“El país no tiene una plataforma, política diplomática inteligente”

    “Un país
    rico con media población en la pobreza y 40% de la población económicamente
    activa con problemas laborales, es un volcán”.
    –En el nuevo escenario, ¿cuáles son las consecuencias de
    la pax americana para la Argentina y América latina?
    –El escenario es la guerra, la incógnita es su duración y
    el vencedor, casi con seguridad, Estados Unidos. Se repite la historia de Roma
    contra Cartago, aunque Aníbal les haya dado trabajo a los romanos. Fue
    más sencillo y limitado desde el punto de vista geográfico. Pero
    ahora hay un hecho nuevo, que es la religiosidad de algunos de los miembros
    de la comunidad, que llamo árabe como generalización, ya que también
    hay divisiones. Esto es peligroso porque no conocemos la respuesta de las miles
    de personas que estarían dispuestas a reivindicar con su vida los valores
    que defiende Saddam Hussein. Esto es altamente peligroso.
    –¿Qué efectos económicos hay que esperar?
    –La crisis causa una distorsión muy importante en Estados Unidos.
    En primer lugar tendrá un déficit que rondará los 400.000
    o US$ 500.000 millones. El ahorro norteamericano es bajo, por lo que tendrá
    que apelar a capitales externos. Y por parte de los ahorristas hay renuencia
    a prestarle a Estados Unidos, en primer lugar, porque los bonos del Tesoro tienen
    bajo rendimiento. Y en segundo, porque se desconocen las consecuencias que podrían
    tener los actos que mencioné, de reivindicaciones individuales o terroristas.
    Todo esto está cambiando los ejes del comportamiento del mundo económico
    y, sobre todo, financiero. Los capitalistas líquidos no se manejan por
    principios, no son cruzados, defienden su patrimonio. Pero en este caso el temor
    puede actuar casi como una cruzada espiritual. Tienen miedo de colocar fondos
    en Estados Unidos, que últimamente hizo lo que quiso con el orden jurídico
    internacional, ya que no cumplieron en varios aspectos, como sucedió
    con el Tribunal Penal Internacional o las Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad.

    –¿Qué estrategia debería exhibir la Argentina en este
    contexto?
    –Económicamente y para el corto plazo, no veo a nadie pensando en
    decir que el mundo se descompone y que nosotros ofrecemos inversiones en determinados
    campos, que damos ciertas seguridades, que podemos darle seguridad y juridicidad
    a determinadas inversiones. La Argentina no tiene una plataforma política
    ni diplomática inteligente. Y en lo económico seguimos discutiendo
    el pago de la deuda como prioridad. Ahora la prioridad debería ser tomar
    un papel protagónico para ocupar un espacio, ya que tenemos un país
    con agua, alimentos, territorio y gente calificada. Si el Banco Central quiere
    seguir revalorizando el peso se equivoca. No entiende cómo jugar en un
    mundo en conflicto.
    –¿Tiene el país otras herramientas para utilizar en esta
    crisis?
    –Hay una carta a favor que es diplomática y la Argentina no utiliza,
    y se debe aplicar con la deuda externa. Hay que decir que tenemos la mejor buena
    voluntad, pero si no compran nuestros productos no podemos pagarla. Para esto
    hay que buscar un polo de socios entre los acreedores con bonos o los acreedores
    con acciones de las compañías radicadas en el país, de
    modo tal que hagan un lobby para que la Argentina no sea bloqueada y siga vendiendo
    trigo o maíz.
    El país debería enhebrar una diplomacia que no ha tenido, con
    los hombres de negocios al lado o detrás. Porque estos hombres, desde
    el punto de vista diplomático, pertenecen al bestiario. Creen que se
    puede comprar y vender e ignoran todo el acompañamiento de una estrategia
    comercial. Hay que aprender cómo opera el mundo moderno. Cuando estalló
    la crisis asiática en 1997, Chile cambió rápidamente la
    localización de sus agencias comerciales porque sobrevenía el
    debilitamiento de algunos de los países que estaban en el núcleo
    del conflicto, como Corea, Malasia, Taiwán y Filipinas. La Argentina
    debe actuar de la misma manera, con negociadores que no sólo conozcan
    lo jurídico, que son importantes. Debe tener estrategas. O un “comité
    de sabios”, como el que existe en Alemania, con gente retirada, de gran
    cultura y capacidad de observación del mundo para asesorar al Gobierno
    en los distintos escenarios.
    –¿Cómo se reacomoda el mapa mundial?
    –España ha hecho una gran jugada. Creo ser el único que lo
    dice. Porque el presidente José María Aznar apostó a la
    victoria de Estados Unidos. Y de esta manera se convierte en socio privilegiado.
