Con la conclusión de la fase operativa de la reestructuración
de deuda, se dio de baja la deuda negociada (bonos elegibles cuyos tenedores
participaron voluntariamente de la operación de canje), entregándose
los nuevos bonos (par, cuasi par y descuento) y se han realizado los
pagos correspondientes por intereses atrasados, ya que los bonos fueron
emitidos con fecha 31/12/03, devengando intereses desde esa fecha.
Una síntesis de los resultados alcanzados con la reestructuración
de la deuda permitirá hacerse de una idea de los cambios cualitativos
y cuantitativos que esta operación trajo aparejada. Al 31 de
marzo de 2005 el stock de deuda pública bruta total alcanzó
los US$ 126.567 millones. Este monto contempla los cambios producto
del abandono de la convertibilidad y los costos que trajo aparejada
la nueva situación. De esta manera, la deuda luego de haber alcanzado
un valor máximo en diciembre de 2004 cuando se situó en
US$ 191.296 millones, se contrajo en US$ 64.729 millones.
Además de la fuerte modificación en el monto de la deuda
total, se produjo un cambio significativo en su morfología, ya
que la proporción de deuda emitida en moneda extranjera se redujo
significativamente como porcentaje del total, mejorando de esta manera
los niveles de riesgo por descalce de moneda para el país.
A su vez, ganó participación la emisión de deuda
en pesos con ajuste por Coeficiente de Estabilización de Referencia
(CER) (representa 37% del total de deuda existente), que no sólo
fue utilizada en la reestructuración sino que, una vez concluida,
se colocó en el mercado una emisión de $ 3.000 millones,
en forma voluntaria, luego de casi 4 años de ausencia.
Esta experiencia fue muy positiva ya que estas colocaciones resultaron
muy demandadas en clara alusión a la importancia que tendrá
la tasa de crecimiento de los precios en el futuro (fuente original
de los datos utilizados para el cálculo del CER) y la apreciación
real de la moneda esperada por los inversores. Esta primer búsqueda
de financiamiento se realizó por medio de licitaciones de $ 1.000
millones cada una, que tuvieron como característica la de concretarse
a tasas de interés decrecientes y con ofertas que llegaron hasta
decuplicar los montos licitados por el gobierno.
Posteriormente, a mediados de julio, se produjo la primera colocación
voluntaria de deuda en moneda extranjera, a través de la colocación
de US$ 500 millones en el título Boden 2012. Este título
que fue emitido en 2002 -para ser entregado en canje por depósitos
bancarios, dentro del mecanismo de solución de la crisis en el
sistema financiero – ya efectuó su primera amortización
de capital equivalente a 12,5% del monto emitido, con intereses devengados
sobre saldos a tasa LIBOR de depósitos en eurodólares
a 6 meses de plazo, pagaderos por semestre vencido.
Por sus características este título asegura un mercado
muy líquido (existe aún hoy en el mercado deuda por más
de US$ 12.000 millones), lo cual constituye un factor que favoreció
la demanda por la nueva colocación. También en esta oportunidad
las propuestas recibidas superaron ampliamente la oferta.
Asimismo y en forma complementaria a las licitaciones de mercado, se
han efectuado operaciones a partir de negociaciones bilaterales con
el gobierno de Venezuela, el de la provincia de Santa Cruz y el Banco
Hipotecario, quienes adquirieron en el acumulado anual, un total de
US$ 2.017 millones en este bono.
Sin atractivo
Es de resaltar que, a pesar de lo que el gobierno intenta mostrar, el
mercado no se muestra atraído por colocaciones en moneda extranjera
que haga la Nación, por lo menos a las tasas con que éste
pretende endeudarse. De hecho se produjo una licitación fallida
para la emisión de Boden 2015, debido a que la tasa exigida por
el mercado era superior a la que el gobierno estaba dispuesto a aceptar.
