Heinrich von Pierer, director ejecutivo saliente, logró ir superando escollos
en una economía débil. En el proceso, eliminó decenas de miles de puestos laborales
y se pasó 12 años “convirtiendo un supertanque en una flota ligera”. Escindió
algunas de las actividades más volátiles e intensivas en capital, lanzando a bolsa
Epcos (componentes electrónicos, 1999) e Infineon (chips, 2000). Ahora, con las
principales economías del mundo en pausado repunte, varias divisiones tradicionales
de Siemens -generación eléctrica, equipos médicos, Osram- operan mejor.
Pero la cartera construida en 157 años incluye desde lamparitas hasta locomotoras,
turbinas y celulares. Klaus Kleinfeld tendrá las manos ocupadas: “Los resultados
del último trimestre -señala Dresdner Kleinwort Wasserstein- se dividen entre
unidades buenas y malas. Las últimas generan 47% de las ventas pero apenas 11%
de utilidades operativas”.
Sin la menor duda, los mayores retos son telefonía celular y redes, que se fusionarán
en octubre para crear Comunicaciones. Esto lleva ya el sello de Kleinfeld y busca
sinergias en costos vía convergencia de tecnologías diferentes.
A juicio de Lothar Pauli, que dirigirá la futura división: “El negocio celular
de Siemens siempre exigió esta estrategia. Por supuesto, se descarta una venta
o un emprendimiento conjunto con algún socio externo”. Esto no les cayó bien a
algunos analistas, a cuyo criterio el grupo debiera estrechar sus miras. Por otra
parte, las condiciones de mercado son duras en un sector tan dinámico como la
telefonía móvil.
Siemens, en efecto, está poniendo en plaza dispositivos manuales avanzados. Pero
sus precios promedio son demasiado bajos. Por consiguiente, el negocio perdió
88 millones de euros en abril-junio, pese a la mayor venta de unidades.
Opciones posibles
Al respecto, Pauli se compromete a arreglar el problema en 12 a 18 meses. Sin
embargo, de continuar esta situación, Siemens deberá reevaluar opciones, sostienen
varios expertos. Claro, como vender la unidad a buen precio sería difícil, DKW
cree que la empresa eventualmente buscará un socio (contra lo asegurado por Pauli).
La banca de inversión piensa en “un emprendimiento conjunto similar a los de Bosch
en electrodomésticos o Fujitsu en computadoras. Eso eliminaría gran parte de la
volatilidad mostrada en los balances trimestrales”. Por su parte, Commerzbank
estima que Kleinfeld deberá mejorar la rentabilidad general de Siemens, pues sus
márgenes “no están a la altura de General Electric, su principal competidor norteamericano”.
Sin duda, la fortaleza financiera de la empresa le permite hacer adquisiciones
selectivas para fomentar crecimiento. Pero una mejor productividad también demandará
ulteriores ajustes de costos, sea reduciendo personal, sea bajando salarios. Las
manifestaciones públicas contra medidas similares, auspiciadas por el gobierno,
indican que no será fácil. Antes de esos hechos, Siemens había logrado negociar
cinco horas semanales de trabajo adicionales sin paga extra. Kleinfeld, que dio
vuelta las operaciones del grupo en Estados Unidos, intentará extender esas soluciones
a otros segmentos de su fuerza laboral, estimada en 420.000 personas alrededor
del mundo.
Dado lo irritativo del tema y la dureza de los sindicatos alemanes, quizá no pueda
actuar tan drásticamente como en Estados Unidos. Ni como él ni como varios analistas
de mercado quisieran. Pero los antecedentes de Kleinfeld sugieren que intentará
hasta lo imposible. “Heredará una compañía intrínsecamente saneada”, admite Commerzbank.
“Pero precisará apuntalar ganancias y eso no le será fácil”.