Contra los subsidios agrícolas en el Alca

    El encuentro ministerial de Alca llevado a cabo en Quito hace pocas semanas, fue uno de los más productivos de los realizados en los últimos tiempos. El frente puramente político, expresado en las calles, mostró que hay una oposición visceral a la iniciativa, vista por muchos como una fase más de la globalización neoliberal, que ha dejado mal a gran parte de América latina.


    En el frente diplomático-comercial, marcó cierta clase de victoria para los sudamericanos sobre Estados Unidos: la reunión obtuvo el compromiso de sus 34 miembros (todos países independientes del hemisferio occidental, salvo Cuba) para la “eliminación de subsidios a la exportación que afectan al comercio de productos agrícolas en el hemisferio”. Además, ratificó “la importancia de la agricultura para las economías de la región”.


    Puede parecer muy retórico, pero hay un cambio de lenguaje de los anexos a los documentos finales, originado en la oposición de Estados Unidos. Sobre la base ­no convincente al sur del Río Bravo­ de que no debe comprometerse la fecha tope de 2005 para el Alca, Washington argumenta que el tema del comercio agrícola debe dejarse para las negociaciones multilaterales de la OMC en la ronda de Doha.

    Por supuesto, la verdadera “diversión” comienza después de la
    reunión de Quito, con Estados Unidos y Brasil ­extremos opuestos
    del espectro de negociación­ que asumirán como co-presidentes
    de las negociaciones de Alca, al entrar éstas en el tramo más
    sustantivo de las discusiones.


    Con el presidente Fernando Henrique Cardoso, Brasil ha dejado bastante claro que un prerrequisito para Alca ­principal, pero no exclusivo­ es desmantelar las barreras de Estados Unidos a las exportaciones de América latina en el campo agrícola. Ahora, las riendas del poder serán pasadas a Lula da Silva, quien ha sido aun más beligerante que Cardoso en su retórica de campaña.


    Washington parece no saber cómo responder. Por un lado, muy en el estilo de la administración Bush Jr., Bob Zoellick, el representante de Comercio de Estados Unidos, ha desdeñado la idea misma de que Brasil se niegue. Los que no se unen a Alca, dijo, podrán comerciar “con lugares como la Antártida”. En Quito, Peter Allgeier, negociador jefe de Estados Unidos y segundo de Zoellick, trató de ser diplomático, y expresó que su gobierno estaba preparado para esperar que Lula establezca la posición de su gobierno sobre Alca, en vez de asumir que adoptará una posición aislacionista.