Luego se produjo una nueva licitación pero las compras por este
bono fueron impulsadas por los tradicionales demandantes (Venezuela,
organismos públicos locales, bancos locales y AFJP) sin encontrarse
inversores genuinos en el proceso. Con ello quedó demostrado
que para bonos en moneda local ajustables por CER, el mercado existe,
pero el riesgo inflacionario y la imposibilidad –por el momento–
de contenerla alejan del gobierno la posibilidad de financiarse utilizando
este mecanismo.
Respecto del riesgo país se observa que el diferencial con otros
países emergentes se estrechó notablemente, habiendo promediado
en el segundo semestre los 418 puntos base. Aquí es necesario
destacar el efecto que los “cupones atados al PBI” adjuntados
a los bonos entregados en el canje generaron en el nivel de riesgo argentino.
Conforme el PBI crecía durante 2005 cada vez fue más evidente
que estos cupones implicarían un pago importante por parte del
gobierno nacional, con lo cual se hacían más demandados.
Sin embargo, estos cupones permanecían adosados a los bonos originales
entregados en el proceso de renegociación y no pudieron negociarse
en forma independiente sino hasta el momento establecido en el prospecto
de emisión. De esta manera, la demanda por bonos argentinos se
hacía a precios crecientes (implicando la baja del riesgo país),
y parte significativa de este comportamiento se debía al valor
que los citados cupones iban adquiriendo. Ahora bien, al momento de
cortar el cupón, el nivel de riesgo país corrigió
esta diferencia por lo cual, desde fines de noviembre refleja el nivel
“correcto” de riesgo asociado a la Argentina.
A su vez, como puede verse y ya fuera enunciado en el contexto internacional,
la baja prima de riesgo país de Argentina, no es un caso aislado
a escala mundial, sino que todos los países emergentes presentan
esta característica de encontrarse en niveles mínimos
históricos -o cercanos- y esto es producto de la alta liquidez
mundial existente derivada de las políticas monetarias expansivas
de los gobiernos centrales y de los suculentos niveles de diferencia
en rendimiento de las colocaciones periféricas respecto de las
de gobiernos centrales.
El éxito de las recientes colocaciones de deuda confirma el optimismo
del sector privado acerca de la capacidad de pago futura del sector
público. El aval del mercado al programa fiscal argentino, implícito
en la compra voluntaria de instrumentos públicos, es un elemento
que se agrega al superávit primario y a otras herramientas financieras
que la actual administración viene utilizando desde hace tres
años para conformar programas financieros que, ante la falta
de acuerdo con los organismos internacionales (fundamentalmente con
el FMI) se cumplen parcialmente, ya que la programación se ha
modificado para poder hacer frente a los vencimientos ante la falta
de cumplimiento de uno de los supuestos con los cuales fueran hechos,
como es la renovación de parte de los vencimientos con los organismos
internacionales de crédito. Esta podría ser una de las
causales del pago adelantado de la deuda al organismo internacional
de crédito, ya que la falta de acuerdo era una fuente de incertidumbre
cuando se acercaban pagos importantes a la institución con sede
en Washington.
En este sentido cabe destacar que, si bien hasta el presente continuaban
sin observarse problemas para fondear el programa financiero del Estado,
éste viene resolviéndose a través de vías
innovadoras producto de préstamos y deudas con organismos gubernamentales
(ANSES, INTA, por ejemplo), empresas del Estado (Banco Hipotecario)
y acuerdos de compra con otros países de la región (como
el caso de Venezuela) además del uso de los Adelantos Transitorios
otorgados por el Banco Central.
Como consecuencia de una política clara y deliberada de reducción
de la dependencia externa en términos de flujos de capitales,
simultáneamente con una política de disciplina fiscal
como elemento clave de un esquema macroeconómico sustentable,
el nivel de endeudamiento nacional ha ingresado en una senda descendente
no solo en términos relativos a las principales medidas utilizadas
tradicionalmente, sino también en términos absolutos.
