciones de uno de los países le generen al otro graves
    dificultades en algún sector productivo. Este acuerdo permitiría
    cumplir el objetivo buscado, a la vez que evitaría ahorrar la aplicación
    de un costoso mecanismo de ajuste estructural del sector.
    Finalmente, un sector que tiene una elevada trascendencia en la relación
    de Argentina y Brasil es el automotriz.
    Este sector, en el plano local, logró en los últimos años
    recuperar parte del terreno perdido y muestra indicadores favorables en
    la coyuntura. Así y todo, mantiene aún una amplia desventaja
    de competitividad con el sector automotriz brasileño. Para comprobarlo
    basta notar que de los casi US$ 4.500 millones de déficit que tiene
    la Argentina con Brasil en el intercambio de productos industriales, casi
    la mitad corresponde a productos automotrices.
    De esta manera, el gobierno argentino planteó unilateralmente la
    falta de condiciones para la liberalización del comercio automotriz
    con Brasil, que estaba pautada a partir de enero de 2006, a la espera
    de condiciones mas adecuadas. Las razones de tal decisión se pueden
    relacionar con los siguientes problemas: asimetrías en el ciclo
    de inversiones, divergencias productivas y déficit comercial creciente.
    Resta ahora tratar la cuestión no menor de cuáles son las
    alternativas viables, con posibilidades netas de aplicación, que
    regirán el comercio automotriz a partir del segundo semestre de
    2006, cuando venza la prórroga dispuesta sobre el régimen
    actual. M

    El reclamo argentino de aplicar un mecanismo que permita compensar
    los desequilibrios comerciales pronunciados con Brasil data desde casi
    un año y medio atrás. Luego de prolongadas discusiones y
    acercamientos de tipo político, las diferencias se fueron limando
    y se llegó a un punto en el cuál la resolución final
    estaría muy próxima.
    Sin duda, los reclamos y amenazas de abandono del bloque por parte de
    los socios menores jugaron un papel clave en la aceptación de las
    condiciones por parte de Brasil.

    Fuente: abeceb.com en base a datos de Aduana

    Los sectores con dificultades en el comercio con Brasil, se han caracterizado
    por tener escaza competitividad internacionales desde los incios del Mercosur.
    Y, de manera lógica, tras la devaluación del peso las importaciones
    de bienes en dichos sectores tuvieron un aumento muy superior al total
    de las compras desde el vecino país. Sin embargo, se observa que
    la creación de la Comisión de Monitoreo Comercial entre
    ambos países ha sido efectiva para limitar las importaciones de
    los mencionados productos.