Adam Smith
La postura macroeconómica clásica es la iniciada por Adam Smith:
La verdadera riqueza de una nación no es el dinero sino las herramientas que sirven para producir las cosas que valoramos, o sea, los activos productivos. La riqueza de una nación crece cuando sus ciudadanos y sus gobiernos se abstienen de consumir en exceso hoy y ahorran para el futuro. Una alta tasa de ahorro conducirá a la acumulación de más de esos activos productivos. El tema más importante es el ahorro y la acumulación de capital. El gasto excesivo en consumo actual, especialmente por parte del gobierno, es el enemigo más serio del crecimiento económico sostenido.
John Maynard Keynes
John Maynard Keynes decía que el miedo clásico al consumo excesivo era equivocado e incluso peligroso. Para Keynes y sus seguidores, el riesgo más grande era que el gasto actual fuera demasiado bajo, no demasiado alto. El clásico temor al déficit del gobierno obstaculizaba su acción para aumentar el gasto durante una depresión en la actividad económica.
Desde entonces, la macroeconomía de muchos países industrializados estuvo basada en la estrategia keynesiana de usar políticas monetarias y fiscales para aumentar la “demanda agregada” y el consumo actual.
Pero ante los insatisfactorios resultados de esas políticas, el enfoque clásico tuvo una especie de rehabilitación. Muchos economistas comenzaron a reclamar una vez más que los gobiernos achicaran déficits, aumentaran el ahorro privado y aceleraran la acumulación de capital. El planteo era que el excesivo gasto de los gobiernos reduce la acumulación de capital y que la acumulación de capital era la clave del crecimiento.
¿ Pero no es que la clave del éxito de una nación está en su capacidad para introducir productos nuevos y valiosos para mejorar la calidad de los productos existentes y encontrar maneras más eficientes de fabricar y entregar esos productos?
Y si esto es así, ¿por qué los economistas insisten en ocuparse tanto de los estímulos monetarios y fiscales por un lado y de la compra de bienes de capital existentes (como un elevador de cargas, por ejemplo) por el otro?
¿Dónde está la preocupación por la innovación, la invención, el descubrimiento y el progreso técnico?
Teoría endógena del crecimiento
Se trata de una rama reciente del trabajo en economía que avala algunas de las preocupaciones sobre competitividad, innovación y descubrimiento que expresan personas que no son economistas.
La teoría sugiere que las dos recetas, la de ahorrar más y la de gastar más ignoran el corazón del problema. Ni los ajustes a la política monetaria y fiscal, ni los aumentos en la tasa de ahorro y acumulación de capital pueden, por sí solos, generar aumentos persistentes en los niveles de vida. La tarea más importante de una política económica es crear un clima institucional que fomente el cambio tecnológico. Las limitaciones en el retorno a las dos posturas clásicas, énfasis en el ahorro o en la inversión dejan afuera la discusión sobre la educación y la acumulación de capital humano.
Esto es fácil de decir. Pero el cambio provoca disturbios, y en una democracia moderna lograr el equilibrio entre el apoyo al progreso económico y la tolerancia del cambio económico no es una tarea fácil.
Implicancias para el trazado de políticas
Todos los economistas coinciden en que los gobiernos deben respetar los fundamentos del manual de política monetaria y fiscal. También coinciden en que los gobiernos deberían fomentar, o al menos evitar desalentar, la acumulación de capital. Pero esos pasos solos no bastan. Un gobierno debe crear un ambiente que promueva el cambio y el progreso en las técnicas que usamos.
Para un gobierno, toda estrategia para crear este tipo de medio ambiente debe tener dos partes. La primera es la que toda la gente menciona cuando se habla del tema del progreso tecnológico. El gobierno puede apoyar proyectos de investigación y capacitación de ciencia e ingeniería en las universidades.
Los incentivos del mercado por sí solos no pueden resolver los problemas de descubrir y diseminar el conocimiento, pero sí pueden producir mecanismos parecidos al mecenazgo de antaño y su descendiente moderno: el subsidio estatal a la investigación. El gobierno le paga a la gente para que descubra cosas nuevas y luego comparta libremente su conocimiento. Los subsidios para la educación y la capacitación pueden indirectamente ayudar en este proceso.
Sin embargo, los gobiernos no pueden hacerlo todo. Los incentivos del mercado deben guiar el proceso de descubrimiento. Algunos tipos de investigación y capacitación universitaria tienen mayor probabilidad que otros de generar aumentos en valor económico.
Si el sector privado y las universidades trabajan juntos, los incentivos del mercado pueden guiar a los investigadores y profesores hacia nuevas áreas valiosas, como ocurrió en Estados Unidos cuando las oportunidades en la emergente industria de refinación del petróleo condujo a la creación de escuelas de ingeniería química.
Para una nación en su conjunto, un acuerdo institucional eficaz para
sostener el avance tecnológico debe, por lo tanto, favorecer un alto
nivel de exploración e investigación tanto en las empresas privadas
como en las universidades. Además, debe apoyar la interacción
entre ambos sectores. Tanto la gente como las ideas deben moverse libremente
entre ambos sectores. Si eso no ocurre, la investigación universitaria
puede volverse estéril e irrelevante. Los esfuerzos del sector privado
pueden perder la circulación permanente de talento nuevo y de ideas nuevas
que sostiene su creatividad.
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