    España, que no tiene el poder de Estados Unidos pero tiene inversiones
    que hizo con gran magia, sobre todo basada en la debilidad estructural y mental
    de gobernantes argentinos, como Carlos Menem y Domingo Cavallo, entre otros
    –que no han tenido ninguna previsión en cuanto a esto–, tendrá
    a Estados Unidos como socio defensor de los intereses españoles en ultramar.
    Aznar hizo esa apuesta contra toda Europa. Quedó mal con sus socios,
    pero tiene un paraguas con la superpotencia, que responderá. Porque los
    norteamericanos siempre han cumplido.
    –De este modo, ¿cómo queda ubicada la Argentina con Estados
    Unidos como triunfador y guardián?
    –Somos parias, no contamos. Cuando Aznar nos invitó a participar
    de la alianza sabiendo que no aceptaríamos, porque esta diplomacia –si
    es que se puede llamar así a la de Eduardo Duhalde y Carlos Ruckauf–
    diría que no, ratificamos nuestra mal llamada neutralidad. Vamos hacia
    un conflicto con España porque ellos controlan un sector estratégico
    como el del petróleo. En algún momento nos preguntaremos por qué
    debemos pagar por nuestro petróleo el precio internacional, y no estoy
    contra España. Esto se planteará si la Argentina no pierde la
    dignidad. El país ratificará su “independencia” entre
    comillas, tendremos problemas con los españoles y, por ende, con Estados
    Unidos. Creo que la Argentina está desorientada.
    –¿El país no debería formar un frente más sólido
    con América latina ante las nuevas condiciones?
    –El frente se partió con el apoyo de Colombia. Pero tenemos una
    plataforma en el Mercosur. Brasil es una vanguardia en diplomacia. Siempre ha
    tenido inteligencia estratégica, desde la monarquía hasta su independencia.
    Y si no hacemos frente común con Brasil, ese país lo hará
    solo y volveremos a ser furgón de cola. La Argentina tiene que definir
    una estrategia diplomática. Y si lo hace junto con Brasil y el Mercosur
    es mejor.
    –El Plan Fénix, en el que usted trabajó, propugna un desarrollo
    con equidad, profundización del Mercosur y mayor intervención
    del Estado, entre otras ideas. Con un pensamiento único con Estados Unidos
    como intérprete, ¿cómo se implementan estas propuestas?
    –Para lidiar con Estados Unidos, lo que no es fácil, como no fue
    fácil con ningún imperio, hay que tener claro lo que uno quiere,
    lo que ellos quieren y cuáles son los puntos que puedan compatibilizarse
    y discutir con argumentación. Como dije, la deuda que hoy es una desgracia
    para el país, puede ser una gran oportunidad. Con la deuda les quiebra
    el frente.
    –¿Cómo se quiebra hoy ese frente?
    –Pidiendo aperturas comerciales y que nos dejen desarrollar. Y diciendo
    que un país rico con media población en la pobreza y 40% de la
    población económicamente activa con problemas laborales es un
    volcán. Y que no les interesará siquiera a sus empresas.
    –¿Será receptivo Estados Unidos ante este argumento?
    –Las empresas extranjeras que operan aquí generan fuertes regalías
    y utilidades, y transferencias que alcanzan US$ 3.000 millones por año.
    Por eso hay que enhebrar los caminos para vertebrar una relación de interés
    recíproco. Hay gente capacitada para esto, pero no se los consulta porque
    aquí reina una cultura de la contabilidad y no de economía. La
    gran mayoría de quienes se doctoraron en Estados Unidos no tiene un enfoque
    estratégico. La dolarización no es un enfoque estratégico,
    es un absurdo. Estamos en manos de una dirigencia muy limitada. Y los economistas,
    sobre todo los que no conocen la historia ni manejan categorías de la
    cultura universal, no están en condiciones de definir una alianza.
    –¿Cómo imagina a la Argentina y a América latina en
    el corto plazo, con Estados Unidos triunfante?
    –Apuntaría al día final de la guerra. La Argentina tendría
    que reunir un equipo para hacer un análisis muy crítico de la
    situación interna y mundial, con gran libertad de pensamiento, buscando
    a los mejores intelectuales, que están en las universidades o retirados,
    como Pedro Frías, Narciso Binayan Carmona o Marcelo Sánchez Sorondo,
    por mencionar algunos. ¿Citar economistas? No necesariamente. Aunque
    citaría a Aldo Ferrer, no a un tilingo que maneje ecuaciones que son
    exactamente iguales en todos lados. Y que al formular un razonamiento algebraico
    piensan en términos de lo que aprendieron en Estados Unidos o en Europa
    y no en nuestras realidades subyacentes. Hay que volver a la gente culta como
    la que fundó este país: Carlos Pellegrini, Vicente Fidel López
    o Manuel Moreno. M
    P. P.