Con esta política, el Estado logra reducir los montos nominales
de acreencias externas, al tiempo que consigue una mejoría en
las principales ratios de peso relativo del endeudamiento. La consecución
de estos objetivos se ve a su vez reforzada por el considerable repunte
de la actividad económica. Puede verificarse que la relación
de deuda con relación al PIB ha descendido considerablemente.
Al buscar los factores que permiten explicar los incrementos de deuda
del año, se destaca el papel que ha presentado la tasa de crecimiento
de los precios, con lo cual, por medio de las alteraciones en los montos
de capital efectuado a los bonos que son ajustados con dicha cláusula,
se han producido dos efectos. Por un lado, el incremento en los montos
nominales adeudados, que medido en dólares hace crecer en forma
significativa la deuda al mantenerse el tipo de cambio estabilizado
en torno de los 3 pesos. Y por otro, un efecto derivado del primero,
al haberse incrementado el monto en moneda local la participación
porcentual de dicha deuda se ha incrementado como porcentaje del total
de Deuda Pública Nacional, posibilitando su pago a partir de
la emisión de moneda local.
Si bien este incremento afecta los costos del financiamiento ya emitido,
los intereses se calculan sobre los montos ajustados por la inflación,
este efecto se ve más que compensado por el incremento de la
recaudación derivada del incremento de precios y reforzado por
la mayor actividad económica.
En la medida que ha ido venciendo capital, ha sido refinanciado en forma
parcial, para lo cual se ha recurrido a la emisión de nuevas
obligaciones en un contexto de reducción de deuda neta. Es importante
señalar aquí que la estrategia implícita es la
de aprovechar un contexto favorable para mercados emergentes, en los
cuales buscar nuevo financiamiento es más sencillo que en años
anteriores.
En la comparación internacional puede verificarse que estas características
favorables han sido aprovechadas por considerable número de países,
los cuales han financiado los vencimientos de capital de este año
e incluso períodos futuros. Brasil Chile y México son
ejemplo de ello, ya que han cubierto una parte importante de sus vencimientos
de 2006 durante 2005.
El costo financiero para el Estado Nacional por emisión de nueva
deuda en moneda extranjera ha sido inferior al conseguido a lo largo
de la década de los ´90, con lo cual queda confirmado el
contexto positivo para la colocación de nuevos compromisos financieros
de un país que acaba de salir de la cesación de pagos.
Es importante aquí hacer la salvedad que mientras en la década
de los ’90 los inversores eran buscados en los mercados voluntarios
de deuda, la disposición de los tomadores actuales es más
cuestionable. M
Fuente: abeceb.com en base a MECON
La evolución de los montos adeudados por la Nación tanto
en términos absolutos como en forma relativa al PBI han mostrado
una caída contundente en 2005. En la consecución de estos
resultados influye la reestructuración de los pasivos y el fuerte
incremento en el nivel de actividad económica.
Fuente: abeceb.com en base a Subsecretaría de Financiamiento
y estimaciones propias
Durante 2005 volvió a emitirse deuda en los mercados de deuda
y se consiguió que el costo asociado a tales emisiones fuera
inferior a gran parte de las emisiones efectuadas durante los últimos
15 años en su promedio ponderado por monto fueron sólo
superiores a las emisiones realizadas durante 1993.
Fuente: abeceb.com en base a Bloomberg
Los niveles de riesgo asociados a los países emergentes se han
contraído en general. Esta característica se hace importante
porque marca que los altos niveles de liquidez mundiales se han dirigido
en forma inequívoca hacia estas economías.
Fuente: abeceb.com en base a Bloomberg
Durante los últimos años las condiciones de los mercados
internacionales de capital han permitido reducir los niveles de riesgo
para países emergentes, producto de una demanda sostenida sobre
los productos financieros de esas economías. Argentina no ha
sido la excepción y luego de finalizada la reestructuración
de sus pasivos ha alcanzado niveles de riesgo comparables al del resto
de las economías que no han ingresado recientemente en cesación
de pagos.
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